Desde sus inicios, la Iglesia, como voz profética, trascendente e
interpeladora, "políticamente incorrecta" como diríamos
hoy, ha sido, en demasiadas ocasiones invitada a enmudecer,
desaparecer o simplemente perseguida de alguna forma cuando lo que
proclama no se ajusta a los dictados políticos de turno o al
pensamiento moderno. Si hiciera eso, traicionaría a Cristo, que
la llamó "luz del mundo". Nunca fue fácil ser
cristiano activo y auténtico.
Los vientos que corren van a contracorriente de los valores católicos.
Debemos ser voz de los sin voz, de las injusticias y de los
contravalores que se imponen en la sociedad. Proponer, nunca
imponer.
Pese a nuestros pecados, fallos y defectos, el mundo católico
quiere ser "sal de la tierra", anunciar el Evangelio
salvífico y esperanzador de Jesucristo.
Antes de que se inventasen las ONG, la Iglesia Católica
llevaba casi dos milenios dedicando recursos humanos y materiales
a favor de los pobres.
Para tratar de acallar su incómoda presencia, varios partidos políticos
y sindicatos quieren que la Iglesia no perciba ninguna subvención,
cuando precisamente ellos no dicen nada de las prestaciones
económicas que reciben de los presupuestos anuales. Les falta esa
transparencia.
De los 138 millones de euros que recibió la Iglesia Católica
española el año pasado, 90 fueron directamente de los ciudadanos
que marcaron la "cruz" de su declaración de la renta, y
48 de los presupuestos del Estado.
Espero que sindicatos, ONGS, partidos políticos y
distintas asociaciones expliquen también sus cuentas a la
opinión pública.