Preparativos
del bombardeo
A los
aliados les impulsó ese ataque tan criminal y despiadado contra
una ciudad indefensa, porque habían prometido a Stalin la
destrucción de Dresde, no sólo como muestra de solidaridad con
los soviéticos, sino que además era una demostración de
eficiencia y del enorme poder de destrucción que tenían los demócratas
aliados. También parece ser, que Churchill tuvo mucho interés en
aplicar la “Operación Trueno”, nombre clave de todos los
bombardeos, que daba el Gobierno británico en su proyecto de
bombardear zona por zona, lo cual era el mejor modo de terminar la
guerra. Además se iba a celebrar la Conferencia de Yalta, por lo
que el primer ministro británico estaba ansioso de demostrar a
Stalin lo valiosas que las fuerzas aéreas aliadas podían
resultar para ayudar a la ofensiva soviética. Después de la
batalla de Bulge, -también
conocida como campaña de las Ardenas y que primero fue llamada
“Operación rosa de Cristo” por los alemanes, hasta que Hitler
la renombró “alerta en el Rin” (Wacht am Rhein), que se inició
el 16 de diciembre de 1944 finalizando el 1 de febrero de 1945, y
fue la última ofensiva importante emprendida en el oeste por los
alemanas contra los ejércitos aliados que avanzaban hacia
Alemania-
el Occidente necesitaba sin duda alguna, todo su prestigio militar
para sentarse con tranquilidad ante la mesa de conferencias.
Churchill envió urgentemente una nota a sir Archibald Sinclair,
secretario de Estado para la Aviación, la cual provocó
resultados inmediatos, y el mariscal del Aire, sir Arthur T.
Harris recibió la orden de atacar ciudades tales como Berlín,
Dresde y Chemnitz lo más pronto posible, ya que en ellas “un
duro ataque no sólo provocaría trastornos en la evacuación del
Este, sino que entorpecería el movimiento de las tropas alemanas
del Oeste”. El ayudante de Harris, el mariscal del Aire sir
Robert Saundby, tenía algunas discrepancias al respecto, y al
leer la orden se preguntó la razón de que se incluyera a Dresde
en el ataque, ya que consideraba que la ciudad no tenía tanta
importancia como se le daba. Aunque era un centro ferroviario de
algún interés, no era un gran núcleo industrial, ni se empleaba
en movimientos de tropas. Así pues, pidió al ministro del Aire
que excluyese a Dresde como blanco de la operación. Saundby tuvo
que esperar varios días antes de recibir la confirmación de que
Dresde debía ser bombardeada. La demora, parece ser, fue debida
al interés personal de Churchill en la “Operación Trueno”,
encontrándose ya el primer ministro en esos momentos en la
conferencia de Yalta.
En la mañana
del 13 de febrero de 1945, se confirmó que las condiciones
meteorológicas eran favorables, y poco antes de las nueve de la
mañana, Harris ordenó que el grupo número 5 atacase a Dresde
aquella misma noche, tras la cual seguiría un segundo bombardeo
que llevaría a cabo una fuerza combinada integrada por cuatro
grupos. En horas tempranas de la madrugada, las “Fortalezas
Volantes” americanas atacarían la ciudad por tercera vez. Pero
al mediodía, los meteorólogos informaron que las condiciones
atmosféricas habían cambiado y que las nubes se extendían por
todo el centro de Europa, y el cielo no aparecería despejado
sobre el blanco hasta las diez de la noche.
Por la
tarde el comandante Maurice A. Smith jefe de la primera ola de
ataque, solicitó órdenes de vuelo a la sección de Inteligencia
de la 54ª base de Coningsby, en Lincolnshire. Su misión
consistiría en permanecer sobre el blanco, a baja altura,
dirigiendo el bombardeo. Pilotaría un ‘Mosquito KB 401-E’, rápido
aparato biplano de armazón de madera, muy seguro a las elevadas
altitudes por las que podía volar, pero peligroso a baja altura,
por carecer casi por completo de elementos protectores. Tampoco se
halló el mapa detallado de Dresde, y Smith tuvo que guiarse por
un plano confeccionado a base de fotografías tomadas en 1943. Tenía
que concentrar el ataque sobre el centro ferroviario de la
‘Haupt-bahnhof’ ubicada en la Altstadt (ciudad antigua) de
Dresde. A las 19:57 emprendió el vuelo rumbo a Alemania, en compañía
del oficial Leslie Page. A la misma hora, el capitán William
Topper, a bordo del ‘Mosquito DZ 631-W’ y con el capitán
Davies, partieron de Woodhall Spa. Los primeros aparatos que
alcanzasen Dresde serían dos escuadrillas de bombarderos ‘Lancaster’.
A las 22:04 lanzarían bengalas verdes en paracaídas, con el fin
de señalar la situación de la ciudad. Seguirían luego ocho
‘Mosquitos’, que guiados por las bengalas verdes lanzarían
bombas rojas de situación en el Estadio Deportivo, que se hallaba
justamente a la derecha del blanco principal, que era el nudo
ferroviario. Por último, a la Hora Cero -las
22:15-,
la fuerza principal se presentaría para bombardear el objetivo señalado
con luz roja. Los pilotos de los ocho ‘Mosquito’, recibieron
la orden de evitar a toda costa un aterrizaje forzoso al este de
Dresde. En lugar de ello, deberían poner rumbo al oeste,
aterrizando en territorio enemigo, a fin de que el nuevo equipo
electrónico no cayese en manos de sus aliados, los rusos...
A las 18
horas, los 244 ‘Lancaster’ estaban en el aire. Los aviadores
de los ‘Mosquito’, a las 21:49 vieron la primera señal en el
“Loran” (Long Range Navigation,
el nuevo sistema de navegación hiperbólica radioeléctrica
del largo alcance operativo en baja y media frecuencia, aparato
construido por los norteamericanos) que les guiaría directamente
hasta el primer blanco. A las 22 horas, Smith localizó su situación
a quince millas al sur de Chemnitz. Los aparatos ‘Mosquito’ viraron hacia el Noroeste, en busca
de las bengalas verdes lanzadas por los anteriores aparatos cuatro
minutos antes.
Aunque
Dresde no era una ciudad abierta, sólo había experimentado dos
ataques aéreos de pequeña importancia. Uno, el 7/10/1944, cuando
treinta bombarderos norteamericanos
atacaron sus nudos ferroviarios, matando a 435 personas. El otro
bombardeo se produjo el 16/01/1945, y fue a cargo de 133 aviones
‘Liberator’ que bombardearon el mismo objetivo, dando muerte a
376 personas. En la ciudad había un convencimiento de que se había
hecho un convenio secreto con los aliados: si los alemanes no
atacaban Oxford, los aliados tampoco lo harían con Dresde. Después
de todo, la ciudad poseía escaso valor militar, y sus numerosos
museos, iglesias y otros edificios de estilo barroco, estaban
reconocidos mundialmente como un tesoro arquitectónico. Ello
proporcionó una gran tranquilidad a los 630.000 habitantes de la
ciudad, la cual, a pesar de los desastres del Frente Oriental, tenía
casi un aire festivo en aquella noche del 13 de febrero. Ello se
debía a que era un martes ‘Faching’, una de las fiestas
favoritas de los germanos, en que los niños se vestían con
alegres ropajes de carnaval.
El bombardeo de Dresde
El 13 de febrero de 1945, a las 22:09 las emisoras de radio
alemanas reemplazaban sus emisiones regulares por el toque del péndulo
que se usaba para anunciar un ataque aéreo. La voz del locutor
anunciaba por el micrófono: "Achtung! Achtung! Achtung! Las
primeras oleadas de una gran formación de bombarderos enemigos
han cambiado de ruta y se acercan ahora a los límites de la
ciudad. Se va a iniciar
un ataque. Orden para la población de dirigirse inmediatamente a
los subterráneos y bodegas”. Pero pocos imaginaban que se
trataba de una incursión devastadora contra la ciudad. Esta
sensación de seguridad de los ciudadanos se extendió a los
centenares de miles de refugiados llegados del Este, así como a
los que procedían de Berlín y de Alemania Occidental. Las salas
de espera de la estación de ferrocarril se hallaba abarrotada de
personas y de sus pertenencias. Los edificios públicos también
estaban atestados de catres y camas en los que dormían los
refugiados. El flujo humano era tan grande que hubo que habilitar
el extenso parque ‘Grosser Garten’ con tiendas de campaña
para unas 200.000 personas.
En la estación de ferrocarril
casi no había cabida para más trenes, a consecuencia de todos
los que habían llegado del Este, y las carreteras procedentes del
frente seguían enviando riadas de refugiados a pie, en carretas,
coches y camiones. Se calcula que al producirse el bombardeo había
1.300.000 seres humanos en Dresde, entre los que figuraban
numerosos norteamericanos e ingleses prisioneros de guerra.
El sistema defensivo contra
los ataques aéreos en Dresde era sumamente deficiente. Los cañones
antiaéreos que aparecían montados en las colinas, eran en
realidad de cartón piedra, pues los verdaderos habían sido
enviados a los frentes oriental y occidental. Las defensas de la
Luftwaffe no eran más eficaces.
Los primeros aviones ingleses
‘Mosquito’, llegaron con gran precisión al lugar guiados por
el nuevo sistema de navegación hiperbólica, encargándose de
marcar con indicadores rojos los límites de la ciudad y con
bengalas iluminaron toda la urbe.
A las 22:15 comenzaron a llover las bombas sobre Dresde de la
primera oleada de 245 bombarderos ‘Lancaster’. El único avión
derribado fue por la explosión de una de las bombas lanzadas por
encima del mismo, tal era la concentración de aviones sobre la
ciudad. Enormes bombas explosivas de 2 y 4 toneladas, estaban
destinadas a romper las ventanas y arrancar los techos de los
edificios muy combustibles de la ‘ciudad vieja’ de Dresde,
algunos de los cuales tenían más de mil años. El grupo de
ataque transportaba alrededor de unas 75 bombas incendiarias. La
idea era primero destruir ventanas y techos con explosivos y luego
hacer llover las bombas incendiarias para llevar el fuego a las
casas tocadas produciendo tempestades de chispas que se filtrarían
por las ventanas y techos destrozados, prendiendo fuego a las
cortinas, tapices, muebles, vigas, etc.
A las 22:30 finalizaba lo que
hubiera sido suficiente para cualquier objetivo militar. Decenas
de miles de casas, hospitales, escuelas y estaciones de
ferrocarril convertidas en centros de refugiados quedaron sin
techo, puertas, ventanas, las calles destrozadas e inundadas por
la rotura de las tuberías de suministro de agua, postes de teléfono
y de alumbrado público tumbados. Posteriormente, los pilotos
aliados manifestaron que el humo y el fuego se veían desde 150 Km
de distancia.
La primera ola de ataque reemprende la ruta de regreso,
siendo cubierta por nuevas fuerzas que abrieron fuego sobre Dresde
a la 1:30 de la madrugada, con 529 aviones ‘Lancaster’ a cuya
cabeza avanzaban los ‘Blind Illuminator’ con sus bombas de
retardo, cohetes luminosos y linternas de magnesio, que debían
arder a 6.000 metros para iluminar el campo. Había también
escuadrillas de cazas equipados para el combate nocturno. Además
volaban ‘Liberators’ y ‘Fortalezas Volantes’. Cada aparato
llevaba una bomba explosiva de 2 toneladas y 5 incendiarias de 325
kilos. En total transportaban 650.000 bombas incendiarias. El jefe
de bombarderos, descubrió “con horror que todo el centro de la
ciudad estaba engullido por las llamas, lo que impedía
identificar los objetivos con precisión y la columna de humo que
se elevaba de la ciudad en llamas, oscurecía toda la parte
Este”. La cuestión era decidir si debían concentrar sus bombas
sobre la zona que ardía o si se debía extender el incendio. El
jefe de los bombarderos decidió la segunda opción.
Durante 10
minutos un ‘Lancaster’ equipado con cámaras hizo el recorrido
filmando la dantesca escena para la sección cinematográfica de
la RAF. Esta película ahora se conserva en el ‘Imperial War
Museum’, siendo uno de los más siniestros testimonios de la II
Guerra Mundial, y en el que se puede comprobar como Dresde no
estaba defendida, ya que no aparece en la cinta ningún proyector
y ninguna batería antiaérea.
A las 12:12
del 14 de febrero de 1945 las bombas volvieron
a diluviar sobre la otrora bella ciudad sajona. Esta nueva
fuerza estaba compuesta por 1.350 ‘Fortalezas Volantes’ y ‘Liberators’.
A las 12:23 los ’37 P-51’ del 20º Grupo de Cazas se
precipitaron sobre la ciudad con otros 3 Grupos de Cazas, atacando
a lo largo del río Elba, a los vehículos en las carreteras que,
saliendo de Dresde, estaban cubiertas de columnas de evacuados. En
el alba del miércoles 14 de febrero, en Dresde apenas fue notada
la aurora: la ciudad estaba oscurecida por una columna de humo
amarillo de 5 Km de alto y las emanaciones que caracterizan un
gran bombardeo incendiario. El color de dicha columna también
provenía del enorme amontonamiento de restos humanos carbonizados
y contraídos, de los escombros de edificios, de árboles y restos
de la desgraciada ciudad que habían sido engullidos por el ciclón
artificial y continuaban siendo aspirados por el cielo.
Veinticinco minutos después del bombardeo, vientos de 240 Km por
hora succionaban todo lo que encontraban hacia el centro del
tornado. Debido a que las altísimas temperaturas impulsaban el
aire hacia arriba a gran velocidad, la pérdida de oxígeno producía
remolinos de llamas que absorbían el aire incluso de los pulmones
de la gente. Una vez declarado el incendio, los bomberos que
fueron enviados a Dresde, no pudieron hacer nada para dominarlo.
La carnicería en la Estación Central ‘Haupt-bahnhof’ de
Dresde superó todo lo que pueda imaginarse. Los refugiados se apiñaban
en vagones de carga, otros estaban en los corredores y túneles.
Dos trenes acababan de llegar de Königsbruck con cientos de niños
que habían sido evacuados al Este y ahora volvían a ser
evacuados para salvarlos de las hordas rusas. Las escaleras y
salidas abarrotadas de bultos y maletas. Con las primeras bombas
incendiarias, los corredores y túneles se inundaron de humo
letal. Con el segundo ataque concentrado sobre la estación, todas
las personas perecieron asfixiados
o quemados vivos. Se calcula que el 70% de las víctimas murieron
por asfixia o por inhalación de gases venenosos. La intensidad
del calor derretía cuerpos sobre el pavimento, o los reducía a
cadáveres calcinados y encogidos, de medio metro de longitud. En
palabras del periodista Phillip Knightley: “Las llamas devoraron
toda la materia orgánica a su paso: todo lo que era combustible
ardió. La gente murió derretida, incinerada o por asfixia. Al día
siguiente llegaron aviones norteamericanos para ametrallar a los
sobrevivientes que intentaban alcanzar la orilla del Elba”.
Distintas
cifras de víctimas se han barajado, pero las más plausibles son
entre 135.000 y 200.000 muertos. Cabe recordar que las cifras
oficiales de muertos por las bombas atómicas lanzadas por EE.UU.
sobre Hiroshima y Nagasaki son, respectivamente de 83.793 y
71.370.
El
bombardeo de Dresde, dijo crudamente lord Boothby, el 5 de mayo de
1963, “fue el peor crimen que Inglaterra ha cometido. Ella se
colocó de esta manera a la par de los nazis”. Pero actualmente
el holocausto de Dresde queda oculto y tapado por la inmensa
propaganda que se despliega en esas fechas sobre Auschwitz.
Los máximos
responsables de esta cobarde y repugnante masacre fueron Winston
Churchill y Arthur Harris, director del mando de los bombardeos
ingleses, apodado “Bomber”. Ninguno de los dos se disculpó ni
mostró el más mínimo pesar, y así Churchill comentaba:
“Ahora todo el mundo lo hace” en referencia a la matanza
deliberada de civiles, añadiendo: “Es simplemente una cuestión
de moda; como los vestidos, que en ciertas épocas se llevan
cortos, en otras largos”. Como ejemplo del cinismo que
practicaba Harris, se encuentra en la respuesta que dio a un policía
de tráfico, que le paró por exceso de velocidad: “Podría
haber matado a alguien” le dijo el guardia en tono
recriminatorio, a lo que “Bomber” Harris respondió:
“Muchacho, yo mato a miles de personas todas las noches”.
En sus
memorias de la II Guerra Mundial, sir Winston Churchill no mostró
mucha emoción al recordar el criminal ataque a Dresde: “En el
último mes realizamos un fuerte bombardeo sobre Dresde, que
entonces era el centro de comunicaciones del frente oriental alemán”.
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