UN
HOMENAJE
Por
César España R.
Estación de Atocha, 7,36 de la
mañana. Trabajadores, estudiantes, gente buena. El tren entrando en
la estación lleva consigo la criminal tragedia, tres bombas
disimuladas en mochilas explotan. Cuatro más estallarán en otro tren
que también se acerca al apeadero de la Estación Central Madrileña.
Minutos después nueva explosión, ésta vez en la estación de Santa
Eugenia, dos más en el barrio obrero de El Pozo del Tío Raimundo.
Total, 192 muertos y más de mil heridos. Era el 11-M. Las hienas
criminales etarras, que como el mismo demonio sólo entienden de odio,
muerte y destrucción, celebran una satánica fiesta de regocijo en
distintas cárceles españolas, en algunos casos, acompañados de
fundamentalistas musulmanes a los que España les dio cobijo y
prosperidad, lo cual agradecieron delinquiendo.
11-S
de 2001, 14:45 hora española. Un Boeing 767 desvía el trayecto
impactando en la Torre Norte del World Trade Center, incrustándose a
la altura del piso ochenta. Minutos después, otro cae en picado
contra el Pentágono. Más tarde, un nuevo avión de pasajeros choca
contra la otra Torre Gemela. La tragedia es de proporciones apocalípticas.
Ambos rascacielos se derrumban. Un cuarto avión se estrella en un
descampado en Pennsylvania. Resultado: cerca de 3000 vidas desaparecen
macabramente. Miles de niños se quedan huérfanos, centenares de
familias destrozadas para siempre. La autoría también es del
fanatismo musulmán, junto a la más reciente, la masacre de escolares
de Beslán, el pasado 3 de septiembre.
Un
homenaje, una oración, un verso, un recuerdo perpetuo a todos ellos.
18 de Noviembre de 2.004.-