El Bermejino - Octubre
2004.
OPINIÓN.
FUNCIONARIOS
DE LA HISTORIOGRAFÍA ¿JORNADAS DE "HISTORIA" LOCAL?
Por J.M.
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Andan incordiando, escarbando, sacando
fantasmas o inventándolos, en su defecto, de la misma forma que
otros falsean los hechos históricos –pasados y presentes, que
todo es historia-, para perturbar el equilibrio –inestable, pero
equilibrio- de la sociedad de nuestro pueblo. Es una sola cabeza
con múltiples tentáculos. Y por la esquizofrenia que delata es
el pulpo marxista. Con un tentáculo derribo, el muro de Berlín;
con otro levanta el de los judíos; con otro, derrama mensajes de
solidaridad, paz, tolerancia, alianza de civilizaciones, libertad,
consenso y diálogo: con otro organiza las maniobras
antimundialistas: con otro,
organiza las maniobras antimundialistas: con otro, mantiene vivo
el recuerdo de reconocidos criminales que dicen lucharon por la
libertad; con otro habían de antidiscriminación; con otro azuzan
todos los separatismos; con otro atacan los valores tradicionales
de nuestra sociedad; con otro hablan de los derechos de la mujer;
con otro hablan la apertura a la civilización islámica
(paladines en la defensa e igualdad de la mujer) y alianza de
culturas. |
No es una paranoia de las confabulaciones cósmicas,
simplemente se intuye la acción de ese pulpo gigante que encienden una
vela al diablo y la otra también.
Toda la campaña de moda –sociedad, agrupaciones,
jornadas, folletos, historietadores de “reconocido prestigio”,
programas televisivos, sesudos artículos, coloquios... –sobre los
muertos del franquismo no ha nacido de un impacto sideral, como dicen
que se creó el universo, sino de una forma organizada, metódica y con
mucho dinero para pagar todo ese pesebre de asociaciones, periodistas,
historiadores y corifeos.
De hecho, el buen profesor no es un historiador
propiamente dicho, sino más bien un miembro del no muy ilustre gremio
de funcionarios de la historiografía, mucho más relacionado con el
erario que con la investigación independiente. No es que entre los
profesores no haya historiadores independientes, por supuesto. A lo que
me refiero es al mandamaseo de un nutrido grupo de funcionarios que
desde hace dos décadas intentan acaparar tanto el dinero público
(subvenciones, congresos, etc.) como la presencia en los medios;
funcionarios empeñados en una oficialización de la historia
perfectamente indiferente a la espinosa cuestión de la verdad.
Cuantos sigan con un mínimo de atención el
desarrollo político de España se habrán dado cuenta de que desde hace
algún tiempo las gentes que pueblan el sector de la izquierda
aprovechan cualquier acto o momento para hablar de lo necesario que es
utilizar la “guerracivilismo” si queremos consolidar nuestra joven
estructura democrática. Visto, escuchado y leído casi todo lo que
sobre este tema se ha publicado, dicho y expuesto por los expertos en
esa materia, me atrevo a decir que la “memoria histórica” –tal y
como la entienden nuestros hombres de izquierda- consiste en recordar y
sacara a colación cuanto de malo o erróneo haya protagonizado la
derecha española en los últimos cien años, y sobre todo en los
cuarenta del franquismo, al tiempo que se olvidan o minimizan las
maldades y equivocaciones de la izquierda en ese mismo período de
nuestra historia. Una izquierda, tan anacrónica que sus intelectuales,
para expresarse, no envían folios sino que mueven el vaso sobre una
tabla “oui-ja”, que emplea como excusa la necesidad de una catarsis
para intentar mantener abierto el frente del Ebro. Lo llaman recuperación
de la “memoria histórica”. Que en su caso es selectiva, puesto que
jamás recuerda las “checas”, ni las fosas comunes de Paracuellos,
ni los “paseítos” de las milicias comunistas, ni la violación roja
que a partir de Octubre del 34 dejó planteado el tablero bélico, ni la
infiltración estalinista “Viva Rusia, muera España” con la que estábamos
abocados a convertirnos en la única nación-esclava de la URSS a este
lado europeo del telón de acero. Los partidarios de tal clase de
“guerracivilismo” demuestran en cuanto pueden que ellos no aceptan
la legitimidad democrática de las personas y las organizaciones que no
compartan sus puntos de vista sobre lo que pasó o se hizo en España
antes de 1978. Es decir, de hecho mantienen el enfrentamiento que provocó
en 1936 la violenta ruptura de nuestra convivencia. No han superado
–ni quieren superar- el clima bélico de aquellos años. Lo único que
pretenden es lograr en los ámbitos ideológicos la victoria que no
supieron o no pudieron conseguir en los campos de guerra, alcanzar ese
resultado –que creen que prácticamente ya está en sus manos- no
reparan en utilizar cualquier clase de recursos. Uno de ellos es el de
utilizar a “sus” muertos como armas arrojadizas contra quienes
lamentamos profundamente su muerte, sobre todo si se produjo de forma
injusta y alevosa, pero entendemos que la mejor manera de honrarla es
que –dentro de nuestra memoria- descansen en paz junto a quienes
tuvieron igual fin aunque en vida defendieran ideas y posturas políticas
contrarias.
Con su peculiar “memoria histórica” ¿qué
pretenden? ¿Hacerse cómplices de tan aberrantes escarnios y pedir perdón
por ellos, o convertirse en verdugos de quienes los juzgaron y
sancionaron hace cincuenta o sesenta años? Este afán por mezclar pájaros
con peces no tiene altura política, denuncia bajos instintos
revanchistas y parece encubrir ciertas ansias comerciales de dinero y de
votos y también profesionales con pago de poltronas y títulos que en
su ambiente diario, ya sea profesional o social, no le es reconocido y
se creen el ombligo del mundo.
Las condenas arbitrarias tan abundantes en los últimos
tiempos sólo reabren las viejas heridas y odios, labor en que está
empeñada gente anclada en el rencor, con una desvergüenza e
irresponsabilidad, ahora, a casi setenta años de distancia van buscando
y exponiendo seudo-documentales años tras año de fosas e interés por
la necrofilia, “historiadores” que necesitan una debida atención médica
o me atrevería a decir psiquiátrica.
Sigan así, ya sabemos que eso son los problemas más
apremiantes que tenemos en nuestro pueblo, pueden que los muertos se les
vuelvan en su contra.