En el verano de 1938 se libró la batalla decisiva, la del Ebro, resuelta brillantemente por Franco.

 La proverbial austeridad de Franco era evidente en sus almuerzos de campaña, al aire libre siempre que lo permitía el tiempo. En la fotografía superior aparece en compañía del entonces teniente coronel Barroso, jefe de operaciones de su Cuartel General. 

 Junto a estas líneas, Franco aparece tocado con "salacot" -era agosto de 1938- mientras observa el frente en compañía del general Dávila.

 La foto superior de la derecha, en su Cuartel General.



 El efecto de su presencia en los frentes y en los hospitales era decisivo sobre los soldados. Sin embargo, las operaciones militares no siempre fueron favorables a las tropas nacionales, aunque éstas terminaran superando toda resistencia enemiga.

 En agosto de 1938, el principal problema fue la batalla del Ebro, la más "fea" de la guerra, a decir de Franco.


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