El Parlamento Español en 1936

Ante el 18 de Julio.

 


Intervención de Calvo Sotelo.


 

¡Qué gran denuedo, qué alto heroísmo el de los diputados patriotas, que ante un Parlamento hirviente de odio, que hace gala de su ferocidad, se levantan en sus escaños como profetas, para anunciar el fin catastrófico de aquella tiranía democrática que tiene en el Congreso su capitolio!

Calvo Sotelo, erguido y dominador, contempla con mirada piadosa a toda aquella banda criminal que le rodea y a la que unas votaciones y una prestidigitación violenta han puesto en las manos los destinos y la voz de España. Su palabra atraviesa el temporal de las interrupciones, de los
insultos y de los apóstrofes. Pero sale limpia y entera como la flecha que hiende una niebla. 

«El señor Azaña -dice Calvo Sotelo-recomendaha calma y no quiere la guerra civil. Todo eso, dicho a principios de marzo, hubiera podido sonar muy bien y ser aplaudido por muchos. Pero hablar de calma ahora, al cabo de varias semanas, en que se puede decir que no existen en muchos puntos de España garantías de vida...; cuando por todas partes se sienten las amenazas y se oye gritar: ¡Patria, no; Patria, no!; cuando a los vivas a España se contesta con vivas a Rusia, y cuando se falta al honor del Ejército y se escarnecen las esencias de la Patria; cuando todo eso está ocurriendo durante seis, siete u ocho semanas, yo me pregunto: ¿Es posible tener calma? Envidio a S. S.. señor Azaña, por la muestra formidable de su temperamento frívolo.

«A partir del 16 de febrero dijérase que se ha volcado sobre España un ventarrón de fuego y de furor... Desde el 16 de febrero hasta el 2 de abril, mis datos no alcanzan al período posterior, ha habido lo siguiente: Asaltos y destrozos: en centros políticos, 58; en establecimientos públicos y privados, 72; en domicilios particulares, 33; en iglesias, 36...»

-¡Muy poco -grita un diputado-, cuando no os han arrastrado a vosotros todavía!- Sigue Calvo Sotelo:

«Incendios: en Centros políticos, 12; en establecimientos públicos y privados, 45; en domicilios particulares, 15; en iglesias, 106, de las que 56 quedaron completamente destrozadas. Huelgas generales, 11; tiroteos, 39; agresiones, 65; atracos, 24; heridos, 345; muertos, 74».

-¿Cuánto dinero habéis tenido que pagar a los asesinos? -pregunta, insolente, «La Pasionaria».

-Vamos a traer aquí a todos los que han quedado inútiles en Asturias -corea Margarita Nelken.

«La Pasionaria» concluye:

-¡No! ¡Sería más cómodo arrastrar a los asesinos!

El orador aguarda impasible el paso del turbión:

«Mientras la Presidencia me ampare en mi derecho permaneceré impertérrito, en pie, dispuesto a decir todo lo que tengo que decir... Esculturas de Salzillo, magníficos retablos de Juan de Juanes, tallas policromadas, obras que habían sido declaradas monumentos nacionales, como la iglesia de Santa María en Elche, han ardido en medio del abandono, cuando no con la protección cómplice de los representantes de la autoridad pública. Todo esto ha producido consternación en el extranjero, y por supuesto en España, y contribuido a ciertos efectos económicos de que ahora voy a hablar.

»Estas cosas han ocurrido bajo la égida de este Gobierno, siéndole imputable íntegramente la responsabilidad, porque en su declaración del otro día el señor Azaña, después de confesar que contaba con todo esto el Gobierno, que daba por supuesto que se habían de producir ciertos estados coléricos en la muchedumbre, insinuaba como dos exculpaciones o más bien atenuaciones; una, la de que había tenido que recoger el Poder abandonado. Yo, en cierto modo, he de decir que no le falta razón en el argumento, porque es lo cierto que el señor Portela, que durante su efímero mandato político derrochó una arrogancia casi frenética y desenfrenada, después, en el primer momento, en el primer vagido de la adversidad, sólo pudo prodigar vacilaciones fugitivas y decrépitas. Ahora bien, señor Azaña, los sucesos más graves han ocurrido cuando Su Señoría llevaba ya al frente del Gobierno no días, sino semanas, ¡si fué el 19 de febrero cuando S. S. tomó posesión de la Presidencia y era ya el 13 de marzo cuando ardía, a doscientos pasos del Ministerio de la Gobernación, la iglesia de San Luis!

¿Sabéis lo que ha ocurrido ayer y lo que está ocurriendo en Jerez? Pues en Jerez, según parece, han ardido esta noche varios conventos, un periódico y un Centro político, en tanto la fuerza pública está recluída porque el representante de la autoridad le prohíbe salir a la calle. Los edificios que han incendiado o intentado incendiar en Jerez, señor Presidente del Consejo, los leeré para que Su Señoría tenga noticia detallada, son: conventos de San Francisco, de Santo Domingo, de las Mínimas, de las Reparadoras, el periódico El Guadalete y un centro de derechas..

-¡Para la falta que hacían!--exclama un socialista.

Y el diputado Muñoz Martínez:

-¿De dónde partieron -pregunta cínico- los disparos que han producido heridos, sino del interior de los conventos?

 


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