DECLARACIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO

    Todos los españoles compartimos el inmenso dolor por el asesinato de siete compatriotas en Irak. José Carlos Rodríguez, Alberto Martínez, José Merino, José Lucas, Alfonso Vega, Luis Ignacio Zanón y Carlos Baró han perdido la vida cumpliendo con su deber, el deber de servidores del Estado y de la sociedad. Eran militares de profesión, buenos españoles que han trabajado para nuestra libertad y nuestra seguridad dentro y fuera de España. Nadie mejor que ellos sabía el riesgo que corrían y, a pesar de saberlo, quisieron luchar contra un terrorismo que nos amenaza aquí y allí. La nación entera tiene muchos motivos para estarles agradecida y para no olvidarles ni a ellos ni a sus familias. El odio fanático que ha acompañado a esta nueva atrocidad nos ha dado imágenes inconcebibles, que no debemos olvidar jamás.

    Es contra ese fanatismo contra el que no tenemos más remedio que plantar cara. Es ese fanatismo el que nos considera a nosotros y a todos los que no participamos en él como enemigos. Es ese fanatismo terrorista el que ha decidido golpearnos tantas veces como pueda, ya sea en Nueva York, o en Estambul, o en Casablanca o en Bagdad. No hay fronteras en la lucha contra el terrorismo, porque los fanáticos quieren que no las haya. No hay alternativa a la defensa de la libertad, la democracia y los valores que definen nuestro modo de vida. Esa sigue siendo la respuesta a los que se pregunten qué hacen nuestras tropas, qué hacen nuestras fuerzas, qué hacen nuestros compatriotas en Irak.

    En un día como hoy, en el que nuestro dolor es inmenso, en el que nos sentimos antes que nada cercanos a sus familias, quiero volver a decirles a todos los españoles que nuestra presencia en Irak tiene sentido. Nuestra libertad, la de todos y cada uno de nosotros, está amenazada por los terroristas que actúan donde pueden y cuando pueden, y que hacen el mayor daño que puedan causar sus manos y sus mentes. Un grupo de naciones libres, comprometidas con la defensa de la paz y la seguridad internacional, respaldadas por las Naciones Unidas y por la razón, están en Irak para liberar al pueblo iraquí de una tiranía atroz y para combatir una red de terrorismo internacional que amenaza nuestras vidas y nuestras libertades.

     A quienes cotidianamente ponen en peligro su vida por nosotros les debemos reconocimiento y apoyo. Los españoles sabemos de víctimas del terrorismo como probablemente ningún otro país en el mundo. Tenemos experiencia de lo que es el terrorismo, como también de quienes lo apoyan por cobardía o convencimiento. También sabemos de los caminos que no sirven para nada. Sabemos mirar de cara al problema, afrontarlo sin complejos, enfrentarnos a los terroristas con todos nuestros medios y sabemos que la retirada es el peor de los caminos posibles. También sabemos que estamos acompañados. Antes han sido soldados italianos, británicos, norteamericanos, polacos, población civil iraquí, funcionarios de las Naciones Unidas, colaboradores de la Cruz Roja, diplomáticos...

    Estamos donde tenemos que estar, y no abandonaremos a su suerte a las víctimas de aquí y de allí. Cumpliremos nuestros compromisos con lealtad y serenidad, como lo hacen las naciones serias. He dado instrucciones al Ministerio de Defensa para que adopte cuantas medidas sean necesarias para la mejor garantía de la seguridad de nuestras tropas y, en particular, la de los miembros del Centro Nacional de Inteligencia, cuya presencia sobre el terreno es imprescindible para combatir el terrorismo.

     El Gobierno declarará luto oficial el día en que se celebren los funerales de los militares asesinados. Con carácter inmediato solicitaré comparecer ante el pleno del Congreso de los Diputados.

     La comunidad internacional afronta ahora el desafío de una tiranía que se resiste a desaparecer y de un entramado terrorista que se ha convertido en la amenaza global más grave para las sociedades libres, para nuestras sociedades. La memoria de nuestros siete compatriotas asesinados en Irak es la que dignifica a todos los que han dado su vida para que la nuestra sea mejor y más segura. De este compromiso no desistiremos. Finalmente, quiero agradecer las expresiones de condolencia y apoyo de los países amigos y aliados, de otras fuerzas políticas y, desde luego, las de todos los españoles de bien en sus hogares. Somos una nación fuerte, que conoce de cerca el dolor. También sabemos que la unidad es nuestra principal fuerza y, ahora, es el momento de mantenerla más intensamente que nunca".

30 de Noviembre de 2.003

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