El
día 26 de Agosto el periódico El Mundo realizó una
entrevista al asesino de Paracuellos del Parama, Santiago
Carrillo, en una de sus declaraciones decía: "...yo no
sabía ni que existía Paracuellos" y otras declaraciones, más
propias de un cínico en estado de alzheimer crónico o de un
personaje que se está riendo de las miles de victimas que él, como
Director General de Seguridad, junto con Segundo Serrano Poncela,
el ejecutor de sus ordenes, el agente soviético Mijail
Koltsov y su antecesora Margarita Nelken, ejecutaron en
grandes sacas, para eliminar a la quinta columna.
Una de las más grandes matanzas que se han realizado en la
historia de la humanidad, en menos tiempo. Según el último libro
de Don César Vidal: Paracuellos-Katyn, se han identificado con sus
nombres respectivos a 4021 personas, pero todavía quedan fosas
comunes sin identificar a sus miembros, lo que supondría una
elevación más considerable de los asesinados.
Ofrecemos la entrevista y unas consideraciones:
HISTORIA / Afirma ser
"coherente" en una entrevista-homenaje que le hace El
Mundo
Carrillo: "Yo no sabía ni
que existía Paracuellos"
Viernes, 26 de agosto 2005
Santiago Carrillo,
quien en su día declaró que la matanza
de 2.000 personas en Paracuellos no había sido tanto drama,
"en una guerra en la que morían miles y miles",
afirma en El
Mundo que nadie le imputó la espantosa carnicería
de presos hasta que se convirtió en secretario general del PCE. Añade,
sin rubor, que "no sabía ni que existía un pueblo llamado
Paracuellos hasta mucho después de que se produjera la
matanza".
La entrevista, realizada con motivo del 90 cumpleaños del viejo líder
comunista, no tiene desperdicio. Borja Hermoso plantea con
amabilidad todas las preguntas, pero es en las respuestas de
Carrillo donde está la polémica. Estos son algunos de los
sumarios, seleccionados por el periodista:
«Creía que lo de las
dos Españas era algo superado, pero están pasando cosas que
demuestran que la derecha es lo que fue siempre»
«A mí no me gustan
los camaleones; yo soy una persona coherente que jamás ha mentido
ni ha prometido aquello que no podía hacer»
«Una guerra civil
abre la puerta a todos los excesos, envidias y bajas pasiones, y el
bando republicano no estuvo libre de culpa en todo eso»
«Nunca
me he vengado de nadie; en mis memorias incluso trato de poner de
relieve lo que algunos de mis rivales políticos hicieron de bueno»
Por su interés y carácter polémico, reproducimos unos breves
extractos de la entrevista:
PREGUNTA.– Fue usted durante muchos años uno de los
personajes clave en la vida política española. Pero hoy, ¿cómo
es Santiago Carrillo?
RESPUESTA.– Pues yo creo que sigo siendo como he sido
siempre...
P.– ¿Es decir?
R.– Pues soy una persona coherente que jamás ha mentido ni
ha prometido lo que no podía hacer.
P.– Muchos jóvenes de su época, de derechas y de
izquierdas, parecían preparados para dar la vida por sus ideales,
como pudo comprobarse, por ejemplo, en la Guerra Civil. Los de hoy
juegan todo el rato a la playstation. Pero en eso hemos salido
ganando, ¿o no?
R.– Yo creo que sí, que hemos salido ganando, porque
efectivamente, mi generación lo comprometió todo en la lucha, en
la vida, en la libertad... y hoy, por lo menos por el momento, eso
no es necesario, y los jóvenes no tienen por qué plantearse la
vida como lo hacíamos nosotros: una vida incierta que podía
terminar en cualquier momento. Y eso me parece un progreso.
P.– Dice ser un superviviente. Pero, ¿ha sido alguna vez
un vengativo? Sus libros Memorias y La memoria en retazos, ¿encerraron
alguna vocación de vendetta hacia viejos enemigos suyos, como en
alguna ocasión se ha dicho?
R.– En absoluto, al contrario. Una de las observaciones que
se han hecho sobre mis memorias es que no me vengo de nadie. Incluso
a personas con las cuales he mantenido una rivalidad política, en
mis memorias las trato poniendo de relieve sobre todo lo que
hicieron de bueno.
P.– Por ejemplo, ¿qué le parecen las controvertidas y
comercialmente exitosas interpretaciones históricas de un autor
como Pío Moa?
R.– Mire usted, Pío Moa, si no recuerdo mal, era un
dirigente del FRAP. El FRAP aparecía como una organización
terrorista de izquierdas, incluso comunista radical, pero –aunque
sin duda había gente honesta que creía en lo que hacía– había
personajes que eran confidentes del comisario Conesa. Que un
personaje como él escriba ahora la Historia defendiendo las tesis
franquistas me parece un poco extraño. Que un hombre se haya pasado
años de su vida defendiendo ciertas ideas llegando incluso a
justificar cosas injustificables, y que de repente vea a Dios y se
convierta... ese tipo de personas yo no acabo de com- no me da para
comprender a los conversos.
P.– ¿Son las heridas de la Guerra Civil tan purulentas
que no pueden cerrarse del todo?
R.– No lo creo. En 1976, cuando yo vine clandestinamente a
Madrid, estaba convencido de que para salir del atasco de la
Dictadura había que entenderse con una parte de quienes habían
trabajado para ella. A mí, hasta aquel momento, esas gentes me habían
parecido enemigos; sin embargo, la experiencia de la Transición me
llevó a considerar amigos a gente que había estado en el bando
franquista, y a tener con ellos una buena relación personal y
humana.
P.– ¿Considera que están del todo reconciliadas las dos
Españas que se mataron entre sí en el 36 o piensa que quedan
rescoldos sin apagar?
R.– Yo he llegado a creer que lo de las dos Españas era un
episodio histórico absolutamente superado, pero están sucediendo
cosas que demuestran que hay un sector de la derecha –un sector
muy duro, no toda la derecha, he de decir– que sigue siendo lo que
ha sido toda la vida. La saña que yo veo en los rostros de algunos
manifestantes y de algunos dirigentes políticos hace pensar que
cierta derecha española aún no ha salido del Movimiento Nacional.
P.– ¿Por qué perdieron ustedes la guerra? ¿Fue la falta
de apoyo internacional el factor clave?
R.– Sin lugar a dudas. Si la República hubiera tenido desde
el primer momento armas como correspondía por los tratados con
Francia o Gran Bretaña, la sublevación habría podido ser
derrotada en sus inicios. Sólo tuvimos el apoyo soviético, pero
eso no bastó. Y eso que tengo que decir que si Francia y Gran Bretaña
nos hubieran apoyado, el Partido Comunista habría tenido en España
mucho menos influencia de la que tuvo...
P.– En una entrevista, usted dijo que la matanza de 2.000
personas en Paracuellos no había sido tanto drama, en una guerra en
la que morían miles y miles. Me pareció un poco cruel como
frase...
R.– Y es normal que se lo pareciese. Usted no vivió aquella
guerra, ni aquella época; felizmente para usted, vivió otra. Y no
puede imaginarse lo que era Madrid. Y le voy a decir algo: la verdad
es que, de lo de la matanza famosa de Paracuellos, a mí nadie me
imputó eso hasta que no me convertí en secretario general del PCE,
qué casualidad, ¿verdad? Y sin embargo, para ser sincero y para
intentar zanjar de una vez esta cuestión, he de decir que yo no sabía
ni que existía un pueblo llamado Paracuellos hasta mucho después
de que se produjera la matanza. Yo no tuve nada que ver con aquello.
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