Memoria
Histórica.
Víctor
Pradera Larumbe (1873-1936). |
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Por
Eduardo Palomar Baró.
Nació en Pamplona. Estudió la carrera de
Derecho en la Facultad de Madrid. También cursó la
carrera de Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos.
Desde muy joven, su vocación por la política le
llevó a desempeñar el cargo de diputado electo por
la provincia de Guipúzcoa. En 1899, con veintiséis
años, obtuvo su primera acta de diputado a Cortes por
Tolosa y Pamplona. Católico tradicionalista, no se
encerró en el carlismo dinástico, sino que apoyó al
rey Alfonso XIII y a la Dictadura del general Primo de
Rivera. Fundador, con Calvo Sotelo, del Bloque
Nacional, se mostró partidario de la unidad
española. Gran orador y escritor colaboró en
diversas publicaciones periódicas de su época. Sus
escritos fueron recopilados y se publicaron sus Obras
Completas en 1945, siendo autor del prólogo el
Generalísimo Franco, con consideraciones doctrinarias
y observaciones acerca del sentido del Movimiento Nacional.
En 1931
anticipó los rumbos catastróficos que se avecinaban. Cuando
José Antonio Primo de Rivera pronunció su célebre discurso
fundacional en el Teatro de la Comedia, Víctor Pradera
escribió un artículo memorable en el que reconocía las
razones del fundador de la Falange, señalando que no se
trataba de interés de grupo, sino patrimonio de la verdad
española. Apoyó con simpatía el nacimiento de Falange
Española. Se situó en planos de enlace entre las diversas
corrientes de derecha. En 1935 publicó El
Estado nuevo, que junto con el discurso de la Comedia de
José Antonio y el ensayo Anarquía o jerarquía de Salvador de Madariaga, se convirtió en
breviario político e institucional de Franco para la
articulación de su régimen.
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Detenido
por las hordas marxistas, fue llevado a la cárcel de
Ondarreta en San Sebastián, de donde lo sacaron junto a su
hijo Javier, los dos hermanos Balmaseda, el comandante
Velasco, el ex ministro de la República Diego Jalón, Juan
Lizárraga y Melchor Lacabe, para ser fusilados por las
turbas, el 4 de septiembre de 1936. Víctor Pradera se
abrazó a un crucifijo, después de afirmar su fe frente a sus
verdugos y perdonando a éstos. Pocos días después, el 13 de
septiembre, una columna del Ejército Nacional mandada por el
coronel Alfonso Beorlegui Canet y otra a las órdenes del
coronel José Iruretagoyena Solchaga, entraban en San
Sebastián, comprobando los asesinatos de varios líderes de
la derecha, tales como Honorio Maura, Joaquín Beunza y
Leopoldo Matos, cometidos días antes de la retirada de los
rojos.
El 18 de
julio de 1949, el jefe del Estado Generalísimo Franco le hizo
merced del título de conde de Pradera, por sus méritos como
“figura relevante de la Tradición”.
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