La escalada del Uixan

 

El monte Uixan, llamado también «Monte de las minas», continuaba en poder del enemigo, pese a que nuestras tropas habían reconquistado una buena parte del territorio perdido. Los cabileños rebeldes se habían atrincherado muy sólidamente. Disponían de un excelente sistema de trincheras. En reductos bien acondicionados se amparaban grupos de tiradores a los que la artillería producía, por lo visto, escaso daño, por la facilidad que el terreno les brindaba de procurarse refugio durante los bombardeos. De noche, algunos de los citados tiradores descendían al llano y tiroteaban el campamento de la «columna Sanjurjo». Franco propuso la conquista del monte mediante una atrevida operación nocturna.

            «Salen las Banderas -se lee en el libro "Centinela de Occidente", de Galinsoga y Franco Salgado- sin ganado y sin personal que sufriera catarro. Hay órdenes severas de no fumar, de no hablar, de ocultar los fusiles para que no rebrillen a la luz de la luna; todo el material de ametralladoras, al brazo.» La  artillería, preparada en el campamento. La confianza de los legionarios -tanto oficiales como soldados- en Franco era absoluta... Sirven de guía unos policías indígenas y el capataz de las minas. Suben las compañías por distintos senderos. El silencio es impresionante. Se veían las columnas de humo producidas por el fuego que mantenían encendido las guardias adversarias para calentarse y hacer el té. Esto servía de orientación. Al amanecer se oyeron unos disparos. Es la primera guardia enemiga que se da cuenta de la presencia de los legionarios y huye. Hay que proceder a toda prisa y Franco ordena el asalto al pico más elevado. El enemigo sufre grandes pérdidas. Trata de huir y caen muchos. Al poco tiempo, la bandera de España ondea en la cima más alta del Uixan.


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