18 DE JULIO

 Por Luis G.A.

Ante la proximidad de tan importante fecha me parece obligado, como español y católico, hacer ciertas consideraciones. Por supuesto, este escrito no pretende tener un carácter rigurosamente histórico ( ya que en las obras de Ricardo de la Cierva o el General Salas Larrazábal podemos encontrar toda la objetividad y precisión históricas exigibles en tal materia), sino que pretende ser el reflejo de unas reflexiones personales a la luz del trascendental acontecimiento histórico conmemorado en esta fecha.

¿Qué fue el 18 de Julio? Entre los mitos que podemos encontrar en nuestra vida cotidiana acerca del Alzamiento Nacional destacan, por si virulencia, aquellos que lo califican como “golpe fascista” de unos cuantos generales contra la “legalidad republicana”. Sólo los elementos izquierdistas más sectarios, con la complacencia y silencio de una derecha cobarde pueden considerar el régimen republicano como una democracia, especialmente durante el período de gobierno frentepopulista, que arranca en febrero de 1936. Obviando el hecho de que dicho gobierno salió elegido como resultado de un pucherazo electoral, ¿es que acaso puede concebirse una democracia en la que se atente deliberadamente contra la confesión religiosa mayoritaria y característica de la Nación Española como es la católica, quemando y destruyendo sus templos ante la total pasividad de las fuerzas de orden público? ¿Es que acaso puede concebirse una democracia en la que desde el gobierno se amparen y alenten acciones armadas contra los partidos contrarios a su ideología? Si observamos el caso de Falange Española, cuyo primer miembro caído por estas auténticas acciones terroristas fue Matías Montero, advertiremos que la tolerancia, el respeto a la Constitución y a la libertad de pensamiento y expresión han desaparecido. ¿Acaso es lógico y justo encarcelar a un líder que ha sufrido dos atentados con  el pretexto de posesión de una pistola? Pues analícese el caso de José Antonio Primo de Rivera; por desgracia, no era esta la única injusticia que los frentepopulistas iban a cometer con él.  Y, para culminarlo todo, ¿puede concebirse una democracia en la que el gobierno (sí, digo bien, el gobierno a través de la creación represiva de la República, la Guardia de Asalto) asesine impunemente al jefe de la Oposición, don José Calvo Sotelo?

Si el lector encuentra que la respuesta a todas estas preguntas puede ser afirmativa, el lector debe plantearse su pertenencia a uno de estos dos grupos:

1.- Personas que carecen de la más mínima noción acerca del concepto de democracia.

2.- Rojos que lo que en realidad piden es una dictadura roja, eso sí, enmascarada o disfrazada bajo la forma de una república (como la que había en 1936)

El Alzamiento Nacional supuso la reacción de un pueblo (no un grupo de generales) que ya estaba harto de los desmanes, atropellos, asaltos, asesinatos, huelgas, deliberados ataques contra su religión (secularización de los cementerios, supresión del crucifijo en las escuelas) o contra su propia integridad personal a causa de sus ideas (derechistas y falangistas); si bien dicha reacción fue dirigida por los mejores generales del Ejército Español (Varela, Queipo de Llano, Aranda, Alonso Vega, Dávila...), todos ellos capitaneados por el más invicto de los caudillos que ha tenido esta Patria desde su existencia: Francisco Franco. Por el contrario, observaremos que junto a la República, salvo contadísimas excepciones, no hubo más que generales de poca monta.

A la luz de estas reflexiones, la finalidad central de este escrito es exhortar a los que gallardamente todavía tengan el honor de llamarse y ser españoles a acudir a los distintos actos programados en sus respectivas localidades en conmemoración del Alzamiento Nacional, que no se dejen llevar por mitos y complejos y den firme testimonio de que aún quedan españoles dispuestos a defender a España de los politicastros rojos y separatistas que pretenden destruirla y de que la mejor defensa es la estructurada en torno a los valores nacionales recuperados el 18 de Julio y a la carga ideológica que éste conlleva.

Por último, perseverar en el homenaje y agradecimiento al hombre que salvó a España y que la guió en un mandato tan lúcido y brillante (a pesar de lo que digan numerosos medios, incluso de derechas) que sólo es igualable a él el de los Reyes Católicos. Es de buenos españoles y cristianos permanecer siempre fieles a su memoria, entre otras múltiples razones porque de esta manera nos perfeccionaremos cada día como españoles.

16 de Julio de 2.004.-


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