Algunas opiniones publicadas en el diario “El Pueblo” del 14 de abril de 1931.


ALCALÁ ZAMORA

“Un hecho como el de ayer pierde, comentándolo, porque ningún comentario puede estar a la altura de su grandeza. El pueblo español tan incomprendido y calumniado a menudo en el extranjero ha realizado el acto de independencia, de dignidad, de educación y de cuerda ciudadanía más grande que pueblo alguno haya podido realizar. Frente a la coalición de todas las fuerzas monárquicas, de todos los desafueros del fuero militar, y de todos los alardes de fuerza colocada en las manos de una dinastía de segundo rango, servidora sumisa de la otra dinastía del primer escalón, la dinastía Berenguer y la dinastía borbónica, frente a lo realizado en España, no cabía luchar. No es ya problema de política; es de patriotismo, de deber y de dignidad. Los que tanto alardean de patriotas y han aprovechado ya bastante este monopolio, que se sometan a cumplir con su deber, que además coincide con su interés”.  

[N. del A.] Al proclamarse la República, Niceto Alcalá-Zamora y Torres, fue elegido presidente del Gobierno provisional, puesto del que dimitió al discutirse en el Congreso de los Diputados el artículo 26 y 27 de la Constitución, que prohibía que las órdenes religiosas se dedicasen a la enseñanza, autorizaba la nacionalización de los bienes de dichas órdenes y acordaba la disolución de la Compañía de Jesús y la expulsión de sus miembros, todo lo cual pugnaba con su condición de católico practicante. El 10 de diciembre de 1931, dos días después de haberse aprobado la Constitución –que, en su articulado, recogía todos aquellos principios que tanto le contrariaron mientras se discutían en el Parlamento- fue elegido primer presidente de la II República española, cargo del que fue depuesto por las Cortes, a instancias del Frente Popular,  el 7 de abril de 1936, tras ser acusado de haber rebasado las facultades que la Constitución confería al jefe del Estado. Al estallar la guerra civil se hallaba en Islandia en viaje de recreo. No regresó a España ni apoyó a ninguno de los dos bandos. Solamente solicitó a su consuegro, el general Queipo de Llano, que interviniese a favor del general Batet, condenado a muerte por los nacionales. Murió en Buenos Aires en el año 1949.

© Generalísimo Francisco Franco 2005.


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