Hasta no hace mucho la pregunta ¿qué hacen los militares?
solía ser recurrente en quienes habían heredado el conocimiento
según el cual el Ejército se constituía en el guardián de las
esencias de la Patria frente a los enemigos exteriores e interiores.
Un conocimiento que se había heredado en la sociedad española por
experiencia de casi cuarenta años.
¿Qué hacen los militares?,
fue, pues, una pregunta obligada cuando la realidad empezó a
descomponerse: Cuando el mismo Jefe de Estado se puso a la cabeza de
la conculcación de la legalidad jurídico-política que se había
jurado defender. Cuando el separatismo ya sin cortapisas se
constituyó en punta de lanza contra la convivencia y la unidad de
España. Y cuando, al socaire de esto, ETA mataba impunemente
mientras el Estado, a través de los sucesivos gobiernos del Rey, les
concedía a los terroristas amnistías y perdones.
¿Qué hacen los militares?
es una pregunta que ha seguido haciéndose pese a que es, en sí
misma, una pregunta trampa que denota que no se recuerda nada y que
se comprende menos. Una pregunta que ha seguido haciéndose la
pequeña burguesía, siempre reclamando la defensa de sus intereses
financieros por los medios que hagan falta, y ese segmento de la
población que es la extrema derecha a tenor de su incapacidad para
estructurar una opción política en beneficio de la nación.
¿Qué hacen los militares?
dejo de tener sentido de razón hace mucho tiempo. La fecha límite la
marcó el 23 de febrero de 1981 con su división formal y real entre
quienes no les peso pasar a la historia como "golpistas" y quienes
prefirieron hacerlo como "obedientes". O como dice Fernando Arrabal,
cuando del "zafarrancho de las botas" se pasó al "ronroneo de las
zapatillas".
¿Qué hacen los militares?
... Pues contribuir a eso que el Mundialismo que sostiene la
Revolución da en llamar "Dividendo de Paz Internacional", que en el
caso de nuestro Ejército es servir de parteras y ayas, enseñar a
jugar al tute a los señores de la guerra y del opio y
colaborar al ahorcamiento de Sadam Husein, porque ya no era uno de
los nuestros. Sin descartar los desfiles con toda esa tropa que
adora a Alá, extranjeros de toda raza y procedencia en pos de la
nacionalidad, y esas caribeñas alegres con sus uniformes ceñidos
para mayor recreación de quienes asisten a sus desfiles de pasarela.
¿Qué hacen los militares?
A mí personalmente lo que hagan estos funcionarios de uniforme que
cuando se jubilan se ponen a escribir y dictar conferencias me
preocupa muy poco. A lo mejor porque no tienen nada que enseñarme y
porque hoy el frente de batalla exige el empleo de otras armas, que
no son precisamente las de guerra, para el logro de nuestros
propósitos: la voluntad de vencer y el uso de las modernas técnicas
de comunicación, penetración e influencia. |