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Declaraciones a la Prensa.


 
Declaraciones a los Corresponsales Norteamericanos.

8 de julio de 1954.

«El Ministro de Asuntos Exteriores me expresó su interés porque pudieran ampliarse algunos puntos en relación con mis declaraciones al señor Roy Howard, de la cadena Scripps-Howard. Me ha hecho llegar algunos de los conceptos que desearían ver ampliados. A ello responde lo que voy a decirles:

El plan que en aquellas declaraciones esbocé para una acción eficaz en la guerra fría, responde a una situación insoslayable de realidades. Hay que deshacer el equívoco de que el mundo está en paz. No existe una guerra general declarada, pero sí un estado continuado de agresiones comunistas en distintos escenarios del mundo.

A los nueve años de terminada la guerra, siete naciones, antes libres, de Europa y la mitad de Alemania se encuentran todavía bajo el dominio de las fuerzas soviéticas.

EL AGRESOR DESENCADENARA LA ACCIÓN CUANDO LE CONVENGA

Nadie puede dudar de la política e intenciones agresivas del comunismo soviético, ni tampoco de que la guerra fría es el primer acto de la guerra real, y de la capital importancia que tiene no perderla.

No hay que hacerse ilusiones: la agresión se desencadenará cuando al agresor le convenga: cuando haya terminado su preparación y alcanzado la descomposición del futuro enemigo para tener segura la victoria.

Esto se logrará tanto menos cuanto mayor sea la unidad y fortaleza que ofrezcan los países del Occidente. Los propósitos agresores no se desarmarán jamás con concesiones ni con debilidades. De aquí la necesidad imperiosa de la unidad entre las naciones occidentales. En Rusia y territorios ocupados no existe más que una cabeza y un Comité directivo; sería desastroso responder a la unidad con la división.

Planteado el problema con esta claridad, yo estimo que el Occidente no puede en forma alguna facilitar al agresor que pueda alcanzar su preparación de ataque. Todo cuanto el Occidente facilite a Rusia será ayuda a su preparación y a que perdure el aherrojamiento de tantos pueblos.

El temor de que una limitación del comercio con el «telón de acero» pueda unir más a los países ocupados con la nación soviética encierra un desconocimiento de lo que es el régimen soviético. El comunismo se impone por el terror, y los países esclavizados constituyen un pedazo más de Rusia y no harán con el exterior más comercio que aquel que a Rusia convenga.

El estudio de estas limitaciones al comercio y de la indispensable unidad de acción para realizarlo requieren la existencia de un acuerdo entre los Gobiernos y la creación de un Gabinete económico, al lado de los Estados Mayores conjuntos, que eleve a las naciones respectivas las medidas necesarias a establecer.

Establecidas las fórmulas de acción se llegará a los pactos parciales de las distintas áreas geográficas.

Los pasos preliminares que habría que dar son: llevar al convencimiento de las naciones de Occidente la convicción de que no se puede ayudar al agresor y de que las facilidades que se le presten cooperarán al aherrojamiento de los pueblos cautivos. Esto puede realizarse con muy pequeños sacrificios, y existen medios sobrados, y en especial los tiene la nación americana, para sustituir los hoy reducidos mercados del «telón de acero» por los que fuera de aquél puedan organizarse.

HA FALTADO LA BUENA FE Y LA MUTUA CONFIANZA

No creo que mi intervención personal resultase eficaz en estos momentos, en que salen al exterior entre las principales naciones tantas diferencias de apreciación, más superficiales que profundas, ya que, en el fondo, todos los países quieren lo mismo, aunque no haya acuerdo todavía para los procedimientos a seguir. Han faltado en muchos casos la buena fe y la mutua confianza; una cosa es lo que se dice y otra distinta lo que se piensa.

No hay que descartar la posibilidad de que se pueda llegar a hablar con confianza alrededor de una mesa, planteando los problemas respectivos y buscándoles las soluciones adecuadas; pero en todo caso sin abrir brechas, por las que el enemigo penetra.

La actual limitación de mercados hace mirar a todas las naciones productoras hacia el posible mercado del «telón de acero», y esto, de continuar, haría el juego al agresor, sin ventaja positiva para los mismos que comercian; pues a plazo fijo no serían ellos los abastecedores de este mercado, sino que, abiertos los cauces a los intercambios, serían, sin duda, Alemania y Japón los países que, como antes, acabarían conquistándolos.

No se trata más que de salvar un cierto número de años en que se desarme la posible agresión soviética, obligándola a entrar en razón para que devuelva la libertad a los pueblos que contra derecho retiene bajo su yugo. No representa esto una hostilidad al pueblo ruso, que merece nuestra consideración y nuestros mejores deseos.

La sustitución de mercados es posible: existe un mundo libre fuera del «telón de acero» de varios cientos de millones de seres que, por su atraso y falta de divisas, apenas consume, que puede trocarse rápidamente en masa consumidora y buen mercado si existiese un amplísimo programa de créditos a largo plazo y con bajo interés, que permitiera absorber los excedentes de producción actuales y, en corto plazo, comenzar el desarrollo de planes de puestas en valor y de producción de sus territorios, puertos, comunicaciones, saltos de agua, transportes, viviendas y mejoras agrícolas, las cuales, al aumentar y multiplicar la riqueza y el nivel de vida, constituirían en el porvenir mercados permanentes de consumo, incorporando al comercio mundial grandes zonas económicas.

INVERSIONES, Y NO REGALOS

Creo que los Estados Unidos, por su responsabilidad en esta hora y por su período económico, pueden realizar este programa con muy pequeño sacrificio, ya que se trata de inversiones, y no de regalos, realizando así una política eficaz que centuplicaría el prestigio norteamericano en el mundo y que seria de gran efecto sobre los pueblos beneficiados, por su contraste con la política terrorista y saqueadora del comunismo soviético.

No hay que temer las reacciones comunistas interiores de huelgas, sabotajes, etc. Si el comunismo no hace hoy más, es porque no puede.

Todo este programa habría que realizarlo sin rigidez, de acuerdo con la voluntad de los pueblos, que son los que conocen mejor sus necesidades, estimulando la acción social en ellos. Es mucho lo que hay que hacer en el mundo para que podamos decir que sobra nada.

Si esto se hiciese, el comunismo habría perdido el primer «round».


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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