Ante la llegada de un nuevo verano, “La Vanguardia” como nos tiene
acostumbrados en los últimos años en esta cálida estación, se dedica
a tergiversar la Historia de España, hurgando e injuriando al
franquismo ante la carencia de temas más sugestivos que estimulen el
funcionamiento neuronal de ciertos redactores.
El periodista
Carles Castro en su confuso artículo del 9 de julio de 2012
titulado “Así
funciona una dictadura”, trata del primer Referéndum que convocó
el antiguo Régimen que tuvo lugar el domingo día 6 de julio de 1947,
sobre la “Ley de sucesión a la Jefatura del Estado”.
Ignora tal vez el iluminado columnista, que vivimos
muchos españoles con privilegiada memoria y recordamos sin
apasionamiento aquel célebre acontecimiento, cuya realidad difiere
totalmente del planteamiento que en su escrito define el autor.
La participación no fue obligatoria, ni hubo
amenazas de sanciones pecuniarias a la abstención. Todos los que
acudieron a las urnas fueron voluntariamente, reflejando alegría en
sus rostros. Los que teníamos 19 años con deseos de participar
afirmativamente, no pudimos ejercer el derecho de voto porque la
mayoría de edad en aquella época era de 21 años. Etapa vital que la
actual democracia rebajó a los 18 años, para conseguir más votos
irreflexivos, fácilmente manipulables por la propaganda política del
Sistema.
Todas las arbitrariedades, conjeturas y triquiñuelas
que el articulista se inventa, son completamente falsas e
inadmisibles para una mente bien estructurada y equilibrada.
Las chapuzas que menciona en
el escrutinio son ideas delirantes. Pretende confundir a la
opinión pública la seriedad y austeridad de un Régimen autoritario,
con las estratagemas propias del Frente Popular para alcanzar el
poder, como ocurrió el 16 de febrero de 1936. Triunfo adulterado que
situó al país en una difícil situación, cuya inestabilidad
manifiesta fue en progresivo aumento, desembocando en el inaplazable
Alzamiento Nacional el 18 de julio, cinco meses después de las
elecciones.
En cuanto al aludido Referéndum, me permito advertir
que en el Colegio Electoral de nuestro distrito, presidió la mesa un
exgobernador de la Segunda República, Don Luis Angulo, hombre culto,
serio y honesto que no se hubiera prestado bajo ningún concepto a
fraude alguno. Persona que conocíamos y tratábamos amistosamente.
Del mismo modo, recordamos con nostalgia aquel
radiante domingo de julio en el que se respiraba fiesta y alegría en
la capital barcelonesa. Estuvimos con unos amigos en el Hotel
Oriente saludando al inconmensurable torero Manuel Rodríguez
“Manolete” en presencia de su apoderado y mentor José Flores “Camará”.
Nos recibió cortésmente, majestuosamente vestido, firmándonos
algunas fotografías. Previamente, el diestro y sus compañeros de
terna ejercitaron el derecho al voto por la mañana en las urnas
instaladas en la Vía Layetana.
Por la tarde, toreó en la Plaza Monumental,
completamente abarrotada, agotadas todas las localidades. Tuvimos el
privilegio de presenciar el magno y clamoroso acontecimiento
taurino. Fue la última corrida que lidió en nuestra capital, antes
de la tragedia de Linares que puso fin a su vida el 28 de agosto del
mismo año.
Esta fue la realidad de lo sucedido aquella jornada,
en una España pacífica y laboriosa con enormes deseos de superación
y progreso para labrarse un porvenir fruto del trabajo y el esfuerzo
personal. Satisfecha del presente que vivía, y como es natural,
confiando por convicción en sus gobernantes. Impensable imaginar en
manipulaciones fraudulentas de las autoridades de la época, que el
ignoto autor pretende adulterar con astuta falacia.
Aconsejamos al articulista un exhaustivo repaso de
las hemerotecas con sus fotografías –especialmente de la Empresa
Godó− y comprobará los fervorosos y masivos recibimientos a Franco
en sus quince viajes a Barcelona durante su mandato. El último, el
día 18 de julio de 1970, generalmente en coche descubierto a muy
lenta velocidad, acompañado por el alcalde José Mª de Porcioles.
El Régimen duró cuatro décadas, hasta que falleció
el Jefe del Estado de muerte natural en la Residencia “La Paz” de
Madrid, perteneciente a la Seguridad Social, obra que fundó el
Caudillo siendo Ministro de Trabajo José Antonio Girón de Velasco,
en la que jamás hubo pérdidas ni crisis como ahora.
Su sepelio fue emotivo e impresionante y la
despedida del pueblo multitudinaria.
El eminente filósofo Jaime Balmes define en el
“Criterio”: «La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las
conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte,
caemos en el error». |