PROLETARIAS DE PACOTILLA

Por Cristina López Shlichting.

Llego de vacaciones y me abalanzo al kiosco ¿Cómo? ¿Oigo bien? ¿Qué las ministras salen en el «Vogue»? ¡Todas! ¡Con Zapatero! ¡Posando! Hace más de diez años que no compro una revista de moda, pero el socialismo está cambiando mi vida hasta extremos imprevisibles. Y aquí están, en la página 220, en la revista de moda más cara, con las ropas más lujosas y en el marco más elitista: los jardines y porches de Moncloa. Vengo de Andalucía con la cara tiznada de incendios, por los que por cierto no ha desfilado el presidente, y un poco mosca por la desmedida afición de doña Sonsoles a la alta costura de Elena Benarroch, que pareciera que cobra por hacer imagen de marca. Y ahora me encuentro al Gobierno en pleno en la pasarela. Bueno, en pleno no. Sólo a las mujeres-ministras, al icono de la mujer española, al espejo público, al ejemplo que presentamos al mundo. Ésas que decían ser intelectuales, feministas e igualitaristas. ¿Me quiere explicar alguien qué está pasando? ¿No eran Ana Botella una cursi y Esperanza Aguirre una presumida que tuvo que fichar por Zara para que la votasen? Pues hasta donde yo sé, la ropa de la nueva primera dama es mucho más cara que la de la modista casera de la señora Aznar, y los ropones de estas ministras un desafío. ¿Pero quién ha sido? ¿Quién ha tenido esta pesadilla estival? ¿Pepín, Rubalcaba o la propia María Teresa Fernández, que encabeza el reportaje majestuosamente vestida de blanco y con la misma cara que la madrastra de Blancanieves? ¡Que despidan al responsable! Lo exijo yo, como mujer española agraviada. Ésta no es la españolita media, que se levanta al alba para vestir a los niños y darles el desayuno, que los deja en el cole corriendo para fichar a tiempo, que hace jornadas agotadoras y que discute con el marido por la noche porque no tiene tiempo ni de hacer el amor. Señoras ministras: la española tiene raíces porque le falta tiempo para el tinte del pelo, y se quita el bigote en el retrovisor del coche. ¡O sea, que lanzamos cohetes porque la mitad del Ejecutivo es femenina y después demostramos al mundo… lo guapas que son nuestras ministras! Repito: con Zapatero al fondo (sonriendo, como siempre). Hay frasecitas tremendas en el texto: «Qué duro es ser modelo» (Carmen Calvo, ministra de Cultura), «…pero cobran más» (Elena Salgado, Sanidad y Consumo). Y paradojas de órdago: «Me gustaría que acabásemos la legislatura con menos desigualdades» (Fernández de la Vega, vicepresidenta, sentada sobre una chaise-longue de brocado), «Quisiera una vivienda digna, asequible y accesible para todos» (Maria Antonia Trujillo, ministra de Vivienda, apoyada contra una columna de palacio). «Mis pasiones son más sinceras que las de Cascos» (Magdalena Álvarez, Fomento, vestida de ye-yé de lujo). Ridículo. Estúpido. Egoísta. Procaz. Y todo en Moncloa, residencia oficial del Gobierno.

La Razón. 3 de Septiembre de 2.004.-

 


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