¿Información
reservada?
Por
Cristina Losada Así que se debería de haber hurtado a los
ciudadanos el conocimiento de la reunión entre un presidente en
funciones de la Generalidad y los jefes de los asesinos etarras. A esa
conclusión conducen los argumentos que el PSOE, IU, PNV, ERC, y sus satélites
mediáticos, manejan cual malabaristas también avezados en las artes de
la prestidigitación. Su especialidad es el número de hacer desaparecer
de escena la auténtica trama e introducir el macguffin, que
siempre es el mismo, trátese de un accidente petrolero o de un par de
tránsfugas: el PP de nuestro pecados, maquiavélica y pérfida máquina
de enredar. Todos los calvarios de la oposición acaban
siempre en el lugar donde la serpiente del bigote trama cómo conseguir
que la izquierda muerda la manzana. No la de la sabiduría, sino la de
la bruja de Blancanieves. Carod podía ser uno de los inefables
enanitos, a juzgar por lo que se lee y oye de él en medios de Madrid y
Barcelona. Un ingenuo que cayó en la trampa montada por la derecha, una
derecha con salakof, como corresponde al colonialista rapiñador
de riqueza, que con la astucia del campesino castellano para la caza del
conejo, lanzó hacia la capital catalana el olor de la ETA en celo y
atrajo a Carod hasta Perpiñán, hasta la mesa misma donde se sentaban
los jefes de la banda. Pobre Carod, embelesado con el olor de la paz,
paz para Cataluña, claro, y aturdido por el odio a España, sentimiento
que comparte con los pistoleros de la banda, no percibió el olor a
muerte que desprendían ni vio la trampa. Pero su error se le disculpa,
pues ha habido otros “menos ingenuos”, como dice El Periódico,
señalando al gobierno español, el auténtico malvado. En fin. Si yo
votara en Cataluña querría saber, y querría saberlo antes de las
elecciones generales, si el dirigente de uno de los partidos que
concurren y que se sienta en el gobierno catalán, dialoga y negocia con
una banda de asesinos. Querría saberlo en cualquier caso y pediría
cuentas a los ministros y espías que hubieran ocultado esa información.
Sólo hay un argumento, de todos los que se han expuesto, que justifica
el secreto: que se ponga en peligro a una fuente de información por
difundir el asunto con excesiva premura. Los que eso alegan dicen que la
filtración persigue “réditos electorales”. Si esa fuera la
finalidad, dado que para las elecciones falta mes y medio y las
encuestas son ventajosas para el PP, el Maquiavelo de turno podía haber
filtrado la nueva algo más tarde, sin peligro para nadie y con el mismo
efecto. ¿O no? Pero aunque esos detalles deban aclararse, la
sustancia del argumento en que se han atrincherado el PSOE y su cáfila,
tiene implicaciones alarmantes. Pues significa que ellos están
dispuestos a ocultar los tejemanejes de un cargo público, sueldo público,
con una banda de delincuentes y asesinos. Si ésa es la transparencia y
la regeneración que los socialistas prometen en los días pares,
abocados estamos, si ganan, a la oscuridad. Los ciudadanos tenemos el derecho de
conocer los actos políticos de los cargos públicos, y no digamos si
hay un intercambio de prestaciones, como en este caso. Claro que Carod
debía de haber tenido la gallardía de anunciarlo de motu propio, en
lugar del reconocimiento vergonzante que hubo de hacer a posteriori.
Tiene gracia que Maragall y otros genios de la lámpara se hagan lenguas
del gran poder manipulador que tiene la derecha gracias a los medios de
comunicación que controla. O sea, que los medios de la cuerda
socialista son los líderes del pelotón cuando muestran el bíceps en
el EGM, pero están a la cola cuando les retan a un pulso. Que en España
aún haya gente que cree que el “diálogo” con la ETA es moralmente
intachable y sirve para algo, demuestra que las Gemas Niergas
tienen en la sociedad más influencia de la que le conviene (a la
sociedad). Y que hay gente adoctrinada en la cesión al chantaje que
encubre su íntimo y cobarde “sálvese quien pueda” con el ambiguo
“hablando se entiende la gente”.
Libertad Digital. 30 de enero 2.004.- |