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Correspondencia entre don Juan y Franco.


 
El 30 de septiembre de 1941, Franco escribe a don Juan una carta de gran importancia, en la que le designa sucesor a título de Rey.

30 de septiembre de 1941.

Al Príncipe don Juan. 

Alteza:

A nuestro común y leal amigo Alfonso Hoyos confío el encargo de llevaros la presente con mis votos por el feliz acontecimiento que esperáis. Mucho siento que la distancia me prive de la satisfacción del frecuente diálogo en que poder ilustraros de la real situación de nuestra patria, pues conozco cuánta es vuestra inquietud por ella.

En estos momentos tan difíciles del mundo e importantes para el futuro de nuestra nación, España participa de los sacrificios de Europa, en la que está presente en todo momento, en la medida que el interés propio exige y la situación de nuestros medios permite, manteniendo una línea de conducta conveniente con los principios que presidieron nuestra cruzada y los imperativos de nuestra historia.  

Esta posición política de España ante el mundo es combatida por cuantos fueron en la cruzada nuestros enemigos, despertando los naturales y encubiertos ataques a las naciones que ayer jugaron contra nosotros y hoy luchan contra Europa.

Explotan algunos el despecho de los vencidos y de los descontentos para el desarrollo de las más turbias maniobras que, aunque condenadas al fracaso, no por eso dejan de tender a menoscabo el prestigio y la posición de España ante el exterior, que será tanto mejor cuanto más fuerte y unido se les presente el pueblo español y más firme y estable la política del régimen.

Esta unidad y estabilidad políticas no se lograrán si no se llevase a término la Revolución Nacional que nuestro Movimiento ha puesto en marcha que, reduciendo injusticias seculares, haga a todos los españoles solidarios con la gran empresa de conducir España a la realización de su destino histórico.

Ningún español puede ya ignorar que ni la caída de la monarquía, ni el progreso del marxismo en la revolución roja que a España devastó, ni el triunfo de la cruzada son hechos esporádicos y casuales, sino la coronación de un proceso histórico que volverá a reproducirse si quedan perennes las causas que lo motivaron.

El interés de nuestra fe católica está en que se desarraiguen para siempre las causas que produjeron la progresiva desestabilización de España y que el programa social, que la doctrina católica propugna, se realice con la rapidez y vigor que sólo puede lograrse mediante un Estado fuerte respaldado por una potente organización política.

Los altos intereses de la patria, tanto en el exterior como en el interior, se encuentran enteramente ligados a la realización de los programas de nuestro Movimiento, que la hagan resurgir en un clima de justicia y equidad, hasta ahora desconocidos. A ello va unido el bien particular de los españoles.

Y para Vuestra Alteza y el régimen que representáis, es también el único camino por el que, en el día que el servicio de España os llame para que coronemos la obra con la instauración de un régimen tradicional del que para mí sois el único y legítimo representante, pueda éste tener la solidez y plena autoridad que mi espíritu acaricia.

Puede dañar y dificultar este propósito la ceguera y torpeza de muchos que, titulándose monárquicos, confunden vuestro interés y el de España con su pasión bastarda y su interés privado, apareciendo apartados cuando no en oposición con el Movimiento, que es la única y posible realidad española sin la cual sería flor de un día cuanto intentásemos levantar y que nadie ha de necesitar mañana más que Vuestra Alteza.

Creo haberos expuesto de una manera clara mis pensamientos en relación al momento político actual, ya que pocos de los que hoy se titulan vuestros adictos sabrían comprenderlo.

Con mis deseos de felicidad para cuantos forman su cristiano hogar, queda vuestro sincero y leal amigo. 

Francisco Franco.  


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