Síguenos en:             

Loading

Inicio

Libro de Firmas

Sugerencias

       Foro

Actualizada: 16 de Febrero de 2013.    

Generalísimo Franquismo Guerra Civil Personalidades Historia Actualidad Difusión Enlaces

 

 

 Operación Príncipe: ¡Don Felipe, por España, viva el Rey!


   Por Pablo Gasco de la Rocha


De sobra sabemos que la Monarquía pivota en la ejemplaridad de ejercicio de sus miembros, preferentemente de quien la ostenta y representa; de ahí que, lejos de ser una institución firmemente asentada en nuestros días, sea susceptible de ser abolida en unas simples elecciones municipales. Y si llega ese momento, ni los alabarderos saldrían a defenderla. Lo sabemos, y lo hemos vivido. Por eso si tanto se dice de la necesidad de conocer la historia para no volver a caer en los mismo errores del pasado, deberíamos fijarnos en este hecho, que es más que un simple detalle, sobre todo ahora que a algunos les da por traer al primer plano de la actualidad al general Prim, golpista, espadón y conspirador, pero sobre todo, enemigo declarado de la dinastía borbónica.

Hace años, cuando la institución monárquica se encontraba pletórica de posibilidades y el Rey gozaba de una estupenda salud política, Su Majestad, que había sorteado sin mayores problemas un sin fin de cuestiones espinosas y que venía manteniendo una actitud de complacencia con este sistema que nos ha llevado a la quiebra, apuntó la posibilidad de retirarse cuando cumpliese 75 años, supuesto que el recambió estaba asegurado en la persona de su hijo, el Príncipe Felipe. Pero las cosas se torcieron en el camino y con ello la oportunidad del monarca de gozar de una dorada jubilación sin tener que disimular ni dar explicaciones de con quién la compartiera.

El hecho determinante fue la boda del hijo con la otrora señora de Alonso Guerrero Pérez, Leticia Ortiz Rocasolano, de condición social absolutamente desigual, e ideas y principios diametralmente incompatibles con la Monarquía. Cuyo mayor canté fueron las amistades peligrosas que el matrimonio comenzó a frecuentar, como fue el caso de compartir noches con Sabina y otros especímenes de su calaña.

Pero hete aquí que ha pasado el tiempo y hoy la institución monárquica está lastrada de operatividad tanto por razones exógenas como endógenas, que determinan la misma operatividad de España. La operatividad de España, porque el cúmulo de problemas al que nos enfrentamos es de tal calado, que los retos y las medidas asociadas a esos problemas deben ser una necesidad urgente en una sociedad al límite de perder la paz interna. Ha llegado la hora en la que el Jefe del Estado no puede seguir pretendiendo aguantar con los menos apagamientos posibles cuestiones que pueden ser irreversibles y de consecuencias incalculables. Por eso, antes de que eso ocurra, muchos nos decantamos por lo que podríamos llamar "Operación Príncipe", más que una querencia, una necesidad prioritaria.

Con todo, a nadie se le escapa que el recambio con ser absolutamente imprescindible no se puede concretar sólo y exclusivamente en sustituir al padre por el hijo. Ni mucho menos. Quien así piense está totalmente equivocado porqué se necesita un Jefe de Estado que concite el mayor número de adhesiones y tenga un programa de regeneración que no esté sujeto a un programa de mínimos, que es el que sustenta el padre, perfectamente evidenciado en el Mensaje de Navidad y no digamos nada en esa insustancial charla con el otrora corresponsal en New York, Jesús Hermida.

Conscientes de que nos enfrentamos a un problema secesionista que hay que penalizar y de que estamos inmersos en lo que será un década perdida (2007-2017) para la prosperidad y el futuro de España, el próximo Rey, Don Felipe, debería hacer una consideración general de todo el sistema, recuperando los principios éticos inapelables que son la transparencia y la verdad, que el reinado de su padre, habituado a muchas cosas peligrosas y en una actitud de impotencia confortable frente a la corrupción generalizada, la pérdida de moral social, la quiebra del sentido de la justicia, y la ausencia de exigencias y responsabilidades, no ha sabido potenciar. 

Consideración de todo el sistema, digo, empezando por la propia regeneración de lo que debe ser un Rey, porque también la institución monárquica está lastrada de operatividad por culpa de la persona del Rey, que, desde la caza del Elefante al caso Urdangarín, que conforme avanza la investigación produce más escándalo por cuanto llega a su propio entorno, hace que cada vez sea mayor el número de españoles que se decantan por la República. Otro problema añadir a la larga lista de los que ya tenemos. Por eso, no queriendo añadir más problemas a los que ya tenemos, apuesto por el posibilismo, consciente de que el Rey es ya incapaz de liderar este proceso de regeneración en el que nos jugamos la misma supervivencia de España como nación. Estamos hablando de una Jefatura con rectitud ejemplar, que con su modo de vida y su quehacer político tenga en sus manos poner a cada uno en su sitio.

Por eso Don Felipe, el Rey, deberá ejercer como Jefe de Estado consciente de la España que se encuentra, y como Rey y Jefe de Estado que no está sujeto a la contingencia de la elección, ejercer su autoridad desde ese reconocimiento. Para lo cual será necesario que comience por proponer una reforma profunda de la Constitución, al tiempo que facilite y auspicie un cambio radical en el sistema, cuyas premisas deberán ser la primacía de la moral, el control del poder, la persecución de la corrupción y la transparencia en los asuntos públicos. De lo contrario esta Monarquía no pasará a la historia como una "institución gloriosamente fenecida", sino como un lastre del que finalmente pudimos desembarazarnos.


INICIO


© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.013. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com