Monseñor Cañizares inicia el mayor proceso de canonización de mártires de la Guerra Civil


  El arzobispo de Toledo estudiará los casos de 800 asesinados en su diócesis por odio a la fe

    El arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares, presidió ayer en la Catedral Primada la apertura del proceso de canonización a 800 mártires de la provincia eclesiástica de Toledo, que murieron en persecuciones religiosas en España entre 1936 y 1939. El prelado subrayó que en el periodo 1936-1939 se produjo «una auténtica persecución religiosa, en la que hubo verdaderos mártires». El arzobispo resaltó que, con el proceso de canonización iniciado ayer, la Iglesia no pretende hacer un juicio a los responsables del martirio, «ya que su filosofía era la de la fe y el amor».

    Durante el acto, que se desarrolló en la Capilla de Reyes de la catedral, se constituyó también el tribunal de la causa de canonización o declaración de martirio, cuyos miembros prestaron juramento sobre los Evangelios de que este proceso, que en última instancia ratificará el Papa, se llevará a cabo de acuerdo a la ley. Entre los 800 siervos de Dios que optan al reconocimiento de mártires, destacan el obispo Eustaquio Nieto Martín, de la diócesis Sigüenza-Guadalajara, y los sacerdotes Agustín Rodríguez, Antonio Martínez, Joaquín María Ayala, Joaquín López y Basilio Sánchez, en representación de las diócesis de Toledo, Cuenca, Albacete, Ciudad Real y Avila. El arzobispo primado destacó en su discurso que lo que le ha impulsado a promover la canonización de estas personas y de otra larga lista de ellas hasta sumar más de 800 han sido las palabras del Papa, según las cuales en el siglo XX se han multiplicado los mártires y su recuerdo no debe perderse, «recogiendo para ello la documentación necesaria».
   En opinión de monseñor Cañizares, la causa de canonización abierta hoy, y que puede durar un año, «es un signo de la vitalidad de nuestras iglesias locales», que reconocen el papel de estos siervos de Dios, «que con su martirio, ofrendaron sus vidas para cumplir con toda fidelidad la voluntad del Señor, en cuyas manos se pusieron como Jesús se puso en manos de Dios en la crucifixión». El prelado subrayó que en el periodo 1936-1939 se produjo «una auténtica persecución religiosa, en la que hubo verdaderos mártires y otros que no lo fueron, por lo que se ha llevado a cabo una minuciosa selección de las personas llamadas a recibir este reconocimiento». En este sentido, el postulador o instructor de la causa, el padre Jorge López, explicó a los periodistas que se calcula que en ese período fallecieron por persecución religiosa unas 10.000 personas, si bien en algunos casos su muerte pudo ser atribuida también a otras causas, como en el caso de Angel del Alcázar, presidente de la Falange, por lo que sus nombres no han sido propuestos.

  No juzgar a los asesinos

    El arzobispo primado resaltó que, con el proceso de canonización iniciado ayer, la Iglesia no pretende hacer un juicio a los responsables del martirio, «ya que su filosofía es la de la fe y el amor, no la del odio y la venganza», sino reconocer que «no hay mayor amor que dar la vida por los demás, y ellos la dieron». En este sentido, subrayó que la apertura de la causa de canonización o declaración de martirio a estos siervos «es una llamada al fortalecimiento del sentido cristiano y a la conciliación entre todos».
   Durante la investigación jurídica de esta causa de canonización, se tomará declaración a una serie de testigos, cuyo testimonio será valorado por los miembros del tribunal, entre los que se incluye la Comisión de Peritos en Historia y Archivística.
   En el acto de ayer quedó fijada como sede del tribunal y lugar para interrogar a los testigos y ejecutar las demás pruebas del proceso, que puede durar un año, la Sala para las Causas de los Santos del Palacio Arzobispal, donde se celebrarán las sesiones los viernes de cada semana de once a una de la tarde.

La Razón. 10 diciembre de 2.003

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