Alfonso Ussía
Ahora que se ha
puesto de moda posar, le sugiero otra fotografia a la directora de la
revista «Vogue». Un artístico bodegón de tontos. A la izquierda,
Hebe de Bonafini tumbada sobre un sofá. No serían precisas las
pieles de adorno porque ella misma es una foca. A su lado, Rigoberta
Menchú, Pérez Esquivel y el presidente del jurado que concede los
Premios Nóbel de la Paz. Detrás del sofá, con su sonrisa
inteligente y su mirada lúcida, Maradona. En el centro, Gorka
Gulbenzuguren, famoso por correr los encierros de San Fermín en
sentido contrarío a la marcha de los toros. Ha sido corneado dieciséis
veces y todavía no sale de su asombro. Junto a Gorka, tres o cuatro
representantes de la banda de las pegatinas del cine español. Dado
que los imbéciles superan el centenar, que los elija la academia ésa
que tienen. Con los del cine, abrazado a dos de ellos, Oscar Walter
Moranchel, al que hicieron creer que el Jueves y Viernes Santo del año
2003 caían en lunes y martes. En vista de ello, se tomó vacaciones
toda la semana y fue expulsado de su oficina. Sentado sobre el brazo
del sofá de la derecha, Manolo el del «Bombo». Y cómodamente
instalado en el sofá, el millonario tejano Ríchard Harris, que fue
timado en Moscú por la mafia rusa después de pagar dieciocho mil dólares
por matar un oso. En Moscú no hay osos. La mafia compró uno de un
circo y se lo soltaron en un parque de los alrededores moscovitas, con
un hermoso bosque de abedules. El oso apareció despistadísimo por
una loma. El tejano comenzó a disparar con su rifle de repetición,
pero las balas se incrustaban en los troncos de los árboles. El oso,
algo confuso, se incorporó poniéndose de manos. A estas, apareció
el cartero en bicicleta que llevaba el correo a las casas cercanas. Al
oír disparos y ver al oso, el cartero abandonó la bicicleta y corrió
a toda pastilla para ponerse a salvo. El oso, que era de un circo, vió
la bicicleta, se subió a ella, pedaleó con maestría y desapareció
del bosque, dejando a Richard Harris sencillamente estupefacto y al
borde del delirio mental.
Y con todos ellos, Mosén Xirinachs. El que fuera
llamado «Ghandi catalán» (se puso el apodo él mismo), ha vuelto a
reconocer públicamente su amistad con los terroristas de la ETA. Si
el fiscal actúa, es probable que vuelva a la cárcel por apología
del terrorismo, pero los presos han pedido a la Justicia que no
intervenga, porque Xirinachs, además de un imbécil, es un tostón.
Claro, que no es justo meter a Gulbenzuguren, Manolo el del Bombo,
Moranchel y Harris en la misma fotografía que al resto. Estos son
tontos, sencillamente, en tanto que Xirinachs y compañía, además de
imbéciles y bandarras son unos canallas que apoyan a los terroristas,
o al menos, no se atreven a criticarlos. Mejor dos fotografías. Una
de tontos y otra de miserables. Sumada a la de las gansas, ya
publicada, el «Vogue» tiene el futuro asegurado.
La Razón.
21 de Agosto de 2.004.-