12 DE OCTUBRE: DÍA DE LA HISPANIDAD


El “Día de la Hispanidad”

El día 12 de octubre, festividad de Nuestra Señora del Pilar y fecha memorable del descubrimiento de América, se celebra el “Día de la Hispanidad”.

Hace muchos años se denominaba esta conmemoración “Día de la Raza”. La antigua Fiesta de la Raza – hoy de la Hispanidad – pretendía recordar la enorme tarea realizada por nuestros gloriosos antepasados, tanto en lo material como en lo espiritual, en beneficio de aquellos pueblos que por designio de la Providencia nos tocó descubrir, civilizar y evangelizar, y, al mismo tiempo, procurar mantener y fomentar la relación más estrecha y cordial entre España y los demás pueblos del planeta que de nosotros recibieron el benéfico influjo de su obra civilizadora.

Por ello es más justa la denominación de Día o Fiesta de la Hispanidad, ya que hace referencia a los pueblos hispanos todos, que forman la Familia Hispana, ya que corre por sus venas una misma sangre, adoran al mismo Dios y hablamos el mismo idioma, lo que se traduce en tener, asimismo, igual estilo de vida, cuyo fomento es uno de los fines que debe perseguir esta conmemoración de la Hispanidad.


La palabra Hispanidad

El origen de la palabra “hispanidad” es relativamente reciente. La empleó por primera vez, allá por el año 1931, el entonces sacerdote y más tarde Obispo español, don Zacarías de Vizcarra, residente en aquella época en la Argentina. Desde que Monseñor Vizcarra escribía la palabra “hispanidad” en el semanario argentino “El Eco de España” hasta los tiempos actuales, el vocablo “hispanidad” ha sido usado con gran frecuencia por ilustres pensadores, políticos y escritores, y su significado se ha concretado tan acertadamente, que hoy ya es un hermoso término más en nuestra rica y bella lengua.

Pero a quienes, como Monseñor Vizcarra, cabe la gloria de ver elevada la palabra “hispanidad” y los ideales que representa a la más exacta concreción y a la altísima consideración de las gentes, es a dos grandes figuras de tiempos un poco más posteriores: Don Ramiro de Maeztu y el cardenal Gomá, Arzobispo Primado de las Españas, verdadera figura gigante de la Iglesia y de la Patria. El primero, caído por Dios y por España, es autor del magnífico libro titulado “Defensa de la Hispanidad”, y el segundo, el 12 de octubre de 1934, pronunció en Buenos Aires un magistral discurso sobre “Hispanidad”. En ambos se hallan maravillosamente expuestas las ideas más interesantes sobre la verdadera esencia de la Hispanidad.


Qué es la Hispanidad

La palabra hispanidad tiene dos acepciones: la primera, más concreta, se refiere al conjunto de pueblos que habiendo sido descubiertos, civilizados y evangelizados por España, profesan una misma fe y tienen una misma sangre, lo que les da un típico modo de ser, diferente al de los demás pueblos del planeta.

Por la segunda acepción, hispanidad equivale a “la proyección de la fisonomía de España fuera de sí y sobre los pueblos que integran la hispanidad”. “La hispanidad es el temperamento español; no el temperamento filosófico, sino el moral e histórico que se ha trasfundido a otras naciones y a otras tierras y las ha marcado con el sello del alma española, de la vida y de la acción española”.

“Hispanidad es, también, el genio de España que ha incubado el genio de otras tierras y pueblos y, sin desnaturizarlo, lo ha elevado y depurado y lo ha hecho semejante a sí”.


Qué recordamos el “Día de la Hispanidad”

Al celebrar esta fiesta del Día de la Hispanidad, recordamos la gesta prodigiosa de Colón y sus acompañantes, que con tres barquichuelos insignificantes y una gran fe en la Providencia, se lanzaron a buscar nuevas rutas marinas y hallaron nuevas tierras, nuevos hombres y muchas almas.

Recordamos las prodigiosas hazañas de todos nuestros descubridores, conquistadores, evangelizadores y civilizadores en los ignorados territorios de América, África, Asia y Oceanía.

Recordamos la misión providencial que España ha realizado en los territorios lejanos en que, por concesión de Dios, puso su planta, actuando como madre amantísima y creando un parentesco indestructible con más de veinte naciones, a quienes se ganó con el amor y el sacrificio.

En una palabra, en el Día de la Hispanidad queremos traer al recuerdo cómo España ha servido a Dios y al prójimo, personalizados en los pueblos que hoy constituyen la Hispanidad.


La Hispanidad y el futuro

La celebración solemne de la Fiesta anual de la Hispanidad no debe quedar reducida a que los españoles sintamos el orgullo de las hazañas de nuestros antepasados, sino que es necesario que al celebrar cada año esta conmemoración sintamos muy hondamente la responsabilidad que nos corresponde por ser descendientes de nuestros gloriosos compatriotas de antaño; que pensemos en la trascendental misión que tenemos asignada en el quehacer universal, y nos apliquemos a continuar siendo, de nuevo, el eje espiritual del mundo hispánico, revalorizando los ideales espirituales necesarios para que todos los pueblos de la tierra reciban el benéfico influjo de lo que es el verdadero fundamento de la civilización.

La celebración de esta fiesta debe servir para alentarnos y estimularnos a la unión con los demás pueblos hispanos, haciendo lo posible para que las ideas materialistas que anidaron en sus almas y en las nuestras en los últimos siglos, sean sustituidas por el amor verdadero entre todos, porque cuando hay amor verdadero, la hermandad, la unidad, es un hecho inmediato.

Y hemos de preocuparnos todos los hispanos por lograr que la leyenda negra sobre la obra de España en América sea destruida, porque así serviremos a la verdad en primer lugar, y a la propia España y al mundo después. Debemos aprovechar estas solemnes fechas que nos ocupan para revalorizar el espíritu netamente español en América. Luchemos porque de nuevo se conozca a España y sepa el mundo entero que la obra civilizadora que ella realizó no la concibió ni la hizo ningún otro pueblo de la Historia.

Y en fin, que ello sirva, también, para fomentar nuestros intereses económicos, porque todos necesitamos de los demás cierta ayuda, y es lógico que quienes antes y más se deben ayudar son los hermanos. Y todos los que constituimos la Hispanidad somos hermanos.

Apliquémonos, pues, a luchar porque la Hispanidad sea una verdadera familia, unida, noble y amorosa. Sintámonos hermanos en la alegría y en el dolor; en lo espiritual, y en lo material y económico. Y tengamos muy presente lo que dice un gran pensador contemporáneo (Cardenal Goma, “Discurso sobre la Hispanidad”): “O trabajamos por la Hispanidad o somos suplantados por otros pueblos, por otras razas más fuertes y menos perezosas.

El Consejo de la Hispanidad

El Estado Nacional (1936 – 1975), que se preocupó seriamente por hacer que España volviera a ocupar el lugar preeminente que le corresponde en las empresas universales, consciente del importante papel que la Hispanidad puede y debe desempeñar en el concierto de los pueblos, creó el Consejo de la Hispanidad, el 2 de noviembre de 1940, para que dirigiera toda esta obra, que en los puntos anteriores hemos dicho es necesario realizar, si queremos que la Hispanidad sea algo trascendente y efectivo.

 


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