EL TÚNEL DEL TIEMPO

 

Por Jaime CAMPMANY

  ESTOS rojelios nuestros, rojelios de nuestros pecados, se han dejado deslizar por el túnel del tiempo, y ya han pasado los 40, salvaron el 36 y el 34 y han llegado al 31. Están a punto de arrancar del almanaque la hoja del 14 de abril, de echar de España a Alfonso XIII por el puerto de Cartagena y de hacer a don Niceto Alcalá Zamora («fue tonto en Priego, en Alcalá y Zamora», Rafael Alberti dixit) presidente de la Segunda República.

Hacen un mal negocio nuestros rojelios con esta manía que les ha asaltado desde un poco antes del tripartito de querer volver la Historia del revés como un calcetín y que lo que sucedió no haya pasado. «Que lo que sucedió no haya pasado, cosa que al mismo Dios es imposible», escribió en dos endecasílabos memorables Manuel Machado. Vamos, que no quieren que Franco ganara la guerra, a buenas horas, mangas verdes, y quieren que el Estado pida perdón por el fusilamiento de Companys y restaurarle el honor y la dignidad, toma nísperos, y hacer una nueva historia de buenos y malos, pero a su gusto. Algunos de estos rojelios están dedicados a abrir las tumbas, sacar los cadáveres para que empecemos a pelearnos a muertazos.

Porque si se sacan los muertos de un lado, empezarán a levantarse los muertos del otro. Y si hay que pedir perdón por el fusilamiento de Companys, a ver quién lo pide por el fusilamiento de Primo de Rivera, y por el asesinato de Calvo-Sotelo o de Víctor Pradera. Y por el fusilamiento burlado de Rafael Sánchez Mazas. Y si hurgamos en la tierra de Víznar para encontrar los huesos de Federico García Lorca, a ver dónde están los de Ramiro de Maeztu o los de Muñoz Seca. El día que hurguemos en los terrones de Paracuellos, tan tranquilo como vive ahora Santiago Carrillo, va a parecer aquello un ensayo de la resurrección de la carne. Cuando alcen a Companys para honrarlo, se levantarán detrás de él los mil doscientos fusilados que también reposan en el castillo de Montjuich, y se irán con María Teresa Fernández de la Vega como una macabra Santa Compaña.

Y si van a revisar y anular las sentencias de los juicios sumarísimos del fin de la guerra, ¿qué hacemos con todas las condenas a muerte de los llamados «tribunales populares»? ¿Las ponemos como impecables ejemplos de la aquilatada y modélica justicia del pueblo en armas? ¿No comprenden los rojelios, sobre todo los catalanes separatistas y republicanos, que en todo lo que suponga caer por el túnel del tiempo salen perdiendo en el cambio? ¿Van a resucitar el «modelo Companys», que fue condenado por la propia República, contra la cual se alzó? ¿Es que de todas las muertes injustas, crueles, caprichosas o vengativas de aquellos años terribles (paseos, incendios, persecuciones, martirios, revolución de Asturias, guerra y posguerra) vamos a elegir la figura poco ejemplar de Companys para rendirle homenaje y ofrecerle reivindicación?
Mal negocio han hecho los socialistas catalanes. Han ganado la presidencia de la Generalitat a costa de llevar a cuestas a los tullidos políticos de ERC y a un recuelo de comunistas. Y vaya un negocio que ha hecho el PSOE pagando el mismo precio por el Gobierno de España. Ahí los tenemos a todos, honrando a Companys.

ABC. 17 de Octubre de 2.004.-


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