Es tanta tu osadía para falsificar la historia, tu
mala baba de acomplejado congénito y tu mordaz lenguaje al servicio
exclusivo de tus propósitos, que no te das cuenta que todo lo que
defiendes se convierte en rechazo. Ni siquiera te soportan,
obsérvalo bien, todas esas mujeres a las que ponderas con tus
expresiones libidinosas, que seguro te consideran sobón, pedante y
baboso.
De tu biografía, canelo grosero, lo sabemos todo.
Hasta tus panegíricos a Hitler. Qué ya te vale. Por eso no me
preocupa tanto lo que dices (El Mundo, 20 de junio) como hacerte ver
que quién ha retirado todas las estatuas de Franco, que es en lo que
no caes, ha sido este Régimen de pienso que confunde las pocilgas
con los parlamentos, y que si don Juan tiene varias repartidas por
la geografía de española se debe al único motivo de hacerle la
pelota la hijo.
Vuelves a la carga contra Franco porque de sobra
sabes que ahora no hace falta tener testosterona y porque a Franco
se le puede vilipendiar sin necesidad de sostener la carga de la
prueba. Que es lo que siempre hacen los cobardes como tú. De
cualquier forma, bien sabemos los dos, cretino, que delante de
Franco te arrugas como una pasa.
De momento, y hasta la próxima… ¡Qué te den!
|
|