Los
Reyes, acompañados del Príncipe Felipe, presidieron hoy en la sede
central del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) los funerales de
Estado por los siete agentes de los servicios secretos asesinados el sábado
en Bagdag.
En un clima de intenso dolor y emoción, los familiares
de los militares fallecidos estuvieron acompañados por varios
miembros del Gobierno, con José María Aznar a la cabeza, por los
representantes de las más altas instituciones del Estado, por la cúpula
de las Fuerzas Armadas, del propio CNI, y por los líderes de todos
los partidos políticos. Al filo del mediodía, los féretros con los
restos de Alberto Martínez, Luis Ignacio Zanón, José Merino
Olivera, José Lucas Egea, Carlos Baró Ollero, Alfonso Vega Calvo,
Juan Carlos Rodríguez Perez, cubiertos con la bandera nacional y a
hombros de sus compañeros entraron en la sede central del CNI
procedentes del Hospital Central de la Defensa donde, dos horas antes,
se habían cerrado sus capillas ardientes. Antes de la entrada de los féretros, en el patio principal del CNI, Don Juan Carlos y Doña Sofía,
junto con el Príncipe Felipe, transmitieron si pésame, uno a uno, a
todos los familiares de los siete militares asesinados.
Tras las familias, los bancos fueron ocupados por
José María Aznar, junto con los dos vicepresidentes, y los ministros
de Defensa, Exteriores, Justicia e Interior; el director general de
los servicios secretos, Jorge Dezcallar, y su número dos, Dolores
Vilanova. Asimismo, a los funerales asistieron los presidentes de
Congreso y Senado, Luisa Fernanda Rudí y Juan José Lucas; el
presidente del Tribunal Supremo, Francisco Hernando; y el presidente
del Consejo de Estado, José Manuel Romay Beccaría. Entre los
asistentes, estuvieron también José Luis Rodríguez Zapatero,
Mariano Rajoy, y Gaspar Llamazares; los portavoces de los grupos
parlamentarios, el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón; y los
presidentes de Andalucía, Manuel Chaves; Valencia, Francisco Camps;
Castilla-León, Juan Vicente Herrera; Madrid, Esperanza Aguirre; y
Castilla-La Mancha, José Bono.
Bajo los sones del Requiem de Mozart, con una sobria
cobertura institucional de TVE y con un evidente carácter civil -a
pesar de la condición militar de los fallecidos-, el vicario general
castrense, Daniel Ponte Rodríguez,
comenzó la ceremonia religiosa
trasladando a los familiares, que mostraron una gran entereza durante
el acto, palabras de «homenaje y gratitud» hacia unos «hombres de
labor callada y plena disponibilidad en el servicio a la Patria».
Tras la lectura del evangelio según San
Juan,
Monseñor
Ponte,
recordó que los fallecidos
estaban en una
«misión de paz»
entregándose
«al servicio que alguien necesitaba». «La violencia
contradice en su esencia el mensaje de Jesús, que es de paz y de
amor»,
dijo, antes de destacar la actitud de los agentes muertos que, subrayó,
«no han puesto límites a su entrega y han llegado hasta la muerte».
Ponte trasladó un mensaje de esperanza para los
familiares y los compañeros que sienten
«el latigazo de la violencia terrorista» y lanzó un llamamiento al ánimo.
«Realizáis
-explicó-
una labor muy difícil que quizá pasa desapercibida, que no se nota o
al menos no sobresale, pero vosotros os entregáis a esa labor que es
imprescindible para la paz y la tranquilidad de nuestra nación».
«No
os dejes llevar por el desánimo, tenéis un servicio que la sociedad
os agradece aunque sea en el silencio», concluyó, antes de pedir
«unidad»,
en un claro mensaje a la clase política.
La ceremonia religiosa concluyó con la interpretación
del himno nacional y con la imposición por parte del Rey a los
agentes fallecidos de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil. Los
restos mortales de los siete agentes abandonaron la sede del CNI a
hombros de sus compañeros bajo los acordes del Alelluya del Mesías de
Handel camino a sus respectivas localidades donde serán inhumados en
la más estricta intimidad.