ESPAÑA
UNA
Somos demasiado prácticos para no darnos cuenta de que la victoria
militar no es más que el primer paso, el más difícil. Cuando hayamos
triunfado tendremos que consolidar nuestra victoria pacificando a los
descontentos y unificando al país.
Nada tienen que temer los que desde un principio no están con nosotros,
ni aquellos que, engañados por la propaganda, se pusieron al lado de
las hordas rojas y aun llegaron a figurar entre sus filas.
Yo garantizo que serán respetadas las vidas de quienes se entregaron de
buena fe a nuestras tropas, y que han de ser los Tribunales de Justicia
los que depurarán las responsabilidades de los que hayan llevado a cabo
actos de crueldad o hayan cometido crímenes en la sangrienta revolución
roja.
Vengan en hora buena a nuestro campo cuantos españoles sean capaces de
sentir de buena fe el nuevo Estado, que se ha cansado de ser pequeño y
ha de volver de nuevo a su grandeza. Cuenta con una despierta juventud,
que cerrará inexorablemente el paso a todo intento intrigante, falaz o
mezquino de los que un día la sumieron en el oprobio y en el
infortunio.
Si vamos a hacer una España para todos, todos han de sacrificarse por
ella y dar de lado a matices y detalles que pudieran hacer rugosas las
facetas, que han de ser limpias y relucientes en una nueva España.
Nosotros forjaremos una nueva España para todos y no cerraremos las
puertas del Estado a quienes a él se acojan sin reservas ni aviesas
intenciones, pues sabemos que de esa gran masa explotada y engañada han
de salir un día los más entusiastas defensores de la nueva España.
España triunfará en su anhelo de llevar la felicidad y la unión a
todos sus hijos y, sobre todo, a sus trabajadores, dentro del nuevo régimen
que hemos instaurado. En el Aniversario de la Unificación. 19 de Abril de 1.938.-
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