Alexander Mijailovich Orlov cuyo verdadero nombre era el de
Leiba Lázarevich Felbing, nació el 21 de agosto de 1895 en Babruysk provincia de
Maguiliou en Bielorrusia. Acudió al Instituto Lázarevsk en Moscú, pero lo dejó a
los dos semestres para estudiar Leyes en la Universidad de Moscú. Sus estudios,
sin embargo, fueron cortados por el estallido de la Primera Guerra Mundial y su
llamada a filas.
Al comenzar la Guerra Civil Rusa, Orlov se unió al Ejército Rojo
y se convirtió en oficial de contrainteligencia en el frente polaco. Planificó y
condujo personalmente diversas operaciones de sabotaje en territorio enemigo.
Posteriormente sirvió con los guardias de fronteras de la GPU en Arjángelsk. En
1921 se retiró del ejército para reanudar sus estudios de Derecho en Moscú.
Orlov trabajó varios años en el Alto Tribunal bolchevique bajo la tutela de
Nikolái Krylenko. En mayo de 1924 su primo Zinovi Katznelson, jefe del
departamento económico de la OGPU (EKU), envió a Lev Nikolski (su nombre oficial
desde 1920) a unirse a la policía secreta como oficial de la Sección Financiera
6.
Cuando su primo fue trasladado para supervisar a los guardias de
fronteras de la OGPU (Directorio Político del Estado, policía secreta de la URSS
hasta 1934) en Transcaucasia, ofreció a Orlov la oportunidad de trasladarse a
Tiflis, con su familia, como jefe de la guardia fronteriza allí destacada. En
esa ciudad su hija enfermó de fiebres reumáticas, por lo que Orlov pidió a su
amigo Artur Artuzov que le trasladara a un destino en el que su hija pudiera ser
tratada por doctores europeos. Subsecuentemente, en 1926 fue transferido al INO,
la rama del NKVD responsable de operaciones ultramarinas, dirigida por su amigo
Artuzov y enviado a París como oficial de la delegación comercial soviética,
bajo el nombre falso de Léon Nikolaeff.
Tras un
año en Francia, Lev Nikolski, fue transferido a un puesto similar en Berlín.
Retornó a Moscú a finales de 1930. Dos años después fue enviado a los Estados
Unidos para establecer relaciones con su pariente en aquel país y obtener un
genuino pasaporte norteamericano que le permitiría viajar libremente por Europa.
Lev Nikoláyev (Nikolski-Orlov) llegó a los EE.UU. a bordo del trasatlántico
alemán SS Europa el 22 de septiembre de 1932, procedente de Bremen. Tras
obtener el pasaporte con el nombre de William Goldin, partió el 30 de noviembre
en el SS Bremen de vuelta a Alemania. En Moscú Nikolski solicitó
nuevamente un destino en el extranjero, ya que quería que su hija enferma fuera
tratada por el Dr. Karl Noorden en Viena. Le fue concedido, y en mayo de 1933
Leon Nikoláyev se trasladó con su mujer e hija a la capital austriaca,
instalándose en la cercana localidad de Hinterbrühl. Al cabo de tres meses fue a
Praga, cambió su pasaporte soviético por el americano y viajó a Ginebra. Su
grupo operativo, que actuaba contra el Deuxième Bureau francés, incluía a
Aleksandr Korotkov, un joven ilegal, a su mujer Maria, y un correo, Arnold
Finkelberg. Su operativo, llamado en clave EXPRESS, no tuvo éxito, por lo que en
mayo de 1934 Orlov se reunió con su familia en Viena. Allí se le ordenó viajar a
Copenhague para servir de ayudante a los residentes Theodor Maly (París) e
Ignace Reif (Copenhague). En junio de 1935, el propio Orlov se hizo residente en
Londres con su nombre falso de William Goldin. No intervino en el reclutamiento
de Kim Philby o los demás miembros de los Cinco de Cambridge, y cesó en el
puesto en octubre de aquel año, volviendo a Moscú. Allí se le retiró de Asuntos
Exteriores, pasando a ocupar un puesto de segunda fila como segundo jefe en el
Departamento de Transportes (TO) del NKVD (Naródniy Komissariat Vnútrennij Del)
(Comisariado del pueblo para asuntos internos). Además de sus funciones de
seguridad del Estado y de sus funciones policiales, algunos departamentos del
NKVD manejaban otros asuntos, como transporte, bomberos, guardias fronterizos,
etc.). El NKVD fue sucesor de la OGPU (Obedinennoe Gosudarstvennoe Politicheskoe
Upravlenye).
ARRIBA
En julio de
1936 Orlov fue enviado a España como enlace del NKVD con el
Ministerio de Interior de la Segunda República española. Se
dice que Orlov fue enviado a España después de que una joven
secretaria, con la que él había tenido una relación, se
suicidara en frente de la Lubianka porque Orlov rechazó
dejar a su mujer. Orlov llegó a Madrid el 15 de septiembre
de 1936.
El 14 de septiembre e1 1936, se celebra una reunión en Moscú, en
los locales de la Lubianka, para coordinar el envío de material de guerra a
España.
[N. del A.] La plaza Lubianka,
cercana a la Plaza Roja, es conocida sobre todo por el gran edificio de
ladrillos amarillos, que sirvió primero como sede de una compañía de seguros y
posteriormente como cuartel general de los servicios secretos soviéticos en sus
diversas etapas (Checa, OGPU, NKVD, MVD, NKGB, KGB). El edificio también servía
como calabozo para los disidentes del estalinismo. “Las negras fauces de la
Lubianka” así llamaba Alexander Solzhenitsin al portón de mármol negro que da
acceso a la tétrica sede.
Los envíos de armas y personal a España queda bajo la
supervisión del NKVD y se confirma al veterano miembro de la misma Alexander
Orlov (de verdadero nombre Nikolski), que ya estaba destinado en España, como
oficial superintendente de la operación. Según sus declaraciones posteriores
ante el Senado de los Estados Unidos, su misión en España era de asesor en temas
de «espionaje, contra espionaje y lucha de guerrillas». En contra de lo que se
piensa, nunca supervisó la actividad de la guerrilla detrás de las líneas
franquistas, la cual fue organizada por su colega de la NKVD Grigori Syroyezhkin. |
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ARRIBA
El 27 de agosto
de 1936 llegaba a Madrid el embajador soviético Marcel
Rosenberg juntamente con asesores militares soviéticos y
miembros de los servicios secretos. Rosenberg transmitía a
Moscú la desesperada situación militar de la República,
insistiendo en que si no recibía ayuda urgente su futuro se
presentaba muy incierto. A mitad de septiembre de 1936
Stalin dio el visto bueno, aprobándose la “Operación X”,
nombre secreto que se dio a la ayuda militar soviética a
España. En la reunión, que tuvo lugar en la Lubianka,
asistió Alexander Orlov, que más tarde sería nombrado
representante de la NKVD en España. Asimismo al jefe de los
Servicios de Inteligencia en Europa occidental, Walter
Krivitski, se le asignó para establecer unas redes
comerciales dedicadas a la importación y exportación de
armas, para vendérselas a la Comisión de Compras de París.
Había una indudable
simpatía por parte de algunos miembros del Gobierno hacia los
rusos, tales como el propio Largo Caballero, el “Lenin español”
o Álvarez del Vayo, y también la de muchos militantes del PSOE,
por no citar la clara inclinación procomunista de los
sindicatos. Incluso Negrín, que tenía la ventaja de hablar ruso,
había sido uno de los promotores de la Asociación de Amigos de
la URSS.
El ministro de
Hacienda, Juan Negrín, firmó un decreto reservado el 13 de
septiembre de 1936, con el respaldo del presidente Largo
Caballero, para el traslado de la mayor parte de las reservas de
oro del Banco de España a la URSS. El presidente Largo Caballero
negoció con el embajador de la URSS en España, Arthur Stashevski,
el traslado del oro del Banco de España a la Unión Soviética.
El Ejecutivo de
Largo Caballero no informó de esta medida al jefe del Estado,
Manuel Azaña, pero suplantaron su voluntad en el Decreto. “Se
decidió que no lo supiera ni el presidente de la República, el
cual se hallaba en un estado espiritual verdaderamente
lamentable”, argumentaba Largo Caballero. Nunca se produjo
la rendición de cuentas a las Cortes.
El Decreto
reservado decía lo siguiente:
«Ministerio
de Hacienda. Excmo. Sr.: Por su excelencia el Presidente de
la República, y con fecha 13 del actual, ha sido firmado el
siguiente Decreto reservado de este Departamento
ministerial.
La
anormalidad que en el país ha producido la sublevación
militar aconseja al Gobierno adoptar aquellas medidas
precautorias que considere necesarias para mejor
salvaguardar las reservas metálicas del Banco de España,
base del crédito público. La índole misma de la medida y la
razón de su adopción exigen que este acuerdo permanezca
reservado. Fundado en tales consideraciones, de acuerdo con
el Consejo de Ministros, y a propuesta del de Hacienda,
vengo en disponer, con carácter reservado, lo siguiente:
Artículo
1º: Se autoriza al Ministro de Hacienda para que en el
momento que lo considere oportuno ordene el transporte, con
las mayores garantías, al lugar que estime de más seguridad,
de las existencias que en oro, plata y billetes hubiera en
aquel momento en el establecimiento central del Banco de
España.
Artículo 2º:
El Gobierno dará cuenta en su día a las Cortes de este
decreto".
Lo que
comunico a V.E. para su conocimiento y efectos oportunos.
Madrid,
trece de septiembre de mil novecientos treinta y seis. Juan
Negrín López – Manuel Azaña».
Al día siguiente de
la publicación del Decreto, aparecieron en el Banco de España
las primeras fuerzas de Carabineros y Milicias. Los responsables
del vaciado de los sótanos del Banco de España fueron el
ministro de Hacienda, Juan Negrín López, y más directamente, el
director general del Tesoro, Francisco Méndez Aspe.
El gobernador del
Banco de España informó al resto del Consejo Extraordinario del
traslado del oro. El cajero principal del Banco de España se
suicidó y los consejeros Martínez Fresneda y Álvarez Guerra
denunciaron la extracción del oro por constituir una ilegalidad
y presentaron su dimisión.
El ministro de
Hacienda, Juan Negrín, y Alexander Orlov pactaron el envío de
las reservas a la URSS. El traslado desde las cámaras de acero
del Banco de España hasta la estación de ferrocarril se realizó
en camiones custodiados por milicianos y elementos del Sindicato
de Madrid. Se efectuaba de noche y se tardó más de una semana.
El 15 de septiembre
hacia las 11:30 de la noche salió la primera expedición
compuesta por 800 cajas, desde la estación de ferrocarril del
Mediodía, llegando a Cartagena a las 4:30 de la tarde del día
16. Las 7.800 cajas fueron depositadas en los polvorines de La
Algameca.
Los tanquistas
soviéticos de la base de Archena cargaron el oro español en los
buques soviéticos atracados en el puerto de Cartagena durante
las noches del 22, 23 y 24 de octubre de 1936.
Durante la
operación de salida del oro del Banco de España, Stalin mandó a
Alexander Orlov un radiograma cifrado en Moscú, y que decía:
«Junto con
el embajador Rosenberg, arregle con el jefe del Gobierno
español, Largo Caballero, el envío de las reservas de oro de
España a la Unión Soviética en un vapor ruso. Todo debe
hacerse con el máximo secreto. Si los españoles le exigen un
recibo por el cargamento, rehúselo, repito, rehúse firmarlo,
y diga que será entregado un recibo oficial en Moscú por el
Banco del Estado. Le hago personalmente responsable de la
operación. Firmado: Ivan Vasilyevich».
Este era el nombre en clave de José Stalin (cuyo verdadero
nombre era Iósiv Vissariónovich Dzhugashvili).
El 25 de octubre de
1936, los buques soviéticos Kim, Jruso, Neva
y Volgoles, con las 510 toneladas de oro en sus bodegas,
zarparon del puerto de Cartagena en dirección a la Unión
Soviética. El oro del Banco de España llegó al puerto ucraniano
de Odessa el 2 de noviembre de 1936. Las cajas se trasladaron a
los vagones de un tren especial estacionado en una vía muerta.
El viaje se prolongó durante cuatro días. La primera parada del
viaje fue Kiev y la segunda fue la estación central de Moscú,
término del viaje que tuvo lugar el 6 de noviembre de 1936. Una
vez descargado el oro español ingresó en el Depósito de Metales
Preciosos del Estado (el Gokhran), donde quedó almacenado.
La Unión Soviética
se apoderó de las 510 toneladas de oro del Banco de España, que
según el precio oficial desde el año 1934, valían 518,3 millones
de dólares, en cobro por la ayuda militar prestada al bando
republicano en la Guerra Civil. Esta ayuda consistió en el envío
de soldados, asesores, técnicos, aviones y tanques. De esta
forma, la URSS incumplía (al igual que Italia y Alemania) el
acuerdo de No Intervención en España para evitar la
internacionalización del conflicto español. Buena parte de la
ayuda soviética llegó al bando republicano a través del puerto
de Cartagena.
Orlov que como
hemos visto fue nombrado responsable del lado soviético en el
traslado del denominado «Oro de Moscú» desde España a la Unión
Soviética, fue galardonado con la «Orden de Lenin».
Stalin recibió con
gran satisfacción la noticia de la llegada de las reservas de
oro, puesto que ya había iniciado el embarque de armas a España
y el pago sólo podía ser garantizado mediante la posesión física
del oro.
Stalin celebró la
llegada del oro con un banquete en el Kremlin al que asistieron
los miembros del Politburó, y en el cual dijo las siguientes
palabras: “Los españoles no verán más el oro, del mismo modo
que nadie puede ver sus propias orejas”, expresión basada en
un proverbio ruso.
Largo Caballero en
su libro Mis recuerdos decía: “Con el oro pagamos el
material que nos llegaba desde Rusia y, a través de la cuenta
del banco BCEN de París, situado en la avenida de la Ópera, las
armas y los víveres que comprábamos en otros lugares”.
Terminada la guerra
civil, Indalecio Prieto se empeñó en negar que él hubiese tenido
conocimiento del envío del oro, cosa increíble teniendo en
cuenta que era ministro de Marina y responsable de la Base Naval
de Cartagena, por lo que tuvo que estar informado del trasiego
del oro.
Así se consumó una
de las más tristes, vergonzosas y deplorables operaciones de la
historia de España, siendo sus principales protagonistas y
responsables, el presidente de la República, Manuel Azaña Díaz,
el presidente del Gobierno, Francisco Largo Caballero, conocido
como “el Lenin español”, y el ministro de Hacienda, Juan Negrín
López.
ARRIBA
El jueves 3 de
octubre de 1957 el diario de Nueva York “Journal
American” publicaba un artículo de su redactor E. F.
Tompkins, que decía:
«El
Subcomité Eastland dio hoy a la publicidad la historia
íntima del robo por Rusia de la reserva del oro nacional del
pueblo español. Lo que se releva fue hecho en testimonio
bajo juramento prestado por Alexander Orlov, un antiguo
miembro de la Policía secreta soviética, que vino a este
país como fugitivo en 1938. Orlov testificó que él perpetró
el robo por órdenes directas de Stalin. Orlov dice que fue
enviado a España en 1936, al comienzo de la guerra civil,
como “diplomático soviético” y “asesor del Gobierno
republicano español en materias de espionaje y táctica de
guerrillas”.
Cuando el
general Franco parecía a punto de capturar Madrid, Orlov
recibió instrucciones de Stalin para acordar personalmente
con Largo Caballero el embarque de las reservas de oro de
España a la Unión Soviética.
Se le dijo
que colaborara con el embajador Rosenberg, otro diplomático
soviético en España. El embajador Rosenberg y yo –declara
Orlov– quedamos atónitos cuando se nos dijo que el Gobierno
español estaba dispuesto a confiar a Stalin todos los
ahorros de la nación española.
Las órdenes
de Stalin fueron explícitas. Esta operación –dijo– debe
llevarse en el máximo secreto. Niéguese a firmar nada, y
diga que el recibo formal será emitido en Moscú por el Banco
del Estado.
Orlov
ejecutó la operación con arreglo a las instrucciones, con la
complicidad de las autoridades del Gobierno republicano
español y la ayuda de las dotaciones de los tanques
soviéticos que acababan de llegar a España.
Hubo una
discrepancia extraña, sin embargo. Según la cuenta española,
el oro –unas 600 toneladas, valoradas en unos 600 millones
de dólares o más– estaba empacado en 7.900 cajas; no
obstante, el recibo soviético fue sólo de 7.800. “Yo pienso
–explicó Orlov– que Stalin probablemente decidió que él
podría usar unas 100 cajas de oro, quizá para algún trabajo
del Komintern o cosa semejante. El oro está todavía
encerrado en las cajas subterráneas del Kremlin».
Y el
propósito de Stalin fue el de que se quedara allí siempre.
Después del robo, Orlov fue visitado por el jefe de la NKVD
soviéticas. “Me dijo con toda autoridad –refiere Orlov– que
el oro, según Stalin, no sería nunca devuelto a España”.
Stalin tenía
experiencia en bandidaje de oro –en los comienzos de su
carrera ayudó a financiar la revolución atracando un tren
zarista en Tiflis, al estilo de Jesse James–. Y el régimen
de Kruschev, aunque denuncia los crímenes de Stalin, no ha
ofrecido nunca la restitución a España».
ARRIBA
Sin embargo, la
tarea principal de Orlov en España consistió en purgar a los
disidentes soviéticos. Los documentos recientemente
desclasificados de los archivos del NKVD revelan la lista
larga de los crímenes de Orlov en España. Fue el responsable
de fabricar pruebas que condujeron a la detención y la purga
de los líderes del POUM. Las pruebas también sugieren que
dirigió el secuestro y ejecución del líder del POUM Andreu
Nin. En un informe a sus superiores en Moscú, fechado en
agosto de 1937, Orlov perfilaba su plan para la captura y
liquidación del socialista austriaco Kurt Landau. También
desaparecieron en España Erwin Wolf, antiguo secretario de
Trotsky, y Mark Rein, hijo de un líder menchevique y tuvo
parte en la desaparición del oficial ruso y agente doble del
NKVD, Nikolái Skoblin.
ARRIBA
La
persecución despiadada contre el POUM (Partido Obrero de
Unificación Marxista) corrió a cuenta exclusiva de los
mandatarios de Moscú.
El 9 de mayo de
1937, en un mitin en Valencia, el comunista José Díaz Ramos
acusa al POUM de agente de Franco y pide su disolución. El
periódico Claridad, ahora en manos comunistas, publica en
recuadro: “A muerte los agentes del fascismo. Disolución
inmediata del POUM, avanzada fascista en la España leal.
Disciplina en las organizaciones antifascistas”. En Barcelona
los muros se cubren con un cartel del PSUC (Partido Socialista
Unificado de Cataluña) en el cual aparece una figura, el POUM,
que se arranca una máscara con la hoz y el martillo y deja al
descubierto una horrible faz con la cruz gamada.
El 14 de mayo de
1937, Rosenberg, embajador soviético, visita a Largo Caballero
para pedirle la disolución del POUM.
El 14 de junio de
1937, se reúne el consejo ejecutivo del POUM en la Virreina,
como todos los días. La víspera, recién llegado a Barcelona,
Gorkín ha despedido a un grupo de soldados que recibieron
instrucción en el cuartel Lenin para incorporarse a la 29ª
división, y con ellos unos milicianos poumistas que habían
estado de permiso. El principal objeto de la reunión era la
preparación del importante congreso del POUM que debe empezar
dentro de dos días. Cuando salen de la reunión, un camarada de
guardia les advierte que un militar que decía ser simpatizante
del POUM ha avisado que la policía tenía orden de detener a los
miembros de la ejecutiva. Poco después, cuando ya están en sus
despachos, preguntan por Nin y lo detienen. Lo introdujeron en
un coche y mientras se aleja, los camaradas que lo han visto
avisan por teléfono a los demás miembros de la comisión. El
mismo día la policía ocupa la redacción de “La Batalla”,
el diario del POUM, y los locales que tenía el partido en
Barcelona. Detiene a todos los alojados en el hotel Falcón que
queda convertido en cárcel. Son policías de la “secreta” venidos
de Madrid. Toda la policía madrileña está en manos del Partido
Comunista.
Orlov, como jefe
del GPU (Policía política rusa) en España, fue el que ordenó
detener a todos los dirigentes del POUM. El ministro de
Instrucción Pública y Bellas Artes-Sanidad, el comunista Jesús
Hernández Tomás, informado por el director general de seguridad
Antonio Ortega, se entrevista con Orlov, quien le dice que el
Gobierno no debe conocer esa orden, ya que el ministro Julián
Zugazagoitia era amigo de los detenidos, y que tenía pruebas de
que estaban en contacto con espías fascistas. Jesús Hernández se
entrevista con el dirigente comunista José Díaz Ramos que se
enfurece al recibir la noticia. Se cree que Nin fue trasladado a
Alcalá de Henares, donde Orlov tenía su prisión particular
instalada en la Catedral, y donde fue interrogado por los
soviéticos y posteriormente conducido al Pardo. Jamás ha dicho
nadie lo que allí ocurrió. Jesús Hernández Tomás, miembro del
Comité Ejecutivo del Partido Comunista, director del órgano del
Partido “Mundo Obrero” y Ministro de Instrucción Pública
y Bellas Artes (4 de septiembre de 1936 al 5 de abril de 1938) y
Ministro de Sanidad (15 de mayo de 1937 al 5 de abril de 1938)
afirmó que lo torturaron y que se les murió en las manos.
Valentín González “El Campesino” manifestó que lo mataron y lo
enterraron en los jardines del palacio.
Los muros y paredes
de Barcelona y de otras poblaciones se ornamentaban con la
pregunta: “Gobierno Negrín ¿dónde está Nin?”
Cuarenta y nueve
días después de la detención del secretario político del POUM,
el gobierno publica una nota para el público:
«Por los
informes recogidos aparece que Nin ha sido detenido por la
policía de seguridad general al mismo tiempo que otros
miembros del POUM, que ha sido trasladado a Madrid, a un
preventorio habilitado al efecto, y que de allí ha
desaparecido».
Arquer, que luego
sustituiría a Nin en la secretaría del partido, visita al
ministro de Justicia, Manuel Irujo y Ollo, bajo cuya
jurisdicción están legalmente todas las prisiones, le dice: “Nin
está en un prisión privada de Madrid. No intente encontrarlo,
porque ningún salvoconducto oficial podría protegerle a usted”.
Debajo de la
pregunta de “dónde está Nin”, en muchas paredes, van añadiendo
la respuesta que flota en el ambiente, como si fuese ya la “vox
populi”, pero es la voz de la propaganda calumniosa: «¿Dónde
está Nin? –En Salamanca o en Berlín». O más simplemente, -«En
Alemania».
Años más tarde, el
misterio ya no es tal. Se ha escrito mucho sobre el tema. De las
memorias de Azaña y otros escritores como Víctor Alba, consigna
las dificultades del gobierno Negrín para descifrar los hechos y
dar una explicación plausible al montón de telegramas llegados
de todas partes del mundo. Companys envió directamente a
Miravitlles para descifrar el enigma e intentar salvar a Nin.
[N. del A.]
Víctor Alba, pseudónimo de Pere
Pagés i Elies, estudió Derecho en la Universidad de
Barcelona. Afiliado al Bloque Obrero y Campesino (BOC)
terminó en el POUM. Durante la guerra civil fue el director
de La Batalla. Tras los hechos de de mayo de 1937 de
Barcelona fue arrestado pero finalmente absuelto.
Jesús Hernández en
su libro Yo fui un ministro de Stalin escribe: «Por esta
explicación de Togliatti deduje que él sabía ya toda la trama de
Orlov, y que su visita a la embajada no había sido ociosa. Nin
estaba secuestrado y lo entregarían cuando el “affaire” tuviera
estado oficial».
Al visitar a Negrín
y ver sobre su mesa un montón de telegramas que desacreditaban
al gobierno, el entonces ministro comunista Jesús Hernández le
dijo:
«No hay más
remedio que tomar en las manos del gobierno la
responsabilidad del proceso contra el POUM. Al darle estado
oficial, cesarán los ataques contra el trabajo de la GPU
como autora de este “affaire” a espaldas de las autoridades
españolas, que es el punto fuerte de todas las protestas».
Mientras las
rotativas de los diarios imprimían el comunicado oficial del
Ministerio de Justicia, la mano alevosa de Orlov consumaba uno
de los crímenes más sucios de que se tenía memoria en los anales
de la criminalidad política de nuestra historia: Nin era
asesinado por los esbirros de la GPU de Stalin.
Siguiendo a Víctor
Alba parece posible reconstruir del siguiente modo los hechos
que llevaron a la muerte al secretario político del POUM, que
como consejero de Justicia de la Generalitat de Cataluña (26 de
septiembre de 1936) bajo la presidencia de Josep Tarradellas i
Joan, había establecido los Tribunales Populares de tan infausta
memoria para muchos inocentes:
«Nin fue
conducido a Valencia y desde allí, a Alcalá de Envares,
cerca de Madrid, donde los comunistas tenían una casa
aislada, dispuesta ya para recibirle y en la que declaró
ante la policía. Estas declaraciones, en que contra toda
costumbre no se hace constar ni el lugar ni el agente que
las tomó, tuvieron lugar los días 18, 19, 20 y 21 de junio
de 1937. Durante la noche del 22, un grupo de hombres
“atacó” la casa, invadió la celda de Nin, y se lo llevaron.
Parece ser que en este grupo estaban Orlov y Vittorio Vidale
(miembro del Partido Comunista de Italia, que durante la
guerra civil actuó como comisario político en diversas
unidades y fue fundador del Quinto Regimiento, siéndole
atribuidas ejecuciones políticas. Posteriormente se
incorporó a las Brigadas Internacionales. Trabajó con los
pseudónimos de Sormenti, Comandante Carlos, José Díaz y
Carlos Contreras). Para que se creyese que se trataba de una
“salvación” que llevaban a cabo agentes de Hitler, hablaron
alemán –se seleccionaron diez alemanes de las Brigadas
Internacionales– y ataron a los dos guardianes. También
abandonaron en la celda una cartera que contenía,
evidentemente, varios documentos, algunos de ellos en
alemán, que relacionaban a Nin y al POUM con el espionaje.
Estos documentos también fueron “secuestrados” o robados
poco después, antes de que se pudiera proceder a su
“análisis”. Había también algunos billetes de ferrocarril y
de marcos alemanes. Los documentos fueron sustraídos del
despacho del comisario de Orden Público de Madrid, David
Vázquez. Para impedir la investigación, también se intentó
detener al juez especial Miguel Moreno Laguía, nombrado por
el Ministro de Justicia Manuel Irujo y Ollo.
Parece ser que
los verdugos tuvieron varios días a Nin sometido a torturas
y cuando vieron que no cedía, que no “confesaba”, aplicaron
métodos menos refinados: arrancar las uñas, descargas
eléctricas, la “bañera”.
Andreu Nin resistía porque sabía que sólo de su
resistencia dependía la vida de sus camaradas, el buen
nombre del POUM y de su movimiento obrero.
Orlov, aunque
fue el principal oficial del NKVD en España, negaría más
tarde su participación en estos y muchos otros asesinatos
realizados por oficiales de la NKVD y sus agentes».
ARRIBA
Según César
Vidal, la represión soviética –que, de hecho, pretendía
implantar un régimen estalinista en España– adoptó durante
la guerra civil formas que serían después empleadas de
manera masiva por los nazis durante el Holocausto. Una de
ellas fue la construcción de hornos crematorios para
deshacerse de los cadáveres de los asesinados. Este hecho,
horrible desde cualquier punto de vista, no fue conocido
hasta 1992, cuando
Vasili Nikitich
Mitrokhin, alto funcionario del KGB –antes NKVD– decidió pasarse
a Occidente a través del Reino Unido. Fue tal la impresión que
le causó la maldad contenida en algunos informes secretos, que
decidió de forma clandestina tomar y guardar notas y copias de
esos informes.
En el año 1937 en
España, Orlov disponía de su propio horno crematorio para
deshacerse de los cadáveres de sus víctimas, y que dicho horno
estaba supervisado por el coronel del NKVD, Stanislav
Alekseyevich Vaupshasov, condecorado con cuatro órdenes de
Lenin, dos órdenes de la Gran Guerra Patria y un largo listado
de medallas. Durante los años veinte, pertenecía a una unidad de
la OGPU –la sucesora de la Cheka– con la que realizó
incursiones en las fronteras de Lituania y Polonia. A inicios de
los años treinta ya era un experto en asesinatos de la NKVD y,
al estallar la Guerra Civil española, Vaupshasov fue enviado a
España con la misión de construir y vigilar crematorios que
permitieran deshacerse de los cadáveres de las víctimas de la
represión desencadenada por el Frente Popular. Según las propias
fuentes soviéticas, muchos de los destinados a la muerte fueron
incluso asesinados en el edificio donde se encontraban los
crematorios.
El enlace español
fue un salmantino nacido en 1910 y militante del Partido
Comunista, llamado José Castelo Pacheco, más conocido como José,
Panso y Teodor y hombre de la máxima confianza de Orlov, como
así lo demostraría con su silencio a lo largo de toda su vida.
Reclutado en 1936 por Leonid Aleksandrovich Eitingon, uno de los
hombres de Orlov, y al que Castelo sirvió con fidelidad a sus
jefes soviéticos en la tarea de deshacerse de los cadáveres.
Preocupado José por
el futuro económico de los suyos, había dado instrucciones en
caso de que él faltase, podían ponerse en contacto con sus
camaradas. Tras su fallecimiento, su viuda se dirigió por carta
al Gobierno soviético en el año 1982 solicitando una pensión,
por los especiales servicios que su marido había prestado al
NKVD durante la Guerra Civil española.
El dossier de
Castelo en los archivos del KGB deja de manifiesto que el
comunista se había comprometido a no revelar nada sobre sus
actividades en los crematorios. Sin embargo, los mandos de la
inteligencia soviética decidieron no correr riesgos. En enero de
1983, la viuda de Castelo fue citada para celebrar una reunión
en el consulado soviético de Madrid. En el curso de la misma, le
informaron de que no tenía ningún derecho a recibir una pensión,
pero que, a pesar de todo, se le haría entrega de 5.000 rublos
convertibles, el equivalente a 6.680 dólares de la época.
José Castelo
Pacheco no hizo pública confesión de sus labores en el horno
crematorio, y su misteriosa confidente también guardó silencio.
En su libro
Paracuellos-Katyn, César Vidal escribe, haciendo referencia
a los hornos crematorios durante la Guerra Civil española, lo
siguiente:
«Es sabido
–por lo que sucedió durante el Holocausto– el uso que se
pudo dar a los crematorios. Realmente horroriza pensar cómo
hubieran podido utilizarlos las fuerzas del Frente Popular
tras obtener la victoria en la guerra. Con seguridad, los
crematorios no sólo hubieran facilitado las labores de
exterminio, sino, especialmente, la desaparición de las
huellas de crímenes contra la Humanidad cometidos por los
frentepopulistas»
Aunque sigue
habiendo muchos interesados en ocultar los crímenes, las
mentiras y las miserias del comunismo, mal que les pese, las
checas, los gulags y los hornos crematorios, no fueron inventos
de los criminales nazis.
ARRIBA
En 1938, la
Unión Soviética se hallaba sumida en los horrores de la Gran
Purga, con la que Stalin pretendía eliminar a la vieja
guardia revolucionaria. Orlov vio que asociados y amigos
suyos eran detenidos y fusilados uno a uno. Cuando fue
invitado a reunirse en Amberes con un jefe anónimo del NKVD
(que pensaba debía ser el asesino Sergey Spigelglas) decidió
desertar. En lugar de acudir a la reunión, Orlov robó 60.000
dólares de la caja para operaciones del NKVD local y huyó
con su mujer María Roznetski su hija Verónika (Vera) al
Canadá. Es posible que tomara parte, actuando nuevamente
bajo la tapadera de diplomático, en el asesinato de Rudolf
Klement, antiguo secretario de Lev Trotsky, en París el 13
de julio de 1938, el mismo día que dejó la capital francesa
rumbo a Quebec.
Mientras estuvo en
Canadá, envió una carta al Comisario del Pueblo en Asuntos
Interiores (NKVD) o también conocido como Director de la Policía
Secreta Soviética, Nikolái Yezhov, advirtiéndole que si él o su
familia eran asesinados, todo lo que sabía sobre las operaciones
de la inteligencia soviética saldría a la luz. Adjuntaba una
lista con los nombres en clave de algunos de los agentes y topos
soviéticos en Occidente. También envió una carta a Lev Trotsky
alertándole de la presencia del agente de la NKVD Mark Zborowski
(nombre en clave TULIP) en el entorno al hijo de su segunda
mujer Natalia Sedova, Lev Lvovich Sedov, pero Lev Trotsky
desdeñó la carta considerándola una provocación. A continuación,
Orlov se trasladó a los Estados Unidos para esconderse.
ARRIBA
Poco después de
la muerte de Stalin en marzo de 1953, y exactamente 15 años
después de su deserción, Orlov reapareció y publicó el libro
“The Secret History of Stalin's Crimes” (La
historia secreta de los crímenes de Stalin). Esta obra,
inspirada por la homóloga de Procopio de Cesarea (destacado
historiador bizantino del siglo VI cuyas obras constituyen
la principal fuente de información sobre el reinado de
Justiniano), presenta una serie de anécdotas inéditas sobre
el submundo homicida de la Lubianka en pleno terror
estalinista. Es una historia extraoficial, escrita sin
referencias a fuentes primarias o documentos, en ocasiones
basada en rumores oídos al albur de un dispensador de agua
del NKVD o en un café francés, citando con frecuencia
diálogos. Ya en el momento de su publicación, la mayoría de
los hechos narrados eran casi imposibles de verificar,
puesto que prácticamente todos los testigos habían sido
purgados. Además, en un momento en que el comunismo aún
mantenía un elevado prestigio internacional, Orlov perfilaba
el más abyecto despotismo, una era de crimen y duplicidad
sin precedentes, en que los rumores más descabellados podían
ser ciertos, y las confesiones juradas solían ser
completamente falsas.
La comparación del texto de Orlov
con la obra de Walter Krivitsky “In Stalin's Secret
Service” revela que la fuente de ambos autores para los
Procesos de Moscú fue Abram Slutsky, director de la sección de
Exteriores del NKVD. Muchos historiadores creen que hay fondo
verídico en las historias de Orlov, aunque el lector debería
recordar que las anécdotas contadas son de segunda mano, que el
propio Orlov fue deliberadamente deshonesto sobre su complicidad
en los crímenes de Stalin y que el dinero fue la razón principal
por la que Orlov escribió “The Secret History of Stalin’s
Crimes”.
ARRIBA
Después de la
publicación de “The Secret History of Stalin’s Crimes”,
Orlov fue forzado a volver. La CIA y el FBI estaban
avergonzados por la revelación de que un alto cargo oficial
de la NKVD (Orlov fue un Comandante de la Seguridad del
Estado, igual que un mayor general del ejército) había
estado viviendo en la sombra en EE. UU., durante quince años
sin su conocimiento. Orlov fue interrogado por el FBI y dos
veces apareció en Sub-Comités del Senado, pero siempre
redujo su papel en los eventos y continuó ocultando los
nombres de los agentes soviéticos en el Oeste. En 1956
escribió un artículo para LIFE Magazine titulado
“The Sensational Secret Behind the Damnation of
Stalin” (El sensacional secreto tras la condenación de
Stalin). Esta fantástica historia sostenía que los agentes
de la NKVD habían descubierto papeles en los archivos de
Tsarist (en relación con el zarismo) que probaban que Stalin
había sido un agente de la Ojrana y sobre las bases de este
conocimiento el NKVD había planeado un golpe de Estado con
los líderes del Ejército Rojo.
[N. del A.]
Ojrana fue el cuerpo de policía
secreta del régimen zarista en Rusia desde finales del siglo
XIX. El régimen zarista caía en 1917 con la revolución
bolchevique. Si bien ya no tenía sentido la Ojrana, los
bolcheviques la “reconvirtieron” y utilizaron para su causa.
Se multiplicaron los agentes y se cambió el nombre por el de
Checa, en 1920 por el GPU, posteriormente NKVD y finalmente
en KGB.
Recientemente,
algunos autores rusos, basándose en documentos de archivo,
empezaron a comprobar que la principal afirmación de Orlov era
que Stalin era, de hecho, un agente de la Ojrana. Stalin
encubrió el complot y este fue el motivo detrás del secuestro
secreto y ejecución del Mariscal Soviético Mijaíl Tujachevsky y
la purga del Ejército Rojo.
Orlov y su mujer
continuaron viviendo en secreto y modestamente en EE. UU. En
1963 la CIA le ayudó a publicar otro libro, “The Handbook of
Counter-Intelligence and Guerilla Warfare” (Manual de
contra-inteligencia y guerrilla), y le ayudó a encontrar un
trabajo como investigador en la Escuela de Leyes de la
Universidad de Michigan. Se trasladó a Cleveland donde primero
murió su mujer de un ataque al corazón y después él la siguió el
25 de marzo de 1973.
Al final, este
hombre solitario nunca renunció en su desprecio hacia Stalin. El
último libro de Orlov, “The March of Time” (La marcha del
tiempo), fue publicado en EE. UU. en 2004 por su seguidor legal,
el ex-agente especial del FBI Edward Gazur, con el que había
mantenido una larga relación de amistad.
La obra es otra
historia anecdótica, una pieza desenterrada de la era de la
Guerra Fría.
ARRIBA
Alexander Orlov
fue el hombre más importante del NKVD en España en
septiembre de 1936. Este siniestro, sombrío y criminal
personaje, por otro lado, ha sido el soviético más esquivo
de todos los que fueron enviados a España.
El corresponsal de
prensa norteamericano de izquierdas Louis Fischer en su libro
Men and Politics, tampoco nos aporta nada nuevo:
«…Rosenberg
me presentó a dos secretarios de Embajada, Orlov y Belayev.
Me senté con ellos en una sala, y nos pusimos a charlar
sobre Rusia. Algo me hizo hablar del GPU, y por la manera
con que me escuchaban, supe que mi intuición no me había
engañado: eran hombres del GPU. Luego me enteré de que Orlov
era el jefe de los agentes del GPU en territorio
republicano. Hablaba bien el inglés, vestía con pulcritud,
era un hombre bien parecido y muy inteligente. También se le
conocía por el nombre de Liova».
A finales de 1936
el Gobierno republicano experimentó un estado de euforia al
comenzar a llegar la ayuda soviética, coincidiendo también con
la derrota del intento de Franco de tomar Madrid y el Frente
Popular consolidó sus fuerzas con la entrada en las funciones
gubernamentales de comunistas y anarquistas. El envío de armas
de los soviéticos a la República les dio mucho prestigio,
aumentando a su vez el número de militantes que se unieron al
Partido Comunista español.
Los consejeros
soviéticos asumían el control de cuanto sucedía en España. La
NKVD se propuso destruir en España a todos los opositores a
Stalin. Así es cuando en agosto de 1936, Stalin envió a
Alexander Orlov a España oficialmente para ocupar el puesto de
“agregado político”, pero en realidad para organizar la
seguridad, el contraespionaje y la formación y adiestramiento de
grupos de guerrilleros que operarían en territorio nacional y
encargarse entre bastidores de cualquier problema que surgiera.
Su misión primordial consistía en eliminar a quienes desde
posiciones marxistas revolucionarias se oponían a los
comunistas, esto es, al POUM.
Los comunistas
conservaban puestos estratégicos esenciales en la policía, entre
otros la Dirección General de Seguridad. Así podían erosionar
progresivamente las posiciones anarquistas, demasiado fuertes
todavía como para atacar de frente al movimiento libertario. El
Partido Comunista utilizó su poder para entrar a fondo en la
administración republicana y hacer que, por medio de Orlov, lo
tentáculos de la NKVD llegaran a todas las checas privadas, las
de las juventudes socialistas-comunistas y otras, preparando el
camino para una matanza de miembros de POUM y otros marxistas
antiestalinistas en España, igual que la que se estaba
produciendo en Rusia.
La etapa siguiente
fue la liquidación del POUM y de su jefe Andreu Nin, víctima de
una infame maquinación. Orlov la había diseñado con la ayuda de
un agente provocador: mandó hacer documentos que “demostraban”
la inteligencia de los jefes poumistas con la Falange y los
servicios de espionaje de Franco. Organizó luego un “registro de
rutina” en una librería de Gerona, donde se “descubrió” una
cartera que contenía documentos falsos.
Luego informó a
Jesús Hernández Tomás de que estaba en posesión de las pruebas
de la traición de Nin y sus amigos y, con la ayuda del nuevo
director de Orden Público, el coronel Ricardo Burillo, muy
próximo al PCE, mandó tomar el 16 de junio de 1937 el hotel
Falcón, sede del POUM, y arrestar a cuarenta dirigentes, entre
ellos a Andreu Nin, que no reapareció jamás. José Díaz y los
ministros comunistas del Gobierno de Negrín, sobre todo Jesús
Hernández Tomás, encajaron muy mal el increíble abuso de poder
de Orlov y sus esbirros.
En mayo de 1937
había estallado en Barcelona la violenta crisis entre
anarquistas y comunistas. Se enviaron tropas republicanas para
restablecer el orden. Escudándose en esto, Orlov y sus acólitos
entraron en acción y asesinaron o arrestaron a decenas, algunos
dicen que miles, de miembros de la CNT y del POUM.
Orlov, como hemos
visto, fue el responsable de la preparación y dirección de la
purga estalinista del POUM, que condujo al infame asesinato de
Andreu Nin, que fue despellejado vivo, y de otros seguidores de
Trotski y opositores al gobierno republicano respaldado por
Moscú.
Curiosamente los
agentes soviéticos que montaron la trampa, Antonov-Ovseenko,
Berza, Stachevski y Orlov, reclamados en Moscú, fueron
posteriormente eliminados sin piedad, salvo Orlov que
clandestinamente solicitó asilo en Estados Unidos donde murió.
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