Ahora
que está tan de moda por todo el arco de las fuerzas políticas
izquierdosas, socialistas, comunistas, nacionalistas,
separatistas, republicanas, anarquistas y demás flora y fauna
del rojerío rampante, de querer lo que ellos llaman,
“recuperar la memoria histórica”, después de 67 años de
haber sido derrotados por el Ejército Nacional comandado por
el Generalísimo Franco, insisten en mantener abierta la
herida, que ya estaba cicatrizada, con un afán, no se sabe si
consciente o inconsciente, de ajustar cuentas, buscando la
revancha y el desquite. Y para ello se dedican a falsificar la
historia, para intentar engañar a los que no vivieron la
Guerra Civil, a los profanos e incautos, y como último
objetivo dar la vuelta al desenlace de la contienda, para
obtener, por lo menos moral, que borre la derrota que
sufrieron por las armas. Y es que la izquierda no ha digerido
todavía que si perdió aquella guerra fue principalmente por
los muchos errores que se cometieron en su bando. Y trata por
todos los medios de invertir los resultados.
Como
también parece que sufren una peligrosa amnesia, es cuestión
de que empecemos a hacerles que recobren la memoria, de la que
saldrán muy mal parados si quieren establecer comparaciones
con los “facciosos y fascistas”. Las iglesias y los
conventos los quemaron los que hoy benévolamente se les llama
“republicanos”. Los asesinatos de sacerdotes, curas y
monjas, en elevadísimo número, están en su haber. Las
checas las “inventaron” y pusieron en marcha estos
“angelitos” milicianos. Los que expoliaron y abrieron las
cajas de los Bancos, los que vergonzosamente robaron el oro de
todos los españoles para dárselos a Stalin -el
cual se mofó de tan generosos y dadivosos amigos-, los crímenes de la Cárcel Modelo, los asesinatos masivos de
Paracuellos de Jarama, los “paseos”, las incautaciones de
fábricas, coches, joyas y bienes en general de los
ciudadanos. Las profanaciones de tumbas de religiosas y
exposición de los cadáveres de las Salesas de Barcelona, el
simulacro de fusilamiento del Sagrado Corazón de Jesús,
colocado en el Cerro de los Ángeles, siendo destruido y
denominado el lugar como cerro Rojo. La mayor persecución
religiosa de la historia la protagonizaron los antecesores de
esos que ahora exigen que la Iglesia les pida perdón...
Escritores e historiadores no sospechosos precisamente de
franquistas, han escrito sobre esta gran persecución a la
Iglesia y a la religión. Veamos:
“Posiblemente,
en ninguna época de la historia de Europa, y posiblemente
del mundo, se ha manifestado un odio tan apasionado contra
la religión y cuanto con ella se encuentra relacionado.” (Hugh
Thomas).
“La
persecución de la Iglesia católica fue la mayor jamás
vista en Europa occidental, incluso en los momentos más
duros de la Revolución francesa.” (Stanley
G. Payne).
“Los
revolucionarios llevaban meses ensañándose con la Iglesia
y sus sacerdotes. Nadie que tenga a la vez buena fe y buena
información puede negar los horrores de esta persecución.”
(Salvador
de Madariaga).
“Los
primeros tres meses de la guerra fueron el período de máximo
terror en la zona republicana. Las pasiones republicanas
estaban en su cenit. Los sacerdotes fueron las principales víctimas
del gangsterismo puro.” (Gabriel
Jackson).
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Habrá
que refrescarles la mente a esa pléyade de mindundis,
vengativos y badulaques, con la mención de las checas, esos
hoteles de 5 estrellas que pusieron al servicio de los que
iban a misa, de los empresarios, de los conservadores, de los
estudiantes, de los “fascistas” y de las personas
consideradas de orden.
ARRIBA
La
checa era una institución soviética al servicio del terror y
de la represión política. Verdaderos centros de tortura,
asesinato y violación de los derechos humanos, que durante la
guerra disponían los milicianos de partidos y sindicatos de
izquierda, sobre todo en las grandes capitales, en el que se
encerraba y torturaba sistemáticamente a personas de
derechas, católicas o simplemente sospechosas. Normalmente
eran conocidas por el lugar que se encontraba o su titular. El
vocablo checa, cheka o tcheca, es la abreviatura
de las palabras rusas Chreswychainaya Konissiya, que
significan: Comisión extraordinaria. En la URSS se crearon
las checas para combatir la contrarrevolución y se
integraron orgánicamente en la Gosudarstuennoe
Politicheshoe Upraveliene más conocida, por las iniciales
G.P.U., la famosa Gepeú soviética, que traducido es
“administración Política del Estado”.
La G.P.U. fue encargada de asesorar al Gobierno de
la República para establecer en España el SIM (Servicio de
Investigación Militar) y su red de checas, una vez que se
aprobó el plan de Indalecio Prieto, ministro de Defensa, para
establecer un aparato represivo cuyo objetivo era sanear la
retaguardia de colaboradores del Ejército de Franco.
ARRIBA
La más
importante y terrorífica. Estaba en los sótanos del Círculo
de Bellas Artes, de la calle de Alcalá,
40 hasta el 25 de octubre de 1936 y después en un
palacio de la calle de Fomento, 9. Actuaba como
Comité Provincial de Investigación Pública, creado por
iniciativa de Manuel Muñoz Martínez, Director General de
Seguridad el 4 de agosto de 1936 y diputado de Izquierda
Republicana y masón del grado 33. Así pues, era una checa
que se creó a partir de las instituciones del estado y la
mantenía a el gobierno frentepopulista. Estaban treinta
personas del Frente Popular que formaban seis tribunales
que tomaban decisiones de vida o muerte inapelables, sin
procesos ni garantías. Contra su decisión no había
recursos y eso que a veces dictaban numerosas sentencias en
media hora. Si el detenido era considerado culpable se
escribía en su sentencia la palabra "libertad"
seguida de un punto y se le invitaba a irse a casa, pero a la
salida le esperaba un grupo de milicianos que en un automóvil
lo llevaban de "paseo" y lo asesinaban. Esta checa
participó en los asesinatos selectivos de la Cárcel Modelo
de Madrid del día 22 de agosto de 1936 e incluso el citado
DGS Manuel Muñoz se negó a intervenir pese a que fue
requerido para parar la matanza. El tesorero de dicha
checa Virgilio Escámez Mancebo -de Izquierda Republicana de Azaña- acudía casi a diario al director general de
Seguridad para entregarle parte de lo saqueos ya que los
tribunales obtenían su retribución de los resultados de las
incautaciones, hasta el punto de que algunas detenciones se
hacían por intereses puramente económicos.
ARRIBA
Tenía
su sede en la misma Dirección General de Seguridad y era tan
pública que el ABC los calificó como "héroes de la
retaguardia" y afirmaba que entre sus servicios
destacaban "500 detenciones en un par de semanas"
(ABC 9/8/36). Sus principales miembros eran el
guardia de asalto Valero Serrano Tagüeña, Eloy de la Figuera,
León Barrenechea, Francisco Roig y Carmelo Olmeda (alias Tarzán). Los
grupos mandados por funcionarios cometían normalmente los
asesinatos en la zona de la Ciudad Universitaria de Madrid.
Incluso actuaron como asesores en la depuración en Albacete.
ARRIBA
Sita
en el palacio de los condes de Casa Valencia, antigua sede de
Renovación Española. Actuaba oficialmente como Primera
Compañía de Enlace del Ministerio de Gobernación,
dependiente de Ángel Galarza y era dirigida por Alberto Vázquez
Sánchez. Tenía dos delegaciones, en las calles Fernández
de la Hoz, 7 y Caracas, 17. Vinculada de la Inspección
General de Milicias Populares y dirigida por el comandante
Barceló, bajo el directo control de su subordinado Justiniano
García. Los miembros venían de las milicias del Círculo
Socialistas del Sur de Madrid y solían hacer las
ejecuciones, previa tortura, en los altos del Hipódromo y en
la pradera de San Isidro. Las joyas que robaban las fundía
un miliciano que las repartía entre la checa y el Director de
Seguridad Manuel Muñoz. Cuando el Gobierno huyó a
Valencia, Ángel Galarza organizó la checa de Santa Úrsula,
junto a las torres de Quart de la capital levantina.
ARRIBA
Situada en
los números 18 y 20 de la calle de Narváez, donde estaba el
colegio del Sagrado Corazón. Era el Ateneo Libertario
de Retiro de la CNT, y dirigida por Mariano García Cascales.
En octubre se trasladó a un local más amplio, el restaurante
Cóndor de la calle Jorge Juan, 68.
ARRIBA
Actuaba
en la Iglesia ubicada en los números 72 y 74 de la calle de
San Bernardo. Desde el 22 de julio actuaba como Radio 8
del PCE y dirigida por Agapito Escanilla de Simón. Tenía
delegaciones en el número 7 de esa calle y en el número
27 de la calle Princesa, y la llamada Fundición Pasionaria,
sita en la ronda de Atocha, en la cual además se fundían los
materiales robados en los registros domiciliarios, y que fue
muy frecuentada por La Pasionaria.
ARRIBA
Sita en la
calle Ferraz, 16. Vinculada el Ateneo de Vallehermoso,
actuaba como un Comité de Abastos de la CNT. Posteriormente
se trasladó a la calle de Serrano, 14 por la proximidad del
frente de batalla a la calle Ferraz. La dirigía Carmelo
Iglesias Muñoz, pero era controlada por el jefe de la de
Fomento, Manuel Ramos.
ARRIBA
Comandancia
de la Guardia Nacional Republicana y sede de una comisión
“depuradora” de la Guardia Civil. Se hallaba en la
calle de Santa Engracia, 18 y estaba dirigida por el teniente
García Gumilla. El 19 de noviembre de 1936 asesinaron
juntos a 53 guardias civiles en las tapias del cementerio del
Este, hoy de La Almudena.
ARRIBA
Estaba en
el arroyo del Abroñigal, junto al puente de Ventas, y a su
frente estaba el temido y tristemente famoso, Antonio Hurtado
Fajardo, conocido como El Chato de Ventas
ARRIBA
Funcionaba
en el Salón Regio de la estación de Atocha, pero en octubre
del 36 se trasladó a la calle del Príncipe de Vergara, 9.
La dirigían las Milicias Ferroviarias de la CNT, estando al
frente Eulogio Villalba Corrales.
ARRIBA
Era el
Ateneo Libertario de Tetuán, que ocupaba el cine Europa de la
calle de Bravo Murillo,150. Actuaba en esta checa Felipe
Emilio Sandoval Cabrerizo, conocido como Doctor Muñiz, que
también fue miembro de la Checa de Fomento.
ARRIBA
Dirigida
por Cándido Bartolomé del PCE, e instalada en el
edificio del Convento de Clausura de las Religiosas de la
Concepción Jerónima.
ARRIBA
El
socialista Agapito García Atadell, con el beneplácito de las
autoridades republicanas, instaló su checa en un palacio del
Paseo de la Castellana, que al igual que otras checas, empleó
los archivos del Ministerio de la Gobernación para perseguir
a gente de derechas y católicos e incluso funcionaba con
policías nombrados entre milicianos dispuestos a realizar los
crímenes. En la prensa de Madrid eran frecuentes los
elogios a la Brigada de Atadell e incluso la publicación de
fotografías de visitas de personalidades políticas y
parlamentarias del Frente Popular, que incluso le hacían
visitas oficiales. Su segundo jefe era Ángel Pedrero
García y sus jefes de grupo eran Luis Ortuño y Antonio
Albiach. Esta checa liquidó algunos enemigos políticos
de Ángel Galarza y Largo Caballero. Realizó numerosos
saqueos en viviendas y oficinas y se beneficiaba de una red de
delatores entre porteros de fincas urbanas. En octubre
de 1936, García Atadell con dos cómplices, Luis Ortuño y
Pedro Penabad, huyó de España con el botín que había
acumulado, pero fue arrestado en Santa Cruz de La Palma
(Canarias). Marchaba a Hispanoamérica tras vender el
botín en Marsella, pero no supuso que el barco hacía escala
en la española isla de La Palma y ahí podía ser detenido al
ser territorio español, siendo finalmente ejecutado en
Sevilla. Fue vituperado al final por los propios
partidarios de la zona republicana por su extremada crueldad,
aunque nunca habían actuado contra él ni frenaron la actuación
de las otras checas.
ARRIBA
Sita en un
chalet llamado "El Castillo" de la calle Alonso
Heredia, 9. En ella era habitual aplicar hierros al rojo
vivo y arrancar las uñas de los dedos de las manos y de los
pies. También intervinieron en ella delincuentes comunes
liberados por el Frente Popular, como Jacinto Vallejo y Román
de la Hoz Vesgas (alias El vasco). También se
dedicaron al saqueo de viviendas y palacios.
ARRIBA
Instalada
en un piso incautado de la calle del Marqués de Cubas, 19.
La dirigía Elviro Ferret Obrador, del Partido Sindicalista. Se
practicaban numerosas torturas e incautaciones. Entre
otros muchos fueron asesinados Emilio Llopis Roig, Manuel
Lagunillo Bonilla, Juan Vázquez Armero, Carlos Pajares Bectas
y José Sureda Hernández. Incluso “eliminaron” a Manuel
Espasandín Bouza, militante del Frente Popular que acudió a
interesarse por otro detenido y que por ello también fue
asesinado. Elviro Ferret participó en el asesinato masivo de
presos en la Cárcel Modelo del 22 de agosto de 1936.
ARRIBA
Situada
en la calle Fuencarral, 103 de Madrid, en el Palacio propiedad
del conde de Eleta que fue incautado por el PSOE. La
dirigía el policía jefe de la escolta del embajador de la
URSS en España, Anselmo Burgos Gil junto con David Vázquez. Causó
numerosos asesinatos de monjas y ciudadanos católicos. Julio
de Mora dio órdenes en agosto de 1936 de que se abrieran
fosas en el pueblo de Boadilla del Monte para enterramientos
masivos de asesinados.
ARRIBA
Dependía
del director general de Seguridad Manuel Muñoz. En
septiembre de 1936 se integró, con las mismas acciones de
secuestro, tortura y asesinato, en el cuartel general del
teniente coronel Mangada en la Casa de Campo y luego en
Palacio.
ARRIBA
Loreto
Apellániz García fue el “más eficiente” jefe del SIM
(Servicio de Investigación Militar) de Valencia.
Los nacionales lo consideraron como «el más cruel de
los agentes republicanos». Hombre con cara de pocos amigos,
pero de gran intuición e inteligencia aguda, realizó una
carrera meteórica en el Ejército Rojo y en los servicios de
contraespionaje. Consiguió crear una tupida red de
agentes y delatores de gran eficacia que actuaban dentro de
las checas .
Al
terminar la guerra su nombre figuraba el primero en las listas
franquistas de las personas buscadas, ya que se le consideraba
como el más brutal y despiadado de los cabecillas del SIM, al
que se atribuía la responsabilidad de todas las checas de
este organismo durante el último período de la lucha civil.
Fue detenido por militares republicanos tras el golpe del
coronel Casado en marzo de 1939 y encerrado en la cárcel
Modelo de Valencia, cuyo director, Tomás Ronda, se negó a
liberarlo y lo entregó a los nacionales en un intento de
reconciliarse con ellos y conseguir su perdón. Al ser ocupada
la ciudad por las tropas franquistas fue capturado en la
propia prisión, juzgado sumariamente y condenado a muerte.
Fue ajusticiado a principios de abril de 1939 junto al resto
de sus colaboradores.
Ante
el irrefrenable avance de las tropas nacionales y la, al
parecer inminente, caída de Madrid en poder de dichas
fuerzas, el Gobierno republicano -el
presidente de la República ya lo había hecho días antes- decidió, el 6 de noviembre de 1936, abandonar la capital del Estado y
trasladarse a Valencia. Para el común de las gentes, la
noticia solo tenía una connotación: miedo. Así pues, varios
agentes rojos que habían actuado en las checas madrileñas se
trasladaron a la capital del Turia, donde prosiguieron su
trabajo. Entre los que habían alcanzado fama en Madrid, se
encontraba el ya citado Agapito García Atadell.
ARRIBA
Una
de las checas de más triste memoria para muchos valencianos
se instaló en el interior del convento de Santa Úrsula,
justo a la espalda de las torres de Quart, en la plaza del
mismo nombre. Estuvo dirigida durante un tiempo por el
comisario Juan Cobo; el comandante republicano Justiniano García,
jefe de la escolta del ministro Galarza; el capitán de
milicias Alberto Vázquez y sus dos hermanos, y otros que habían
ejercido mando en la checa madrileña de la calle del Marqués
de Riscal, de donde procedían. Como técnico con amplia
autoridad figuraba, entre otros extranjeros, un individuo de
nacionalidad rusa que usaba el nombre de Peter Sonin, así
como su mujer, Berta, cuya actuación alcanzó notoriedad en
Valencia. Tal vez el personaje más emblemático que pasara
por esta checa fue el abogado Jesús-María Domingo Abargues,
destacado miembro de la Comunión Tradicionalista en Gandía,
que fue sometido durante tres meses a toda clase de torturas y
vejaciones. Al abandonar la checa aparentaba ser un anciano y
el pelo lo tenía todo blanco, a pesar de que sólo contaba 31
años de edad.
Por dicho convento pasaron muchas personas para ser
interrogadas, como fue el caso del periodista, abogado,
escritor y político Luis Lucia Lucia, fundador de la Derecha
Regional Valenciana (DRV), partido demócrata cristiano. Tras
el golpe militar del 18 de julio, se adhirió a la causa
republicana, lo que no impidió que fuese detenido y enviado a
esta checa, donde fue interrogado, aunque en ningún momento
sufrió maltrato físico debido a su condición de antiguo
ministro de la República, en la cartera de Comunicaciones y
Obras Públicas, en los gobiernos del 6 de mayo de 1935, 25 de
septiembre de 1935 y 29 de octubre de 1935, hasta diciembre
del mismo año, en el que ocupó el ministerio de Obras Públicas,
Cirilo del Río Rodríguez. Igualmente pasó por esta checa el
periodista José Ombuena Antiñolo, que fue incomunicado en
una reducida, oscura y sombría celda cuyo suelo estaba
ocupado por afiladas puntas de ladrillos y cubierto por una
fina capa de agua. Acurrucado, sin posibilidad de moverse o
cambiar de posturas y con una escasa alimentación, estuvo allí
varios días hasta que fue puesto en libertad. Su experiencia
fue tan traumática y dolorosa que nunca quiso hablar de ella,
ni siquiera a sus familiares y amigos más allegados. Por
pertenecer a la quinta columna fue detenido y enviado a esta
checa el maestro Justo de Ávila Sampascual, que era miembro
de Falange Española
de la JONS.
ARRIBA
La checa
de la calle de Sorní, 7 se creó poco después del
pronunciamiento militar y más tarde formó parte de la red de
centros del SIM del Ejército de la República. Consiguió
fama allí el ya citado Loreto Apellániz. Por allí pasó el
aristócrata y terrateniente Federico Espinosa de los
Monteros, que fue maltratado durante tres meses. Bajo la
responsabilidad de Apellániz fue atado al respaldo de una
silla, donde le fueron retorcidos los órganos genitales,
tortura que le provocó una grave orquitis. Igualmente
fue interrogado y torturado el doctor José Luis Maíquez
Noguera, destacado dirigente de la derecha local. También
recibió palizas el estudiante Jesús Sancho-Tello Mercada.
Fue detenido y encerrado en la checa, donde fue torturado por
ser miembro de las Juventudes Católicas.
ARRIBA
Tomó este
nombre por estar situada en la calle del Grabador Esteve,
junto al viejo cauce del río, donde sufrió tortura la
religiosa seglar Carmen Viel Ferrando, quien en enero de 2001
fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en el Vaticano. La
detuvieron los milicianos el 2 de noviembre de 1936 y fue
enviada a esta checa, donde sufrió torturas a causa de su
actividad pastoral, y fusilada en la carretera del Saler la
noche del 4 al 5 de noviembre, cuando tenía 42 años.
ARRIBA
También
de triste recuerdo fue la checa instalada en el Colegio del
Sagrado Corazón de Jesús de la calle Navellos, junto a la
plaza de la Virgen, por la que pasaron numerosas
personalidades de la vida cultural, económica y artística
valenciana, consideradas de derechas.
ARRIBA
Situada
en el colegio de los Escolapios, fue denominada preventorio número
1, dependiente del SIM. Pasó por esta checa el estudiante de
Medicina y miembro de la Falange valenciana Francisco Aparici
Mocholí, que el 18 de julio se adhirió al pronunciamiento
militar. Asimismo fue enviado a esta checa el sacerdote
escolapio José Antonio Puche, quien, tras ser detenido
por los agentes del SIM, fue enviado al barco-prisión Rita
Sister, atracado en el puerto de Valencia. De allí pasó, el
1 de junio de 1938, al preventorio número 1, donde permaneció
hasta el 21 de enero de 1939 en que fue trasladado a la cárcel
de Alicante. Durante el tiempo que permaneció en la checa
celebró numerosas misas e incluso impartió ejercicios
espirituales a los detenidos. Igualmente se encontraba el
religioso franciscano Buenaventura Yagüe; el comerciante
italiano Querubino Valsangiacomo; el empresario Fernando García
Berlanga, hermano del que más tarde sería cineasta Luis García
Berlanga; el periodista monárquico Andrés Revez, redactor
del periódico ABC de Madrid.
ARRIBA
Tal
vez una de las checas más activas fue la que se estableció
en el colegio de los Escolapios de Gandia, situada en el
edificio de la antigua Universidad de esta ciudad, creada por
los jesuitas en el siglo XVI. Allí fue instalada en las
primeras semanas de la guerra civil una checa donde eran
internados «los que por su ideal político, posición económica
o ideas religiosas, eran considerados enemigos de la causa
roja». Al frente de ella se encontraba Roberto Espinosa Verdú,
que como delegado del gobernador civil de la provincia de
Valencia, actuaba como jefe. Conjuntamente con éste ejercían
también la máxima autoridad los hermanos Ramón y Andrés
Perelló Peiró, José María Castellá Lloret, Enrique
Ballesteros Valero, Antonio Azcón Cornell, José
Pedraza Lillo, Rafael Pérez Martí, Benjamín Bravo Morales,
Benjamín Benedito y José Fayos. Entre los que fueron bárbaramente
maltratados estaban el padre rector de los jesuitas, Tomás
Sitchas; el padre Constantino Carbonell; los hermanos jesuitas
Grimaltos y Gelabert; el doctor José Melís y el obrero
Pascual Moreno y otros muchos que luego fueron asesinados.
ARRIBA
De todos
los procedimientos con que se ejerció la represión política
en Madrid, Valencia y Barcelona, el de las checas fue el más
cruel e inhumano debido al refinamiento con que en ellas se
logró la tortura física y psíquica de las víctimas. Y ello
tenía que ser forzosamente así porque estos centros fueron
estudiados intencionadamente y en ellos se aplicaron unas técnicas
más que refinadas para facilitar el éxito del arte de la
tortura.
ARRIBA
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