Los nuevos mitos



Mucho se lleva, también, denunciar supuestos mitos históricos, creados (al decir de los depredadores en boga) durante el franquismo. Quizá algunos lo fuesen; pero, al menos, se asentaban sobre la base irrefutable de una victoria bélica sin discusión, Bien es cierto que hasta la evidencia de esa victoria se discute y se niega, empecinados los vencidos de 1939 en achacarla a razones ajenas a su propia incapacidad, a sus errores infinitos y a su descomposición interna.

Entonces, se engaña a los millones de españoles que no vivieron la guerra civil ni los primeros años del franquismo, ofreciéndoles perspectivas trucadas de ambas épocas. Y de sus protagonistas; porque bastará recordar que Enrique Líster, a su regreso a España (para refugiarse, ciertamente, en un oscuro anonimato), fue presentado como un general del Ejército Popular, paradigma de todas las virtudes castrenses. Y La Pasionaria, a través de una curiosísima biografía, recientemente publicada, resulta haber sido una dama de intachable conducta familiar, víctima de la tiranía franquista, entregada con afán y sacrificio, a lo largo de su triste exilio, al mejor servicio del pueblo español. No. se diga la imagen singularmente atractiva, fabricada para Santiago Carrillo, en cuya construcción no se han regateado materiales religiosos ni patrióticos. Para evitar imputaciones de enemistad ideológica, habrá que recomendar al menos la lectura de libros tan aleccionador es como los de Jesús Hernández (Yo fui ministro de Stalin, México, D.F., 1953) y Jorge Semprún, (Autobiografía de Federico Sánchez, Editorial Planeta, Barcelona, 1977) que fueron compañeros de aquellos en el Comité Central del Partido Comunista y que nos devuelven la realidad de su curriculum.

Pero la mitificación de los vencidos no se detiene en barras. Meditemos en dos casos muy concretos: Federico García Lorca y el bombardeo de Guernica, Son, a nivel personal y a nivel colectivo, los hitos de la propaganda antifranquista. Su explotación exhaustiva resulta todo un ejemplo de la eficacia de los servicios de publicidad de los (antes) rojos, materia en la que siempre rayaron a una altura infinitamente superior a la del franquismo. El sabio asesoramiento soviético y la unánime colaboración internacional resultaron, además, decisivos para lograr con ella unos resultados óptimos. Medio mundo (o quizá casi todo el mundo) está hoy convencido de que las cosas sucedieron tal como se les contó. Y no fue así.

 


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