Un aplauso de dolor inundó Gijón

Cientos de personas se concentran en la ciudad en solidaridad con la familia de José Antonio Vidal, el agente asesinado en Navarra

La avenida Schulz enmudeció. Todo Gijón pareció paralizarse a las seis de la tarde de ayer. Compañeros de la Guardia Civil, la Policía Local y la Policía Nacional sacaban a hombros el féretro de José Antonio Vidal Fernández de la iglesia de la Milagrosa y el silencio ponía la piel de gallina. Fueron unos segundos intensos. De pronto se oyó un llanto profundo, conmovedor. Era la madre del infortunado guardia. La emoción hizo brotar los aplausos y los gritos en favor de la Guardia Civil. Las lágrimas brotaron a borbotones.

El coche fúnebre, un Rolls Royce, se alejó camino del tanatorio de Cabueñes, donde sería incinerado el cuerpo de José Antonio Vidal, y la avenida Schulz estalló de indignación. Y es que todo el mundo recordaba que también un día 11, hace tres meses, otra ciudad, Madrid, enmudeció por el terror: «Es intolerable que la violencia organizada se esté apoderando de este país. ¡Ya está bien!», se desahogaba un vecino. «Va a llegar un momento en el que no podremos salir a la calle», arengaba otro. «El Gobierno tiene que acabar con esto», se oyó más allá.

 
Poco a poco se fueron disolviendo los cientos de personas que testimoniaron su solidaridad a la familia del guardia civil acribillado el miércoles en Navarra cuando, junto a su compañero, Juan Antonio Palmero, también asesinado, trataba de dar el alto a un vehículo que había cometido una infracción de tráfico.

El párroco de la Milagrosa, Antonio Arias, formuló durante la homilía las preguntas que lleva muchas horas haciéndose la familia: «¿Por qué consiente Dios estas muertes tan injustas? ¿Dónde estaba? ¿Por qué no erradica la violencia asesina?». La respuesta, señaló, es Jesús en la cruz. «Ése es el gesto solidario de Dios con el sufrimiento humano». Y añadió a la familia: «Nada puede devolverle la vida, pero no perdáis la calma ante esta muerte vil y desgraciada. Creed en Dios. Su sacrificio no será estéril».

 La Nueva España. 11 de Junio de 2.004.-


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