«No dieron el golpe..., pararon el golpe»


ENFERMAR DE ASCO


No me importa confesar, ni ante los jueces de aquí abajo, que son menos misericordiosos que El de allá arriba (al menos yo no he tenido una suerte tan propicia como la del director de «Diario 16», que se ha permitido insultar a un oficial procesado y el juez del juzgado número 4 de Madrid, «en un auto, considerado magistral por diversos expertos», desestimaba la querella del capitán Álvarez Arenas, justamente ofendido e indignado), que estoy dejándome el corazón en estos artículos en que comento el juicio histórico de Campamento. Como viuda de militar no puedo ser ponderada, aunque lo desearía, cuando vivo a diario, intensamente, el drama de nuestra Patria que tiene su culminación en el escenario montado por el Ministerio de Defensa en el Servicio Geográfico del Ejército.

En este tiempo pasional que vivimos no puedo dejar de acordarme de un discurso de Blas Piñar, en Sevilla, hace más de cuatro años. El presidente de Fuerza Nueva vino a decir que los pueblos, como las almas, necesitan vivir tiempos cuaresmales, tener su Semana de Pasión para encontrarse a si mismos; una catarsis providencial y necesaria. El Vía Crucis penitencial que vive España, este largo camino de amargura que dura siete años, tiene también su juicio, su Pilatos, sus fariseos, su Sanhedrín, sus negaciones, su Barrabás, su Judas, sus treinta monedas, sus corifeos, sus turbas, sus víctimas, sus crucificados...


  • El teniente Carricondo que lleva más del doble de tiempo en prisión que en servicio activo, siente el legítimo orgullo de su sangre.


  • La comida en casa de Armada reviste especial importancia por la categoría de uno de los invitados, procedente de la Zarzuela: el marqués de Mondéjar.


SEGUNDA FASE

El juicio del 23-F pasa a su segunda fase con las últimas gallardas declaraciones de los con-procesados que restaban por prestar testimonio oral, incluida la del único civil, uno de los encartados que más humillaciones ha recibido moral y materialmente, Juan García Carrés, con su personal calva- río en la prisión de Carabanchel donde hasta tres veces se intentó acabar con su vida. Este español, inmenso de cuerpo y de corazón, ha dicho una verdad tan grande como dolorosa: «Le dije -A Míláns del Bosch, el día 18 de enero cuando coinciden en la calle de General Cabrera, 15- que el Estado del 18 de julio se había derrumbado, que se habían tirado por la borda 40 años y que los que ganaron la guerra iban a ser ahora los vencidos»...

Recuerdo que me contó que en una de las primeras declaraciones en el sumario, al referirle al juez, García Escudero, luego relevado, el martirio que estaba sufriendo en la prisión de Carabanchel, entre asesinos y delincuentes de todo juez, el juez, muy impresionado en apariencia, le contestó: «¡Pero eso es inhumano!» «Usted me metió allí», le respondió García Carrés.


Del estudio de tantos hechos aparentemente desconectados entre sí se extrae una conclusión: Todos sabían que iba a producirse un golpe, y todos callaban.


No quiero dejar pasar sin comentario el «único servicio» del teniente Carricondo. El teniente Carricondo que lleva más del doble de tiempo en prisión que en servicio activo, siente el legítimo orgullo de su sangre, de su ascendencia del Cuerpo legendario. Después de salir de la Academia, el 23-F, fue su primer y «único servicio», un «servicio» que le abrió, inopinadamente, las puertas de la Historia. Nunca unos pocos han hecho tanto para devolver al pueblo español la esperanza. El pueblo, anonadado, y vuelta la espalda a los políticos, se niega, tercamente a renunciar a la esperanza, puesta la mirada en ese pelotón de soldados que quiso rescatar a España de tanta ignominia...

No así con generales como Gabeiras. Una comprende ciertas cosas leyendo sus declaraciones. El «anticipo» recibido fue el salto en el escalafón que tanto comentario suscitó, hasta el punto de que en su última aparición sonada como jefe de Estado Mayor del Ejército, en la Pascua Militar, hizo un alarde de «yoísmo» para justificar el número de puestos considerables que se saltaron en la escalilla para ascenderle a teniente general, graduación preceptiva para acceder a puesto tan relevante. En una entrevista que le hizo María Mérida, recogida entre otras, en su libro «Mis conversaciones con los generales», le dice a la sagaz periodista: «Las FAS, como el resto del pueblo español, se hicieron la pregunta de qué iba a pasar cuando muriera Franco, y, por mucho que se diga, pensó de una manera decidida que el sistema tenia que cambiar por completo...» Resignada conclusión de un general que había hecho la guerra de Liberación, y que marchó voluntario a Rusia a luchar contra el comunismo... Sus declaraciones en Campamento confirman su «conversión» ¿cumplió su «misión», «callando» en los momentos clave? ¿o porque sabía demasiado se le cesa? Me han dicho quien tiene motivos para saberlo que se puso frenético, poco menos que llamando «a mí la Legión», el 23-F, cuando Armada le dijo que se marchaba a la Zarzuela... y que puso dos o tres «cordones de segundad» alrededor de su despacho... Extrañas amnesias sufre Gabeiras. Tanto remitirse a su declaración certificada, obrante en el sumario, resulta sospechosamente intencionada y tendente a echar balones fuera. Continuas contradicciones, nerviosismo, que se traduce en el tono intemperante de la voz, innecesariamente alto, como para sordos...

ESPECIAL INVITADO

La comida en casa de Armada reviste especial importancia por la categoría de uno de los invitados, procedente de la Zarzuela: el marqués de Mondéjar. Las comidas son muy importantes en este sumario histórico: marcan rumbos... Cuando Armada se reúne con los Reyes en Baqueira Beret, se habla en la confidencia real de dar un golpe de timón, de enderezar el rumbo torcido de la nave; se habla de sustituir a Suárez y hasta se insinúa el nombre de Calvo Sotelo como presidente y Oliart como ministro de Defensa. Estas confidencias las vuelca Armada en el antes y el después de la comida del 10 de enero en la Capitanía General de Valencia, en el despacho de Miláns del Bosch. Entre esta comida y la que se celebra en casa de Armada, no se olvide, con asistencia del JEME Gabeiras, de un representante de la Zarzuela y de Pascual Gálmez, Capitán General en Cataluña, han ocurrido varios hechos trascendentes: la forzada dimisión de Suárez, ante el «supremo argumento» de Merry Gordon, Capitán General de la II Región Militar, dada la situación límite a que se ha llegado, provocada por la catastrófica ejecutoria de los gobiernos de Suárez; y se ha producido también la candidatura del sustituto: ahora ya es seguro que ocupará la Moncloa Calvo Sotelo. Porque hay un hecho clave: los socialdemócratas de Fernández Ordóñez que «obedecen» a Suárez han dado su visto bueno al nuevo candidato («de Suárez»). Han pactado con éste una tregua; de momento no se escindirán: esta tregua permitirá que varios proyectos acariciados por el marxismo vean o puedan ver la luz verde: la Ley del divorcio, la LAU y la LOAPA y quizá ese gobierno de coalición «presidido por un general» del que tanto se ha hablado durante el otoño de 1980 y para el que se han barajado nombres: es la llamada «operación De Gaulle», que cuenta con un candidato presumiblemente plausible para el PSOE y el PCE: el general Armada. Esta «operación De Gaulle» seria el trampolín para llevar a los socialistas al poder. Pilar Urbano titula por aquellos días una de sus crónicas «Felipe a la espera», recordando que cuando en Suecia llegó la socialdemocracia al poder, el rey Gustavo V llamó a Branding para ofrecerle un pacto «entre caballeros», que fue cumplido. La señorita Urbano no tenía en cuenta que Suecia no es España, y que nuestra sangre no está congelada. Tampoco tenía en cuenta que el papel del PSOE en España desde su fundación ha sido la tentación del Frente Popular por su republicanismo intrínseco, que le lleva a unirse al PCE, para dar la patada al Trono a la primera oportunidad.

Los comentarios a la dimisión de Suárez por aquellas calendas permiten adivinar una estrategia “suarista”; se habla de “gobernar en la sombra”, y de la “coincidencia” de que la dimisión de Suárez se produce justamente veinticuatro horas después de que el líder de la Democracia Cristiana europea, Tindemans, haya cenado “secretamente» con Adolfo Suárez. La impresión es que el presidente «dimisionario», «sigue». Hay otro detalle que sirve como fon- do de unos acontecimientos de excepcional importancia por su entramado turbio; nos referimos a la singular actividad de la Masonería por estas fechas: se baraja ya el nombre de Areilza como candidato a la presidencia del Consejo de Europa (37 por 100 de masones), un pago espléndido a sus «servicios» cuando recibía en París, siendo embajador de Franco, a todos los cabecillas comunistas, incluido Carrillo, y sus frecuentes invocaciones a los «Derechos del hombre», (organismo creado por la Masonería Internacional) para defender y aconsejar «pactos con la ET A»... Asimismo Suárez, justo cuando acaba de «cesar», se traslada al aeropuerto de Sevilla para entrevistarse con el masón López Portillo que hace una escala excepcional y misteriosa, al parecer, portador de un mensaje de Reagan para el expresidente Suárez. Es curiosa la atracción de Venezuela para estos políticos demócratas: Fraga que ya tuvo «contactos» en Londres, cuando era embajador de Franco, por estas fechas siente la necesidad urgente de visitar Venezuela, donde reside el Alto Estado Mayor de la Masonería hispano-parlante... Son coincidencias, misteriosas «casualidades» que inciden en los avatares... No crean que estoy hablándoles de elucubraciones; son hechos que me quedan vivos repasando la prensa de aquellos días alucinantes, y que me siento en la obligación de recordar hoy, ante el nuevo sesgo del juicio de Campamento, ya en la recta definitiva hacia su culminación con las declaraciones orales de testigos de vital importancia...

VEINTIDÓS AÑOS CUESTA TRABAJO OLVIDARLOS

Sintetizando, llegamos a una conclusión: Lo que se desencadenó en las «sugerencias» reales de Baqueira Beret fue una inclinación que ya estaba alimentada en cenas y comidas celebradas en Lérida en su etapa de gobernador militar por Armada, con lideres marxistas; cenas y comidas a las que no le obligaba el protocolo y las «relaciones públicas» más que en una mínima parte. Había un dato de fondo: veintidós años de «alter ego» del Rey cuesta trabajo tirarlos por la borda. Esto lo sabe quien tiene que saberlo. Las circunstancias ya no son las mismas: Suárez, en la sombra, ha hecho que todos respalden a Calvo Sotelo, hasta los banqueros y las centrales patronales: los grandes negocios de Suárez en los que está implicada la Banca Internacional, con grandes préstamos y créditos que no cobrarán si se produce un cataclismo, hacen el milagro. El Sistema queda de momento apuntalado. Se habla también de que hubo una invitación a la Zarzuela a comer y allí se le plantearía a Armada la nueva situación, que, de momento, no hacía necesaria la «solución Armada». Es curioso cuanto se ha hablado de las dos opciones de Baqueira Beret que podrían solucionar la crisis: una, del Rey; otra, de la Reina. El rey, al parecer, según el sumario, se inclina por un gobierno con socialistas, incluidos «un gobierno de civiles» con un militar a la cabeza; la Reina, por uno «de militares». En esto concuerdan Tejero y Miláns del Bosch, según las revelaciones que le hizo Armada al Capitán General de la III Región, en la comida famosa del 10 de enero.

«Lo malo será si a los pobres los meten, como se dice, en cárceles civiles». A esta frase contestó el hijo del coronel Ibáñez: «Si consentís eso, date de baja en el Ejercito, hazle compañía a tu mujer y ponte un letrero: de profesión, mis labores...»
Armada, «in mente», elige la opción del Rey. Y Armada decide seguir la inercia de los acontecimientos ya desencadenados. No hace nada por pararlos. Por su parte el CESID ha detectado toda la actividad clandestina de unos y otros y la traslada a las alturas. Sorprendentemente, «se deja hacer». Cada quien, de dos voluntades, piensa que cuando llegue el momento «echará el freno», «manejará» al otro. 

Por eso adquiere en mi investigación de tantos «misterios» una importancia singular la comida en casa de Armada con el ingrediente insólito del Marqués de Mondéjar. y otro visitante que permanece en la sombra: se ha dicho, en el interrogatorio a Gabeiras, que Solé Tura, ¿no podría ser Múgica Herzog, que ya estuvo en la comida de Lérida, en casa del alcalde Ciurana, con Armada? Ni Gabeiras, ni Pascual Gálmez pueden alegar ignorancia de todos estos hechos que sirven de telón de fondo al 23-F... ¿Qué le «transmitió» a Armada el Marqués de Mondéjar? De cualquier forma, Armada tomó su decisión irrevocable: seguirá hasta sus últimas consecuencias. Porque hay una clave todavía no descubierta: y si no se había pensado en él para presidir un gobierno de salvación, ¿por qué dijo el Rey cuando ya se había producido el asalto al Congreso que «Armada no es defian>? Lo malo de estas conjuras «sugeridas» es que dependen de «otras voluntades», ese gobierno en la sombra, esos hilos ocultos que manejan los acontecimientos y ordenan «obediencias» ineludibles. Del estudio minucioso de tantos hechos insólitos aparentemente desconectados entre sí, saco una conclusión y hago una pregunta: ¿TODOS SABÍAN QUE IBA A PRODUCIRSE UN GOLPE, y TODOS CALLABAN? Resultan reveladoras las declaraciones de Alfonso Guerra reproducidas por la prensa española el 24 de marzo de 1981. Un periódico tan alejado del meollo de la cuestión («La Tarde», decano de la Prensa Tinerfeña) publica las palabras de Guerra con motivo del mitin de la Federación Socialista Madrileña un mes después del 23-F: «Guerra dijo que no fue una casualidad que él dijese en público, cinco días antes de la dimisión, que Adolfo Suárez debla continuar a la cabeza del Gobierno. Reveló que para entonces el PSOE tenla informaciones sobre conspiraciones golpistas y para demostrarlo citó textualmente algunos párrafos del Informe que en enero, principios de febrero, remitió el partido al Consejo Federal del mismo». Una se pregunta por qué, sabiéndolo, calló el PSOE, y la respuesta es: los socialistas veían en este golpe su «salto al poder». Incluso se sabía el día y la hora: lo sabían todos los parlamentarios «que lo tenían que saber».

LAS ULTIMAS DECLARACIONES

Las declaraciones de los otros tres testigos del general, avalan todo lo visto y oído en el juicio. Juste, que en sus declaraciones repite como un calco lo que confió a Pilar Urbano en aquellos «papeles de la Acorazada», tiene que aguantar encima el desdén y las espaldas vueltas de sus compañeros. Gabeiras quedó «inútil» para futuras «colaboraciones»... y Sainz de Santamaría que no goza del menor prestigio entre sus compañeros, hizo «enfermar de asco» a Miláns, que, no pudiendo soportar el espectáculo, inició la desbandada de procesados, defensores, codefensores y militares de las comisiones asistentes y familiares, en un clima de tensión que subrayaban los sonoros portazos de unos y otros, como un reto al Tribunal, lo que sólo beneficia al tribunal popular que se ha montado por las fuerzas subversivas que operan en España, impunemente, impulsadas quizá por un miedo que lo tienen metido en los huesos desde aquel 23-F y que les da repeluzno.

Esto les llevará a las mayores atrocidades. Como un choque espacial de meteoritos. Por lo pronto hay una decisión por parte de estas fuerzas, las que vociferan y las que dirigen en la sombra: si la sentencia «no gusta», habrá un segundo juicio «civil».

El hijo del coronel Ibáñez me comentaba no hace muchos días la «conformidad» con que un militar «amigo» le había sugerido: «lo malo será si a los pobres (se refería a los hombres del 23-F) los meten, como se dice, 'en cárceles civiles...». Este gallardo muchacho, fiel hijo de su padre, le espetó: «Si consentís eso, date de baja en el Ejército, hazle compañía a tu mujer y ponte un letrero: "de profesión, mis labores"... ».

Termino, porque yo también, como Miláns, me siento enferma de asco.

 

Por Herminia  C. DE VILLENA.

Fuerza Nueva. Nº 793. Del 20 al 27 de marzo de 1982.


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