Federico
García Lorca
El asesinato de García
Lorca fue una total
monstruosidad (como todos los asesinatos) y no tiene posible justificación
(como ningún asesinato). Pero, desde un principio, se presentó como un
crimen del Estado franquista, lo cual ya no es cierto. Primeramente,
porque cuando se produjo, todavía no existía Estado ni siquiera
Gobierno en la zona nacional. Históricamente ya no es ni discutible que
aquella vileza fue obra de un pequeño grupo de incontrolados, tolerada por la incompetencia del gobernador civil de Granada, en
circunstancias de total aislamiento con los mandos franquistas. No trato
con esto -quede claro- de disminuir ni, menos aún, de justificar el
vituperable asesinato. Pienso, únicamente, en los inacabables alegatos
que hemos leído últimamente (por ejemplo) para dejar a Santiago
Carrillo al margen del holocausto masivo de millares de españoles en
Paracuellos del Jarama. Y eso que las circunstancias fueron muy
distintas. Carrillo ejercía la máxima autoridad en materia de Orden
Público en el Madrid sitiado, que se regía por una Junta de Defensa,
en contacto inmediato con el Gobierno, trasladado a Valencia. Tampoco
fue un fusilamiento aislado, sino multitudinario. Y, sin embargo, los
mismos que responsabilizan de él a grupos incontrolados, cargan
la culpa del crimen de Víznar al régimen de Franco. (Que
entonces no existía.)
Pero hay algo más grave en este luctuoso hecho:
la capitalización por el marxismo de la figura de García Larca. Cuando
quienes le conocieron y gozaron de su amistad y de su frecuente relación,
saben de sobra que Federico era ajeno a la política; que incluso había
hecho constar más de una vez su irritación por ser usado con fines
publicitarios (así, cuando Izquierda Republicana le organizó un
homenaje); que, sintiéndose plenamente identificado con el pueblo que,
en Andalucía, sufría toda clase de abandonos, jamás hizo de ello
bandera en favor de ningún partido. Pertenecía a la clase media y sus
hábitos eran burgueses (en el mejor sentido del concepto). Y de su
total independencia ideológica da fe su relación con José Antonio
Primo de Rivera, a quien incluso hizo un donativo en metálico para
las necesidades de la Falange. (Me remito al testimonio personal de
Liliana Ferlosio, viuda de Rafael Sánchez Mazas.)
Esta relación del gran poeta granadino con el
fundador de la Falange, ya contada entre otros, por Felipe Ximénez de
Sandoval, en su Biografía apasionada, y por Gabriel Celaya (Poesía
y verdad-Papeles para un proceso, Editorial Planeta, Barcelona,
1979), la confirma Ian Gibson en su tan controvertido libro En busca
de José Antonio (Editorial Planeta, Barcelona, 1980, pp. 215-221).
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Nada de todo esto se ha contado, como tampoco se ha
hecho el estudio, concienzudo y serio, que la obra poética de Lorca se
merece. Embarcados en su utilización con fines meramente propagandísticos,
quienes se llaman sus devotos admiradores, sus fieles y desconsolados
seguidores, no han sentido la necesidad de ofrecer a las generaciones
posteriores el análisis a fondo de la admirable labor de Federico,
poeta, creador de un populismo lírico bellísimo y singular. Millones
de páginas se han escrito sobre él, en todos los idiomas; pero está
por hacer el recuento y la glosa exhaustiva de sus méritos literarios.
Curiosamente, la única cátedra humanística «García Lorca» que
funciona en el mundo, fue creada en la Universidad de San Marcos, de
Lima, siendo ministro franquista de Educación, Julio Rodríguez, y por
éste. Lo que acredita que su figura se ha capitalizado por motivos muy concretos, ajenos a su
valía como escritor. (Pienso que, felizmente, vive todavía
la persona que mejor podría empeñarse en esta obra, tan necesaria:
Luis Rosales. Que, por otra parte, es quizá el único que conoce de
verdad las interioridades del asesinato de Federico, aunque nunca ha querido,
voluntariamente aferrado a un silencio respetuoso, revelarlas. ¿No será
llegado el momento de ayudar al conocimiento de la realidad del
personaje y de su trágica muerte?)
Luis Rosales declaraba al diario Ideal de
Granada, según extracto difundido por la agencia Europa Press en 25-X-79: "Si él (Federico)
hubiera sido una persona militante en un partido político, los que le mataron tendrían
una razón. Lo mataron por una calumnia y ahí están los
documentos. [...] El Partido Comunista de España, desde hace cuarenta años, está
sacando "tajada" de Federico García Lorca.»
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