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Actualizada: 28 de Febrero de 2012.    

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 Dos bufones de la corte del rey


   Por Pablo Gasco de la Rocha.


Conste de antemano que no me ocupo de ellos más que en la medida, en que para hacer reír a la corte, venga a cuento o no, no dudan con sus arriesgadas cabriolas de desprestigiar a Franco y al Régimen del 18 de julio.

ANSÓN, O LA MANERA DE VOLVERLO TODO A SU FAVOR

Truhan que vende chucherías y baratijas de poca monta

Síganle, y verán que es cierto lo que digo. Para Canelo todo se puede trastocar a beneficio de inventario; de su particular inventario: su pasión y su razón: la Corona.

Sé lo que digo, le sigo, y puedo asegura que cada día me sorprende su imperturbable manera de trastocarlo todo, de quedarse en lo anecdótico y en lo menor, de salpicar sus razonamientos de bulos y de ayudarse de una prosa cursi, hasta lo femenino, llena de juicios pueriles, sin ningún fundamento. Por eso miente como un bellaco cuando dice, "que aprendió de niño que la verdad nos hace libres" y mucho más cuando asegura, que "así lo afirmo sin veladuras ni tapujos".

Esta vez le ha tocado tergiversar a Pilar Eyre (Primera Palabra: "Pilar Eyre, en soledad amor herido". El Cultural, 3-9 de febrero de 2012), cuyos argumentos, perfectamente transcritos en su libro La soledad de la reina (en dos semanas vendió 500.000 ejemplares, tantos como "La pasión de José Antonio", que ya va por la segunda edición) trastoca sin pudor hasta someterlos al tercer grado de su ñoñería congénita.

Y es que Pilar Eyre, que en su libro retrata a doña Sofía como una mujer infeliz desde hace muchos años y ahora también vencida en sus ilusiones por los matrimonios de sus tres hijos, es ninguneada por este ser anodino y evanescente que es Ansón, que termina trocándolo todo, y que sin el menor pudor termina arrogándose la opinión de todos los españoles.... "Pilar Eyre -dice Ansón- conduce al lector, lo recrea y enamora, a través de la vida de un personaje excepcional que conoció de niña la dureza del exilio, la zozobra y la incomprensión y que se ha convertido en una de las figuras más queridas -se refiere a doña Sofía- de la vida española, rodeada de la admiración general". Un argumento que para nada consta en el libro de la conocido periodista, Pilar Eyre. 

USSIA, EL GRACIOSILLO QUE INTERPRETA AL REY

Cínico encargado de hacer reír a reyes con chocarrerías y gestos

 Ussía, que no llega al grado de Canelo, también forma y conforma en ese pequeño grupo, cada vez más exiguo, de los bufones de la corte del rey. Corte que se me antoja es corral donde se recoge de noche el ganado o aprisco donde se encierran a las ovejas. Esa ristra de pelotas que babean y se derriten de gusto cada vez que su monarca habla, interpretándolo todo a su libre albedrío, siempre desde la dimensión hermenéutica que dan a las palabras de su señor, Juan Carlos I, otro Borbón en la historia de España. 

 Hoy le ha tocado el turno al comentario que el monarca le hizo a Rafael Nadal: "Estos (en vez de "esos") de los guiñoles son tontos...", que, aunque en principio no tiene más dimensión conceptual, a juicio de Ussía es ante todo un mensaje patriótico de una profundidad extrema. Un mensaje patriótico de una profundidad extrema que sólo alcanza a ver él y cuatro como él, pues convierte un simple comentario en un alegato que no existe.

Pero como este cretino está afectado de la misma enfermiza obsesión que afecta a Canelo, porque sí y sin venir a cuento, compara el "patriotismo", que a su juicio tuvieron las manifestaciones del rey a Nadal, con el "patrioterismo" que a su juicio tuvieron las espontáneas manifestaciones contra la afrenta Gibraltar en época de Franco. Sin fijarse, ni mucho menos,  que a esas manifestaciones le seguía una política seria y sin concesiones desde el Gobierno, que a punto estuvo de haber dado sus frutos de no ser porque murió Franco y llegó su rey.

Y como este graciosillo de Ussía tiene una obsesión por el culo que reputó enfermiza, también en esta ocasión, como casi siempre que habla de la realeza, termina mentando el culo, como lo hizo cuando nos contó la anécdota más graciosa que recordaba sobre la vida de don Juan de Borbón. Entonces, si para el rey son "tontos", para él no sólo lo son, sino además "del culo".

Con todo, lo más triste de estos dos bufones de la corte del rey es, que son los adalides de esa tergiversación que da en llamar la izquierda "ley de memoria histórica".


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