La guardia civil: homenaje en su 160 aniversario


Por Luis Ramallo. La Razón, 28 de Marzo 2.004.

 

 

Era el mes de marzo de 1844 cuando don Francisco Javier Girón y Ezpeleta, duque de Ahumada y mariscal de campo, hacía entrega al general Narváez, jefe de Gobierno, de los estatutos fundacionales de la Guardia Civil, «siempre disponible para proteger a las personas y a las propiedades y acabar con el bandolerismo». El día 28 del mismo mes y el 13 de mayo, ambos del mismo año se firmaron los decretos de creación de la Guardia Civil.

Han pasado 160 años desde la creación del Cuerpo que hoy, junto con la Corona, son las instituciones que ofrecen mayor confianza a los españoles, por encima de las demás instituciones del Estado. En todas las encuestas conocidas éste y no otro es el veredicto del pueblo español sobre los ciento sesenta años de vida de la Guardia Civil, Instituto que tiene el honor como su principal divisa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hace diez años que los Reyes de España presidían en el paseo del Prado de Madrid una gran parada militar con ocasión de la conmemoración de los ciento cincuenta años de la creación de la Guardia Civil, y en honor y homenaje de la misma y en honor y homenaje igualmente de los muchos guardias que dieron su vida por España. Al finalizar la parada la fuerte lluvia que caía había empapado al Rey y a muchos de los presentes, y el agua de la lluvia tapaba las lagrimas de los ojos de muchos de los que allí estábamos, producidas por el dolor que en esos momentos soportaba el glorioso Cuerpo a consecuencia de la actuación delictiva de su director general, Luis Roldán, primer civil que había dirigido la Guardia Civil. Eran los tiempo en que en la «comisión Roldán» habíamos conocido cómo Roldán había utilizado el Instituto, incluso a los huérfanos de la Guardia Civil, para enriquecerse, y eran los días en que, en las sesiones de la citada comisión, sus componentes habíamos visto lágrimas en los ojos de guardias civiles, hombres hechos y derechos, que se preguntaban y nos preguntaban a los comisionados: ¿cómo se ha podido dañar tanto a la Guardia Civil?

El «caso Roldán», a pesar de su dimensión, podredumbre y bajeza, no dañó a la Guardia Civil como institución y como testimonio de ello en el paseo del Prado resonaron a su paso las ovaciones de miles de madrileños. Y es que a la Guardia Civil no se la puede dañar por mucho que se le haga, por que ella es el compendio de más de siglo y medio de acciones gloriosas.

Hoy se vuelve a las andadas y de nuevo se la pone en cuestión. Como muestra de ello ahí están unas recientes declaraciones, sembrando la duda sobre la actuación de la Guardia Civil al detener a dos terroristas cerca de Madrid, con más de quinientos kilos de explosivos. La actuación de la Benemérita en este caso evitó una gran tragedia, ya que sin su diligencia se hubiera producido una gran masacre en Madrid. Hoy el futuro de la Guardia Civil nos vuelve a preocupar, ya que en el partido ganador de las últimas elecciones se cuestiona por algunos el carácter militar de la misma, ignorando que al cuestionar la naturaleza del Cuerpo lo que se esta poniendo en entredicho es la historia misma de la Benemérita, algo que nunca hicieron los portugueses con su Guardia Nacional Republicana, ni los italianos con su Carabineros, ni los franceses con su Gendarmería Nacional. Cuerpos todos ellos de carácter militar.

La mala memoria de algunos políticos no es perdonable. En la historia de la izquierda española hubo una izquierda que no cayo en el error en que ésta puede caer actualmente. Así parece oportuno recordar las palabras pronunciadas por Azaña en el Congreso de los Diputados: 

«La Guardia Civil es un instituto militar que está fundado en dos bases primordiales como todo instituto militar, que son: la obediencia al mando, es decir, al poder público, es decir, al Gobierno y a la responsabilidad, y ninguno de estos dos sillares fundamentales de la Guardia Civil está conmovido, ni la obediencia al mando al Gobierno, al poder público ni a la responsabilidad. La Guardia Civil tiene por tradición el orgullo de ser ciegamente obediente al poder constituido y el Gobierno de la República no ha perdido ocasión de hacer constar que la Guardia Civil no ha desmerecido jamás ni un minuto de su tradición a este respecto».

Y Casares Quiroga afirmaba en la misma tribuna: 

«Yo no puedo comprender por qué algunos han pretendido combatir a la Guardia Civil. A mí, no en una ni en dos ni en diez ocasiones, sino en bastantes más, me han detenido, me han conducido, me ha dado algún sablazo la Guardia Civil, y jamás, jamás, acudía posteriormente a quejarme, por que siempre era yo el que estaba fuera de la ley y ella procuraba restablecer su imperio».

Pero ni se puede desnaturalizar a la Guardia Civil, al socaire de un falso progresismo, ni los asesinos de ETA disparando por la espalda y actuando de lejos las cargas explosivas para matar inocentes han conseguido, ni conseguirán, quebrantar a la Guardia Civil, por que ésta no está sola, como tuve ocasión de decir en la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados el 4 de mayo de 1994 con motivo de la comparecencia del ministro de Interior, Sr. Asunción, como consecuencia de la huida de Luis Roldán y la dimisión del propio ministro. Afirmaba yo: 

«Con ese Cuerpo admirable y admirado, en el que algunos hemos creído reconocer la esencia del Estado de Derecho como garante del orden constitucional, estamos todos los españoles de buena voluntad. Estamos con esa Guardia Civil que vela por nuestra seguridad y que en muchas ocasiones da su sangre por España en aras del deber cumplido, a cambio de un salario bajo»

Porque como escribía Luis María Anson en uno de los mas bellos artículos que se han escrito sobre la Benemérita, 

«cuando un guardia civil hinca las dos rodillas en el suelo y cae victima de la bala cobarde y asesina, la sangre derramada no es la de un guardia civil, ni la de un soldado, ni la de un hombre. Es la sangre de España. Y es que la Guardia Civil es leyenda y es historia. Es España».


Son muchos los héroes de nuestra Guardia Civil que han dado su vida para defender el orden y la Ley. Hoy yo rindo homenaje a ese Cuerpo, a su historia, y a sus caídos. Al hacerlo creo ser la voz de muchos españoles que se emocionan, como yo, al ver desfilar a la Guardia Civil y al oír su himno, ese himno que en su última, estrofa canta así:

«Instituto, gloria a tí,

por tu honor quiero vivir
viva España, viva el Rey
viva el orden y la Ley
viva honrada la Guardia Civil».

 

 
 La Razón. 28 de Marzo de 2.004.-   

 


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