Cardenal Alfonso López Trujillo / Presidente del Pontificio Consejo para la Familia


«LOS FUNCIONARIOS NO ESTÁN OBLIGADOS EN CONCIENCIA A CASAR A HOMOSEXUALES»

 

Con voz dulce y tono pausado, al otro lado del hilo telefónico repite con frecuencia dos conceptos: «leyes inicuas» y «objeción de conciencia». La promulgación de las primeras deriva, necesariamente, en la segunda. El cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, uno de los pesos pesados durante el pontificado de Juan Pablo II y la máxima autoridad de la Iglesia en todos los temas relacionados con la familia, ha asegurado a LA RAZÓN que los funcionarios deben oponerse a casar a parejas homosexuales, «aún a costa de perder su empleo o de sufrir sanciones disciplinares».

El máximo dirigente del Vaticano en materia de familia ha lamentado la ley que permitirá a dos personas del mismo sexo contraer matrimonio. Se trata, a su juicio, de una norma «destructiva» y «deshumanizadora».

P.- Eminencia, se ha referido usted a la «objeción de conciencia» a la que deben de apelar los funcionarios que no quieran casar a parejas de homosexuales. ¿Están, entonces, las leyes morales por encima de las leyes de un Estado?

R.- Yo me he referido siempre al número 73 de la encíclica «Evangelium Vitae», que trata sobre cómo debe actuarse ante el aborto y la eutanasia, que son crímenes que ninguna ley puede legitimar. Lo mismo ocurre con el caso de los «matrimonios» entre homosexuales. Las normas de este tipo no obligan en conciencia, sino que, al contrario, crean una grave responsabilidad de oponerse a ellas. Los funcionarios y cualquier persona implicada en el proceso se debe de oponer, para que esas leyes, que son leyes inicuas, no se burlen del matrimonio.

Ley natural.

P.- Esta postura, de todas maneras, no es nueva; pertenece al Magisterio tradicional de la Iglesia...

R.- Sí; nadie se debe de extrañar. Ya Santo Tomás afirmaba que «lex iniusta non obligat» («la ley injusta no obliga»). Este principio se debe aplicar a esta situación concreta, que propone un matrimonio que no debe de existir, porque los matrimonios entre homosexuales no responden a la ley natural. Esto requiere que los funcionarios posean una actitud muy sincera y que actúen de acuerdo a su conciencia.

P.- ¿Cómo debería entonces comportarse un funcionario católico? ¿Tendría que negarse a casar a una pareja de homosexuales?

R.- Si quiere ser coherente con su conciencia se debe de negar, y que sean otros funcionarios los que apliquen esa ley inicua.

P.- ¿Aún a costa de perder su empleo?

R.- Vuelvo a citar la «Evangelium Vitae», que reconoce que esta defensa de la conciencia puede acarrear daños de distinto tipo, lo cual es muy lamentable, pero en el juego del diálogo no se puede imponer a un católico la obligación de practicar un aborto. Algunos perderán su puesto de trabajo, lo cual es un sacrificio enorme, sin duda, o sufrir sanciones penales o disciplinarias Les pueden amenazar con eso. Pero, en estos casos, existe el deber de oponerse, sino quiere que se deshaga su estructura moral.

De la Vega.

P.- De todas maneras, eminencia, no sé si ha tenido noticia de que la vicepresidenta del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, afirmó ayer, tras escuchar sus declaraciones, que «los funcionarios públicos no podrán acogerse a la objeción de conciencia para no oficiar bodas entre parejas homosexuales, ya que han de cumplir las leyes que el parlamento aprueba en una sociedad democrática»...

R.- No quiero entrar a responder a la vicepresidenta del país.

P.- ... y también el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ha afirmado que respetará lo que diga el Papa, pero que las leyes que priman son las aprobadas por el parlamento...

R.- Ya le digo que no respondo a un presidente o a una vicepresidenta. Yo explico la doctrina de la Iglesia sobre este tema. Insisto: a nadie debe de sorprender: las legislaciones de todos los países del mundo reconocen la objeción de conciencia. Yo, por respeto al Evangelio, lo expongo, sin ninguna nota agresiva.

P.- ¿Y los funcionarios que no siguen los preceptos del Evangelio, pero que no ven con buenos ojos los «matrimonios» entre homosexuales?

R.- Es que el principio de objeción de conciencia no sólo es para los católicos; también es válido para un no creyente que siente que esa legislación no representa su universo moral. En Francia, por ejemplo, muchos médicos, cristianos o no, se han opuesto en conciencia a practicar la manipulación genética, porque saben que supone no respetar a la persona. Si son médicos que trabajan en la Sanidad pública, habrá otros que lo harán por ellos.

P.- Eminencia, a muchos les cuesta comprender la postura de la Iglesia en materia moral. Creen que es excesivamente dura. Y, en ocasiones, se dice lo mismo del propio Benedicto XVI...

R.- La doctrina es dura, sí, pero por amor; no por intolerancia, sino por tratar de ayudar a la sociedad a encontrar el camino. ¿Qué futuro tiene un país con crisis demográfica, como Italia y, sobre todo, España? Le hablo de su país, al que quiero con toda mi alma. Ya sabe que los que venimos de Iberoamérica hablamos de la «madre patria». Pero ésta no tiene futuro si no hay respeto a la vida, a la familia y a las mujeres. Respecto a Benedicto XVI, le puedo decir que no es férreo, como algunos tratan de caricaturizarle. Pero lo que el Santo Padre no puede hacer es desobedecer a Cristo o cambiar el Catecismo de la Iglesia. ¿Se imagina al Papa diciendo “vamos a dialogar sobre las parejas de hecho; de acuerdo, las aceptamos”? Los que piensan así están soñando con una realidad que no corresponde a la del papado.

® La Razón. 23 de Abril de 2.005.-



© Generalísimo Francisco Franco. 23 de Abril de 2.005.


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