Es un buen momento para leer una de las grandes biografías que se
han escrito en español: la monumental Cambó, del
historiador sevillano, político monárquico y miembro del consejo
privado de don Juan, Jesús Pabón. Francesc Cambó (1876-1947) fue un
gran político, financiero, mecenas y hombre público, cuya vida y
actividad abarca la última parte del periodo de la monarquía de
Alfonso XIII, la guerra y la posguerra (esta última etapa ya
bastante al margen de la vida política y más centrada en actividades
financieras y culturales), fue un modelo de político conservador,
con acusados rasgos liberales y europeístas, profundamente catalán,
con un catalanismo sin estridencias ni exclusiones.
Representaba una burguesía culta y emprendedora y, para algunos,
quizá era el líder que hubiese salvado a la derecha española (y, en
última instancia, al sistema monárquico). Una dimensión muy importe
de su labor pública fue su papel de mecenas y promotor cultural.
Cuentan que se decidió a apoyar al bando nacional en la guerra civil
cuando unos milicianos destrozaron de una cuchillada un Tiziano de
su colección.
Cambó, que para Salvador de Madariaga era el político más importante
de su tiempo, pertenece a un perfil de hombre público extinguido, el
que representa al catalanismo como aportación valiosa (incluso
necesaria) a la sinfonía que se llama España. Hombres como Prat de
la Riba, Joan Maragall, Joan Estelrich y algunos más. Esta línea
llega hasta Tarradellas (histórico militante de Ezquerra
Republicana, no se olvide, pero que todavía bebe de esta tradición
venerable) y, con él, parece romperse.
¿Dónde ha quedado ese catalanismo? ¿Cómo hemos descendido del culto
mecenas a los Montilla, Mas o Pérez Rovira? Quizá (no perdamos la
esperanza), si ausente de la política, quede de esta savia un
vestigio latente en la sociedad civil, en el mundo cultural. ¿Dónde
está Cambó? |
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