Los
españoles estamos asistiendo al caos político, dónde los
gobernantes se rinden a los asesinos, la mentira forma parte
del programa electoral, la desmembración de la nación es un
proceso imparable y los jóvenes tienen el peor nivel cultural
de Europa.
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Pero
aun hay más. En Oleiros (A Coruña), septiembre de 2005. La policía
detiene a unos adolescentes a punto de lanzar artefactos caseros
contra un polideportivo. En el barcelonés barrio de Gràcia, jóvenes
vinculados a los okupas y macarras de andar por casa destrozan la
ornamentación de las fiestas, queman contenedores y se enfrentan a
los antidisturbios. En Valladolid, más de 1.000 jóvenes son
denunciados en 2004 por orinar en la calle, y casi un centenar por
destrozos en jardines y mobiliario. En Cáceres, la moda de arrancar
señales de tráfico sigue imparable. En Sevilla, el ayuntamiento
estudia contratar abogados para personarse en las causas contra los
vándalos…
Los
actos vandálicos cometidos por jóvenes se multiplican en toda la
geografía española. De los resultados de una encuesta del
Instituto de la Juventud se extrapola que 300.000 jóvenes españoles
han participado en el llamado vandalismo de fin de semana en el último
año. Son pocos los ayuntamientos que se salvan de dedicar un
abultado presupuesto a la reposición y arreglo del mobiliario
urbano y público.
Algunos consistorios se han visto obligados a dictar ordenanzas que
tipifican y penalizan este tipo de conductas "con sanciones que
van desde las multas hasta los trabajos sociales", señalan.
Sólo
en Sevilla, A Coruña, Granada y Valladolid, los destrozos ocasionan
un gasto que supera los cinco millones de euros. Sevilla es uno de
los casos más sangrantes. Su ayuntamiento planea contratar bufetes
de abogados para personarse como acusación.
En Barcelona, el consistorio ha admitido que una ola de incivismo
recorre la ciudad. Los graves sucesos ocurridos en agosto en las
fiestas del barrio de Gràcia han puesto sobre la mesa el debate de
la convivencia ciudadana. Barcelona gasta un millón de euros al mes
en reparar y reponer mobiliario urbano. Puestos a comparar, en el año
2000, el consorcio de seguros de Euskadi asumió el pago de más de
seis millones de euros para hacer frente a la actividad violenta
callejera.
Este
es el nivel moral de los jóvenes, mientras nuestros gobernantes se
dedican a estatutos, a bajarse los pantalones ante los asesinos y a
decir tonterías sobre alianza de civilizaciones.
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