«Susper» y los jueces

Por JAIME CAMPMANY

    QUIERO enviar desde aquí mi más sentida condolencia y la expresión más solidaria de mi pésame a don Xavier Arzallus, alias el «Jesuitón», a don Juan José Ibarretxe, alias el «Suave», a don Juan María Atutxa, alias el «Rebelde», y a don Iñaki Anasagasti, alias el «Ensaimada», por la nueva detención del ilustre vasco don Ibón Fernández Iradi, alias «Susper». Las Policías francesa y española no cejan en su persecución de los heroicos asesinos etarras, que tanto han hecho por mandar al cielo a cientos de vascos y maketos, por llevar a Euskal Herría a la pobreza, a la inseguridad y al terror, y por instalar al PNV en el Gobierno de Ajuria Enea.

    Ya se escapó una vez el insigne «Susper» de las garras de la bofia gabacha, reptando como una culebra, o sea, como lo que es, por los tubos de ventilación de la comisaría de Bayona. El día de su fuga, el Jesuitón, el Suave, el Rebelde y el Ensaimada expresaron su alivio y alegría con líticas memorias poéticas: «¡Ay, amor, que se fue y no vino! ¡Ay, amor, que se fue por el aire!». Por el aire se fue Susper, pero los maderos franceses, enemigos encarnizados del pueblo vasco, han vuelto a trincarlo sin piedad. Y los lectores habrán comprobado por la fotografía que han reproducido los periódicos que durante sus años de libertad se han acentuado en el rostro de Susper los rasgos de intelectual que ya le caracterizaban y distinguían.

    El triste acontecimiento ha dejado desolados a los peneuvistas de pata negra, porque con la detención de Susper la cuadrilla de vareadores del nogal se queda sin jefe para seguir agitando el árbol y que Arzallus recoja las nueces. Menos mal que queda en libertad por ahora Gorka Palacios y se espera que él se haga cargo de dirigir a los vareadores. Pero esta detención es una gaita, porque cada vez van quedando menos heroicos asesinos etarras con el carácter, la experiencia y la saña necesarias para dirigir la cuadrilla. Porque si al final no quedaran vareadores que agiten el árbol, no van a ponerse Arzallus, Ibarretxe, Atutxa y Anasagasti, o sea, el Jesuitón, el Suave, el Rebelde y el Ensaimada, a mover el árbol con sus manos y a echar las nueces al santo suelo, es decir a enviar prójimos a la tumba.

    Menos mal que si una puerta se cierra, otra se abre. De Madrid llega a Ajuria Enea la noticia de que los señores magistrados del Tribunal Constitucional han dado con admirable habilidad una larga cambiada al toro del recurso del Gobierno contra el Plan Ibarretxe. No hay recurso mejor para la justicia que darle tiempo al tiempo. Dar largas es un recurso judicial muy socorrido. Siempre es bueno dejar que se enfríe el pastel. Que aleguen de nuevo las partes, y dentro de cien años, todos calvos. El tiempo todo lo resuelve. Acaba con todos los planes, con Ibarretxe, con el Gobierno vasco, con Aznar, con el Gobierno de Madrid y con los propios magistrados del Tribunal Constitucional. Mañana siempre es otro día. Y lo peor es que esos heroicos asesinos etarras tienen la mala costumbre de adelantar la sentencia inexorable del tiempo cuando alguien no les cae bien.

ABC. 6 diciembre de 2.003

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