Dado que la Izquierda Española, sigue resentida por su perdida en la Guerra Civil, por falsear la Historia de España y por crear separatismo y odio entre los Españoles, cuando se va a conmemorar los 25 años de la Constitución Española, damos a conocer éste Artículo de D. Pío Moa. |
Carta abierta
Antifranquismo y democracia Carta abierta a los grupos parlamentarios, menos al del PP
Pío Moa
Como ciudadano corriente y deseoso, al igual que tantos otros, de restañar viejas heridas en bien de la convivencia, y como aficionado al estudio de la historia, debo manifestarles mi sorpresa por su proyecto de homenajear en las Cortes, y con motivo del 25 aniversario de la Constitución, a las víctimas de franquismo en calidad de defensoras “de la libertad y la democracia”. Creo legítimo, entiéndase bien, que cada grupo rinda tributo, como asunto de partido, a aquellos con quienes se sienta más identificado, pero pretender hacer de ello un acto institucional que presuntamente implicaría y representaría al conjunto de los españoles, me parece una perfecta usurpación y una grave manipulación histórica y política.
Como ustedes saben, en la guerra civil la
democracia no fue un punto en cuestión, salvo en la propaganda.
Pues nadie creerá en serio que defendían la democracia los
comunistas, agentes de Stalin y muy orgullosos de serlo. O
los socialistas de entonces, que en octubre de 1934 se
habían rebelado contra un gobierno salido de las urnas, con el propósito
explícito de comenzar una guerra civil e instaurar un gobierno
revolucionario. O los nacionalistas catalanes, que
participaron en la misma intentona antidemocrática y
guerracivilista. O los anarquistas, que despreciaban explícitamente
la democracia. O los republicanos de Azaña, que respondieron a las
elecciones de 1933 intentando dos golpes de estado. O el PNV,
entonces todavía más empecinadamente racista que ahora…
A estas alturas, insisto, no pueden creer
ustedes, honesta y sinceramente, que aquellos partidos
lucharan por la democracia y la libertad. ¡Y sin embargo intentan
hacérselo creer a los ciudadanos, en especial a los jóvenes, que
por unas u otras razones ignoran buena parte de nuestra historia
reciente!
Tampoco armoniza con la reconciliación,
sobre la que se ha levantado nuestra democracia, el tenaz empeño
por recordar los horrores de la guerra y la represión sólo en lo
que afectaron a un bando. Las viejas heridas están
afortunadamente cerradas para la mayoría de los españoles, pero
tales empeños buscan reabrirlas y sembrar un rencor que sólo puede
servir a los propósitos de los fanáticos. Contra lo que los
promotores de esas campañas afirman, la reconciliación y la
democracia españolas no se han cimentado sobre un olvido que ellos
vendrían a subsanar, sino precisamente sobre una memoria muy viva
de los sucesos, y la decisión de no recaer en ellos.
Los viejos antifranquistas invocaban la libertad
y la democracia, cierto, pero basta observarlos para percibir el equívoco.
El eje de la oposición y único partido que luchó contra
aquel régimen desde el principio al final, fue el comunista. Y en
la estrategia comunista los lemas democráticos servían de
encubrimiento y palanca para empujar la sociedad a un régimen como
el simbolizado por el Muro de Berlín o el Gulag.
En los años 40, la forma principal de dicha
oposición fue el “maquis”, hoy glorificado muy antidemocráticamente,
pues consistió en un intento, patrocinado y patroneado por los
comunistas, de reanudar la guerra civil, y que no encontró siquiera
el apoyo de los partidos y gobiernos no comunistas en el exilio. Y
siguieron siendo los comunistas los principales opositores al
franquismo en las décadas posteriores, aunque en la de los
sesenta, cuando la dictadura se había liberalizado notablemente,
entraron en liza el nacionalismo terrorista de ETA y otros
extremismos. Naturalmente, muchos comunistas y terroristas
sufrieron la represión de Franco, pero ¿son por eso apóstoles de
la libertad? Una vez más, es imposible que ustedes lo crean,
y sin embargo intentan hacerlo creer a la ciudadanía.
Hubo, desde luego, una oposición no comunista ni
terrorista, pero resultó muy llevadera para la dictadura, y apenas
tuvo víctimas propiamente hablando, en el sentido de los
“largos años de cárcel, fusilamientos”, etc.,
mencionados en su convocatoria. La oposición al franquismo fue,
como también saben todos ustedes, muy minoritaria. Seguramente
no participó en ella la inmensa mayoría de ustedes, entre los que
por edad pudieron hacerlo; o participó de forma tan suave que
Franco no se dio por enterado. Seguramente, al morir éste,
habría muy pocos presos políticos del PNV, del PSOE, de CiU
y de tantos otros grupos firmantes del homenaje.
Un claro objetivo de su homenaje es poner al PP
contra las cuerdas: “Si el PP no firma –vienen a decir–, queda
en evidencia que viene del franquismo y no defiende la
democracia”. Insisto, la democracia
defendida por los comunistas y los nacionalismos terroristas,
o antes de ellos los anarquistas, los antiguos socialistas y demás,
no es en modo alguno la democracia en que queremos vivir casi todos
los ciudadanos. Y la inmensa mayoría de ustedes también
viene del franquismo, al menos en el sentido de que no lucharon
contra él en cualquier forma que valga la pena mencionar, y
asimismo en sentido más estricto. Por ironía, quizás haya
en el PP, ahora mismo, más personas que sí combatieron a la
dictadura, incluso en grupos extremistas, que entre
ustedes, tan amigos de dar grandes lanzadas al moro
muerto.
Ciertamente fue una dictadura el régimen de Franco,
pero no debe ocultarse que de ella, al revés que de otras
dictaduras defendidas por gran parte de sus enemigos, salió una
sociedad próspera y políticamente moderada, muy
distinta de la que sufrió la guerra civil. Sobre esa prosperidad y
moderación ha sido posible edificar un régimen de libertades
que dura ya un cuarto de siglo. Si observamos los peligros que
ha corrido y corre nuestra democracia, vemos que en su mayor parte
proceden de quienes, justificándose en un antifranquismo a deshora,
falsean la realidad histórica.
Estos falseamientos de la memoria colectiva
sólo pueden producir monstruosidades políticas, y de ningún modo
asentar la democracia y la reconciliación, ni siquiera la
simple convivencia en paz. ¿En qué otra cosa, si no, se apoya el
asesinato sistemático practicado por un sector del nacionalismo
vasco? ¿O la opresión y el miedo que han anulado prácticamente
las libertades en las Vascongadas, o que, con menor virulencia,
llevan a una masa importante de los catalanes a no sentirse
representada en ningún partido? ¿O los actuales y peligrosos
intentos de disgregar el país? Por sus frutos los vamos
conociendo.
Comprendo que los comunistas de Izquierda Unida,
o los secesionistas del PNV, siempre dispuestos, los últimos, a
obtener réditos del terrorismo, promuevan tales convocatorias,
pero no puedo, o al menos no quiero, creer que la mayoría
de los firmantes del homenaje, aspiren a la clase de
“libertad” implícita en sus palabras. Sería realmente dramático.
No habría motivo para esta carta si ese juego de
usurpaciones e imposturas se limitase a una especulación caprichosa
sobre el pasado. Pero sus repercusiones en la política actual son
demasiado graves para dejarlo pasar por alto. Me alarma en especial
que estas maniobras ocurran en un momento histórico en que los
enemigos de la libertad y la unidad de España nos
lanzan a todos su desafío. Parece como si estuviésemos
retrocediendo muchos años, a la vieja alianza que abrió
el camino a la guerra civil. Me gustaría hacérselo ver a ustedes,
y sobre todo a los ciudadanos preocupados por lo que ocurre,
a quienes se intenta desconcertar con estos juegos de sombras. Es
mucho lo conseguido en los últimos veinticinco años, y no debemos
permitir que lo arruine la demagogia.
Libertad Digital. 24 de Noviembre de 2.003. |