El Bermejino - Noviembre
2004.
VARIOS.
DESGRACIA
Carta
abierta al Director de El Bermejino
Por J.M.
Me dirijo a usted, querido amigo, desde la
estupefacción y la indignación más absolutas. Me resulta muy difícil
encontrar una justificación y por eso, como menciano, se la pido a la
publicación, en El Bermejino de Octubre de 2004, del artículo
“Funcionarios de la historiografía ¿Jornadas de “historia”
local?”, cuyo autor me niego a mencionar aquí. El estupor y la
indignación no me han surgido ante la sarta de barbaridades, ofensas,
insultos y provocaciones que a cualquier persona de “buena voluntad”
seguro que le ha provocado la lectura de semejante vileza; no, a estas
alturas de la vida pocas acciones humanas nos sorprenden. El estupor y
la indignación me los ha producido ver manchadas con semejante libelo
infamatorio las páginas de El Bermejino –que representa mucho más de
lo que ninguna persona individualmente pueda considerar, sencillamente,
porque este periódico recoge, en buena parte, el alma de todos los
mencianos (o así debería ser)-. Porque no se trata de una opinión
razonada, justificada y respetuosa, con independencia de que las
compartamos o no –como suelen ser las opiniones de las personas
cabales-; no, el contenido de dicha publicación resulta ser una
embestida feroz, un insulto grosero, una sinrazón desbordada por el
rencor y el odio de una bestia encabritada, el vómito de una mente
emponzoñada, contra todas aquellas personas que, desde la generosidad y
la humanidad, viven y sienten la vida como un acto permanente de
solidaridad con los más débiles. Yo no soy historiador, pero me he
sentido profundamente ofendido ante tanta impiedad, ante tanta
inmisericordia, ante tanta maldad. Porque yo sí creo en la gente
honrada, en la gente honesta y que trabaja y se identifica con los
olvidados, con los parias, con las víctimas de la violencia, con las víctimas
de siempre: los que menos tienen, los más indefensos, los olvidados,
los que no tienen voz, aquellos que sistemáticamente son o han sido
avasallados, atropellados y eliminados.
¡Qué desgracia!, que las páginas de El Bermejino
hayan sido mancilladas tan groseramente con la hiel de la intolerancia y
el fanatismo de un individuo (¿o habría que decir individuos?) que no
sólo insulta, ofende y arremete impunemente contra todo lo que no le
gusta, sino que además tiene la desvergüenza de burlarse de todos a
los que considera sus oponentes ideológicos. No se puede dar cobertura
material ni moral a una cascada de ofensas tan brutal en una
publicación oficial que, además, se autodenomina “Órgano Interno de
Difusión de la Comisión Municipal de Cultura” de Doña Mencía.
Cualquier publicación oficial tiene la obligación de revisar los
escritos que recibe y desestimar aquellos que no se ajusten o no
respeten las normas básicas de convivencia democrática de la sociedad
que los mantiene y acoge; de lo contrario, se están abriendo las
puertas de la igualdad humana a los que se mofan de ella. Por eso me
siento especialmente involucrado en este asunto, porque ese panfleto
representa un ataque frontal injustificado a todo aquello en lo que
millones de seres humanos de izquierda (sí, de la izquierda de la que
se burla el autor y a la que responsabiliza de todos los males) creemos
y practicamos diariamente: la solidaridad, la tolerancia, la justicia,
la igualdad, la lucha por la paz, el consenso, el diálogo, los derechos
humanos... y el respeto a los demás. Usted, querido amigo y director de
El Bermejino, es por definición el responsable último de este
atropello moral y humano. Como también lo es de que semejante
“despojo de palabras” haya sido ilustrado con dos fotografías que
parecen (¿o realmente pretenden?) querer imputarnos a todas las
personas que honestamente nos sentimos de izquierdas semejantes sucesos
remotos y execrables.
¡Qué desgracia, y qué vergüenza para todos los
mencianos y mencianas, que un Bermejino con ese baldón ya esté
archivado para siempre en la Biblioteca Nacional! Como miembro de la
Redacción –condición de la que me enorgullezco- le ruego publique
una Nota en la que, además de dar una explicación en nombre del equipo
redactor, deje constancia explícita del no alineamiento de El Bermejino
con aquéllos que ofenden, insultan y denigran a otros seres humanos por
el simple hecho de pensar de modo diferente.
Desde el convencimiento de que usted subscribe toas
mis palabras, le envío un respetuoso y cordial saludo.
J.M.
Catedrático de Psicología de la U. A. de M.
P/D. En esta carta, he evitado deliberadamente
cualquier análisis del contenido del artículo referido. Me he quedado
tan impresionado ante tanta maldad y ruindad moral, que en este momento
no me siento con ánimo para entrar en el lodazal de su discurso.