¡Hable el Rey, o calle para siempre!
Todo lo trágico y patético de la España mal gobernada
cristaliza ahora. No nos engañemos. Aquí, por muy diferentes que
seamos al resto del mundo, también cabe aplicar la relación de
causalidad, que es la ley en virtud de la cual se producen efectos.
De ahí la advertencia que nos hizo Franco sobre los enemigos de Dios
y de España (volver a leer el Testamento).
Tengo para mí que estamos ante la tercera hora del
Rey, después de aquella hora en la que se desdijo de respetar y
hacer cumplir lo que había jurado solemnemente respetar y hacer, y
de aquella otra con la que no pudo Alfonso Armada, carismático
general que mezclaba experiencia militar y flexibilidad política
debido a su pensamiento analítico e integridad, hasta el punto de
habérsele considerado el dirigente más preparado para la ocasión.
Entre estas dos horas y hasta la actual, el Rey ha vivido como
gran diplomático de España y en infinidad de ocasiones como
simple chico de recados de los diferentes gobiernos que se
han sucedido, sobre todo de los socialistas, que le han usado y
abusado hasta extremos indecibles.
Y tanto han usado y abusado del Monarca, que hasta
inauguró el Centenario de la muerte de Pablo Iglesias, qué ya manda
cojones... Motivo por el cual pensé que igualmente haría en el
Centenario del nacimiento de José Antonio, al fin y al cabo un
Grande de España, cuya oportunidad no consideraron sus organizadores
que prefirieron una celebración pobre, deslucida y, a todas luces,
insuficiente, seguro que más acorde con el laconismo militar con el
que se identifican. Hasta el punto que tuvo que ser la parte privada
la que organizase, dentro de lo que tendría que haber sido un
periplo, el 75 aniversario del discurso del teatro de la Comedia,
quedándose sin fuelle para celebrar el 75 aniversario del
fusilamiento de tan impresionante personaje, que indudablemente
debió haber sido en Alicante y frente a la prisión donde pasó sus
últimos días.
Si la Monarquía como forma de Estado es la
institución que ahorna todo el sistema, por muy corrupto e inmoral
que sea, la opinión pública no entiende la espera de una respuesta
contundente por parte del Rey al secesionismo de Cataluña y
Vascongadas. Un secesionismo propiciado, todo hay que decirlo, por
el propio sistema que ahorna la Corona, pues los separatismos no
parten de la nada sino de más bien de lo que ya tienen. Que eso fue
lo que se prefiguró en la Transición, dar alas para lo que ahora
ocurre.
Por eso de lo que se trata es de que...
Hable el Rey, o calle para siempre, porque además
cuenta con el "Estamos dispuestos a todo" del Gobierno de la nación.
Hable el Rey, o calle para siempre, porque suponemos tiene el
respaldo de las Fuerzas Armadas (ya saben, los del desfile), aunque
todavía no hayan dicho ni "mu", por cuanto la unidad de España y el
hacer respetar la legalidad vigente es su obligación
constitucional. Hable el Rey, o calle para siempre, para que no
tenga que ser un teniente coronel quien tome las riendas del país en
un golpe incruento, logrando devolver la estabilidad de antaño a la
nación.
Estamos en el límite de este sistema que lo ha
consentido todo, que ha convivido con un sin fin de contradicciones
y que ha sustentando la gobernabilidad sobre la formula de
compromisos imposibles, que ha denominado consenso, hasta el día de
hoy en que los insurgentes con ganas de hacer la revolución han
recogido la traición de la falta de respeto a la ley.
Con todo, lo peor es que la nación está al borde del
enfrentamiento. Hemos vuelto al principio y ya hemos dado de nuevo
el cante. Vuelven a aparecer los viejos fantasmas de siempre y la
tensión es ya insostenible para la cohesión de España y para su
credibilidad internacional, que ni el libro animado (Constitución),
gracias al cual todos nuestros sueños se iban hacer realidad, puede
resolver. Somos como no se remedia si fuera necesario por la fuerza
el tiempo que nos queda.
Franco siempre tuvo razón. |
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