Intelectuales
por la calidad
democrática
Por
Pío Moa El servicio de miles de intelectuales a la falsificación, la
manipulación y la tiranía a lo largo del siglo XX no
necesita recuerdo, porque está muy fresco en la memoria. Una de sus
máximas destrezas siempre fue la de vestir como democracia sus
aspiraciones despóticas, destreza bien conocida de quienes
participamos otrora en los mil montajes comunistas “por las
libertades”. Ya no existe la URSS, pero el hábito permanece.
Tales montajes se distinguen fácilmente, porque los tópicos
son siempre los mismos, e igual su pesado lenguaje, lleno de
invocaciones abstractas a los “derechos humanos”, la
“libertad”, el “bienestar”, la “miseria”, la
“desigualdad”, etc., para desviar la atención de los
hechos concretos. Antes, con esos métodos defendían la
dictadura soviética, ahora cualquier movimiento que ataque o socave
las democracias auténticas, entre ellas la española. Y así acaba de saltar a la palestra una nueva tanda de tales
manipuladores, próximos al grupo de Polanco muchos de ellos,
reunidos en una “Asamblea de Intervención Democrática”, cuyo
manifiesto conviene desenmascarar. Afortunadamente no es muy
difícil, porque su táctica es vieja. Estos señores proclaman su afición a la democracia y consideran
que está en peligro. Muy edificante. Todos sabemos que el mayor
peligro para la democracia española ha sido en estos años, y sigue
siéndolo, el terrorismo y los nacionalismos balcanizantes,
cuya simbiosis ya ha logrado erradicar en gran medida las libertades
en una parte de España, las Vascongadas. Esto es muy grave y muy
serio, pero, misteriosamente, apenas provoca reflexión en estos
“demócratas”. Es más, quieren convencernos de que la
culpa de la tensión creada recae sobre el gobierno que
combate estos peligros, y no sobre quienes los crean. Como suele suceder a los mentirosos, se les pilla pronto. Afirman:
“Estamos de acuerdo en que, en Euskadi, el plan Ibarretxe
contradice la legalidad constitucional y divide a la sociedad vasca,
en la que muchos de sus ciudadanos no tienen la posibilidad de
ejercer sus derechos políticos con entera libertad; pero la
respuesta del Gobierno del PP enarbolando reformas ad hoc del Código
Penal para combatirlo es inaceptable, pues de hecho introduce el
delito político, criminalizando al adversario”. Ahí reluce su
hipocresía y su incoherencia. El plan Ibarreche intenta acabar de
destruir la democracia en Vascongadas, como reconocen con
eufemismos estos intelectuales, y agrietarla en toda España. Pero,
dicen, no debe hacerse nada práctico y legal contra sus
autores, porque eso es “criminalizar al adversario”
¿Al adversario de qué? Al adversario de la libertad, claro,
eso lo disimulan, dando a entender que es sólo adversario del PP.
¿Y quién criminaliza a ese adversario sino éste mismo, cuando
ataca la ley, acosa a los demócratas y rompe la convivencia no sólo
en lo que nuestros confusionistas llaman tonta y servilmente
“Euskadi”, sino en toda España? ¡Qué equívocos los de estos
intelectuales demócratas! Se diría que defienden el derecho
a atacar impunemente la Constitución y la convivencia. Y olvidan también que el plan Ibarreche se apoya en
una larga cooperación con el terrorismo, cuyos objetivos pretende
cumplir para que “se acabe la violencia”. Olvidan que el
PNV desobedece a los tribunales, sigue pagando con fondos públicos
a organizaciones terroristas, las mantiene en un Parlamento
regional al que desacredita, hace apología de los asesinos y
cómplices presos, utiliza a la policía autonómica como
policía de partido, impidiéndole perseguir a la ETA o tan siquiera
la kale borroka, etc. etc. Omitir o disimular estas
fechorías no deja de ser una forma de colaborar con ellas. Es más,
en la línea del chantaje nacionalista-terrorista nos advierte
nuestra asamblea de lumbreras de que la aplicación de la ley
“desembocará en un choque de consecuencias nefastas”. Es muy
posible. Tras muchos años en que a ese adversario de la
libertad se le ha permitido vulnerar impunemente la ley, con la vana
esperanza de que rectificase, las cosas van cambiando, con
consecuencias nefastas… para la kale borroka, la ETA-Batasuna y
también para un PNV cada vez más al descubierto. Y
excelentes para los demócratas opuestos a la opresión, a quienes olvidan
asimismo estos palabreros. El truco es sencillo, pero efectivo si uno no se fija. Estos
maestros del intelecto fingen un reconocimiento parcial de la
realidad para inmediatamente desviar la atención hacia puntos
secundarios. Por supuesto, el gobierno puede tener fallos en la
lucha contra los asesinos, pero no se pueden equiparar tales
fallos al terror mismo y menos aún echarles la culpa principal del
peligro contra la democracia. Con sus manipulaciones, estos
maestros del intelecto criminalizan efectivamente la lucha
contra el terrorismo y escamotean los efectos de éste, como
si no tuvieran mayor importancia. Quizá añoran los tiempos en que
la izquierda combatía a la ETA con una mezcla de claudicación
y crímenes. Los asambleístas justifican sus manipulaciones con la inocente y
plausible aspiración a una “democracia de calidad” para España.
¡Vaya, hombre! Justamente lo que pregona Arzallus en sus giras por
Europa y América: la democracia española es de “baja calidad”.
La buena, la fetén, es la aplicada por el PNV en “Euskadi”.
Tiene algunos defectos, admitirán quizás nuestros iluminadores,
pero poca cosa al lado de los de un gobierno que se atreve a
“criminalizarlo”. ¡Ah, si en toda España fuera igual la
calidad! Pero, nada, los reaccionarios nunca entenderán cosas tan
elementales. Dicen los asambleístas que el terrorismo no es la única amenaza a
las libertades. Tienen razón. Hay otras, no tan importantes, y de
ellas también habrá que hablar, exponiendo una y otra vez
los trucos y las engañifas de esta indignante “intervención
antidemocrática”. Libertad Digital. 18 Febrero 2.004.- |