Se anuncian movilizaciones de protesta en la calle para diciembre por
parte de gran número de colectivos católicos. No los convoca la jerarquía,
aunque ésta lo ve loable.
Es sanamente democrático que la Iglesia Católica salga a la calle a
protestar al verse amordazada por el gobierno socialista. Ante la sede del
PSOE de Madrid, 15.000 personas protestaron hace pocos días contra el
aborto. La noticia apenas trascendió. Sin embargo, el colectivo gay, ante
el arzobispado de Madrid concentró 1.500 personas para presentar apostasías
contra la fe católica y la presencia de medios informativos fue tremenda,
incluso mereció la portada del informativo de la primera cadena de televisión.
Discriminación, silenciamiento y trato injusto percibe la comunidad
católica de ciertos grupos mediáticos hacia los católicos, a los que se
pretende arrinconar por ir a contracorriente de los dictados
"progresistas" de Zapatero y sus grupos adeptos.
La Iglesia defiende, como Cristo, la vida desde la fecundación hasta su
muerte natural (no al aborto ni a la eutanasia), el matrimonio de hombre y
mujer y la familia, el bien social, las Bienaventuranzas (que practica como
nadie en forma de hospitales, leproserías, escuelas, misiones y otras obras
sociales), el trabajo dignamente remunerado, el amor hacia todos sin
distinción racial o religiosa alguna, además de denunciar profética e
interpeladoramente las injusticias de todo tipo, como nos exigen los
Evangelios, sin olvidar el cumplimiento de los Mandamientos: ¿no tenemos
derecho a ello, señores gobernantes? sepan que el cristianismo propone la
auténtica revolución, la del amor pleno y liberador, como Juan Pablo II
argumenta constantemente. La revolución marxista a nuestro lado es una
doctrina ultra conservadora.
