LA MATANZA
FRUSTRADA Por Jaime Campmany Los etarras, aun descabezados como están, nos preparaban unas Navidades de sangre y muerte. La explosión de sus dos artefactos de veinticinco kilos de explosivo cada uno habría producido una masacre dantesca, un espectáculo infernal en la Estación de Chamartín, precisamente en la tarde del día de Nochebuena. Es difícil imaginar la bárbara escena de tantos muertos descuartizados, cientos de heridos, toda la hermosa gente que iba o que venía en la Navidad. Esa es la escena que tenían fríamente pensada, preparada y casi ejecutada esos etarras que no cesan de inventar, fabricar y sembrar a voleo las semillas macabras del terror. Comprendo que hay que tener unas convicciones muy fuertes y una serenidad heroica y santa para no desear y pedir inmediatamente la pena de muerte para esos dos engendros infrahumanos, hijos de parcas y de furias, seres de instinto más feroz que el de las alimañas. Hay que tener mucha fe en la propia dignidad y en la dignidad del Estado para no exigir para esos dos etarras, Arruarte y Loran, la ley de Lynch o el juicio del Juez de la Horca. Esta terrible matanza frustrada ha dejado en claro y probadas, tres circunstancias. Primera, que la banda terrorista sigue dispuesta a matar a mansalva, sin atemperar ni moderar ni humanizar sus acciones criminales. Al revés, en esta ocasión intentaban realizar una matanza y una confusión sin precedentes, agravadas por el enjambre apretado de viajeros en aquel lugar y por las fechas elegidas para producir la mortandad. Los monstruos desalmados querían ensangrentar las fechas más entrañables del año. Malditos sean, ellos y sus cómplices, encubridores y beneficiarios, tan criminales como los etarras, y además cobardes. La segunda circunstancia que desvela el atentado frustrado de Nochebuena es que una vez más, la banda falla. El trabajo conjunto de las Policías francesa y española hace cada vez más difícil el resultado de la acción y más previsibles los planes y los propósitos. A pesar de que se trataba de dos terroristas no fichados, de esos que llaman por paradoja comandos legales, fueron descubiertos antes de llevar a cabo la masacre. La debilidad de la banda etarra es un hecho demostrado, y no cabe duda de que nos hallamos en el período más positivo y eficaz de la larga lucha contra este terrible cáncer de la paz y la felicidad de los españoles. Y tercero, ya es hora de que el nacionalismo vasco deje de considerar al terrorismo etarra como un aliado para conseguir sus objetivos. Pidan los arzallus, los ibarreches, los atuchas, los eguibar, los imaz y los anasagastis cuanto deseen: la autodeterminación, el referéndum, el Estado libre asociado, el nuevo Estatuto, la reforma de la Constitución, la segregación de España, la separación total de la patria común, la felicidad y el Cielo para ellos solos, lo que quieran, pero que lo pidan con la palabra y el argumento, sin alianzas con los violentos, ni condescendencias ni justificaciones ni incitaciones tácitas. Sin pensar que con la matanza de Chamartín habrían dado un paso adelante. Y si con la palabra y el argumento no consiguen sus propósitos, democráticamente palillo y flor de malva. Libertad Digital. 27 diciembre de 2.003 |