El Papa Juan Pablo II
insistió de nuevo ayer en que es «imperativo» que la nueva
Constitución europea «reconozca las raíces cristianas» que han
contribuido al «patrimonio espiritual del continente». Según el
Pontífice, una visión de Europa separada de Dios sólo puede llevar
a fragmentaciones sociales, confusión moral y separación política.
«Una sociedad que olvida su pasado se expone a no ser capaz de
afrontar su presente», añadió.
El Papa Juan Pablo II
volvió a pedir ayer que la futura Constitución europea
reconozca las raíces cristianas del viejo continente y subrayó que
lo contrario propiciaría fragmentación social, confusión moral y
separación política. El llamamiento lo hizo en los discursos que
dirigió a los nuevos embajadores de Dinamarca y Estonia ante la Santa
Sede, quienes le presentaron sus cartas credenciales, y días después
de que dijera ante miles de universitarios romanos que es «indispensable»
que la nueva Europa reconozca que el cristianismo ha sido el que ha
consolidado su patrimonio de valores. Ante el embajador estonio, Priit
Kolbre, el Sumo Pontífice dijo que la herencia cristiana no pertenece
sólo al pasado y que en el momento en que las naciones del viejo
continente están a punto de darse una Constitución «es imperativo
que la verdad del cristianismo sea reconocida y reclamada».
Por su parte, en el discurso ante el embajador danés,
Birger Dan Nielsen, subrayó el hecho de que numerosos países viven
sin raíces cristianas y aseguró que «no hay que sorprenderse» por
que estas naciones luchen para que Europa ignore sus raíces y su alma
cristiana. «Para la unidad de Europa son de gran importancia las
estructuras sociales, políticas y económicas, pero no pueden ser
olvidados los aspectos humanísticos y espirituales», manifestó. El
Vaticano ha destacado siempre la importancia de incluir en la Carta
Magna europea una referencia al cristianismo, ya que el continente es
el que más se está alejando de los valores cristianos. «Es
indispensable que la Europa de hoy salvaguarde su patrimonio de
valores y reconozca que ha sido el cristianismo la fuerza capaz de
promoverlos, conciliarlos y consolidarlos», afirmó Juan Pablo II
durante la tradicional misa con los universitarios romanos celebrada
el pasado jueves.
El Obispo de Roma ha remarcado en sus últimas
declaraciones que las raíces cristianas de Europa han sido «una
fuerza capaz» de promover y consolidar valores como la dignidad
humana, el carácter sagrado de la vida, el papel central de la
familia basada en el matrimonio, la solidaridad y el papel de la ley y
la democracia. «Una sociedad que olvida su pasado se expone al riesgo
de no ser capaz de hacer frente a su presente y, todavía peor, de ser
víctima de su futuro», dijo el Pontífice.
Para forzar a la Presidencia italiana a que incluya
esta referencia en la Constitución europea, una delegación de
eurodiputados del Partido Popular Europeo (PPE) entregó esta semana
en Roma al viceprimer ministro italiano, Gianfranco Fini, cerca de
650.000 firmas de ciudadanos de la UE que abogan por introducir una
referencia a la «herencia cristiana» en el preámbulo.
En su preámbulo, la Constitución sólo alude genéricamente
a «la inspiración de las herencias culturales, religiosas y
humanistas de Europa». Ocho países han solicitado que se mencione
explícitamente el cristianismo o la tradición judeo-cristiana, pero
Francia, Bélgica, y los países protestantes del norte se oponen por
la tradición secular de sus textos constitucionales. La última
propuesta de la Presidencia sobre el texto constitucional no incluye
ninguna referencia al cristianismo en el preámbulo. Berlusconi ha
dado señales favorables a la propuesta, pero prefiere que sean los
Estados quienes se decanten por hacerlo en el tramo final de las
negociaciones. Italia ha propuesto una fórmula que reflejaría no sólo
la herencia cristiana, sino también la «naturaleza laica» de las
instituciones de la UE.
La Razón. 13 diciembre de 2.003