Discurso del Papa al presidente
del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 21
junio 2004 .- Publicamos el discurso que dirigió este lunes Juan
Pablo II al presidente del gobierno de España, José Luis Rodríguez
Zapatero, al recibirle en audiencia en el Vaticano.
Señor Presidente:
Es para mí motivo de viva satisfacción recibirle a los pocos
meses de haber asumido su alto encargo, junto con sus ilustres acompañantes,
en esta visita con la cual pone de relieve su estima a la Sede Apostólica.
Su presencia aquí refleja el deseo de proseguir con buen clima las
relaciones de colaboración entre la Iglesia local y el Estado para el
bien del pueblo español, deseo que Usted mismo me expuso cuando lo
encontré en Madrid, al final de la Santa Misa en la Plaza de Colón
el 4 de mayo del año pasado.
A través suyo quiero renovar mi afecto y cercanía a todos los españoles,
a Sus Majestades los Reyes y a la Familia Real, que, juntamente con
quienes en cada momento estaban en el Gobierno, me han acogido tan
bien en las cinco veces que he visitado su País. Yo correspondo a
esas muestras de cariño renovando mi sincero aprecio a la comunidad
católica en España que con sus Obispos camina por las sendas de la
fe en estrecha comunión con el Papa. Elevo así mismo mi oración
para que esa querida Nación marche siempre hacia el progreso
integral, se fortalezca en ella la convivencia pacífica en la unidad
entre las gentes y pueblos de esa gran Tierra, con la maravillosa y
variada diversidad que la constituye, y se conserven los valores
morales y culturales, así como sus raíces cristianas.
Hace pocos días, recibiendo a su nuevo Embajador, he tenido
oportunidad de referirme a algunos aspectos de la sociedad española.
Reafirmando cuanto he dicho en tal ocasión, quiero renovarle mi
sincero agradecimiento por esta amable visita. Espero vivamente que su
compromiso personal, así como el de su Gobierno, alcance los
objetivos prefijados de fomentar el moderno desarrollo de España, y
que en esa tarea se tengan en la debida cuenta los valores éticos,
tan arraigados en la tradición religiosa y cultural de la población.
Sepa que puede contar con la colaboración de la Santa Sede para
trabajar unidos en la gran causa de la paz y en favor del progreso
espiritual de los pueblos; para ayudar en lo que se refiere a la
erradicación del terrorismo y de la violencia en todas sus formas;
para alcanzar el mayor logro de las legítimas exigencias de la
persona humana, con su dignidad, derechos y libertades. Pido
fervientemente al Todopoderoso que derrame abundantes dones y
bendiciones sobre Usted, Señor Presidente, sobre sus colaboradores en
las tareas de Gobierno, y sobre los amadísimos hijos de su noble País.
[Texto original en castellano]
21 de Junio de 2.004.-