4 de enero de 1951.

La agencia United Press, en su servicio universal de información, divulgó una amplia versión de las declaraciones hechas por el Generalísimo Franco en el palacio de El Pardo al corresponsal de la Columbia Broadcasting System, señor Schoenbrum. Estas declaraciones, grabadas en cinta magnetofónica, han sido difundidas por dicha emisora. La entrevista fué impresionada a la vez por las cámaras de televisión de la C. B. S. Decenas de millones de norteamericanos han podido contemplar con gran nitidez la figura del Jefe del Estado español al mismo tiempo que oían su voz con gran claridad.

El texto de las declaraciones hechas por Su Excelencia el Jefe del Estado español. a la Columbia Broadcasting System es el siguiente:

- Excelencia, en nombre de la C. B. S., me gustaría que hablara a la nación americana sobre la situación presente de España -rogó el señor Schoenbrum.

«Con mucho gusto -respondió el Generalísimo-, si esto puede ayudar a un mayor conocimiento y amistad entre nuestros dos pueblos. Yo comprendo que es difícil para algunos sectores del pueblo americano, por la característica en que se desenvuelve su vida y su sentido democrático, comprender los sucesos políticos que pasan bajo otros meridianos. A España Se le presentó el dilema de conservar sus convencionalismos legales y perecer o salvar a la nación saltando por encima de ellos. Nuestra generación prefirió esto último, sin que por ello sufriese detrimento la libertad, que sólo bajo el orden, la paz y la seguridad colectivas puede garantizarse. Bajo el régimen social que en España impera se ha reforzado nuestra unidad y se ha forjado nuestra esperanza en el futuro, que es algo importante cuando se contempla la descomposición interna de tantas naciones, precisamente en el momento de peligro general.»

- Dice Su Excelencia que España vive en paz y en seguridad colectivas. ¿Puede decir lo que piensa de la situación internacional a este respecto?

«Si reconocemos que sobre muchas partes del mundo se cierne la amenaza y que ya en muchos lugares la guerra es efectiva, no puede comprenderse el espectáculo de desunión, de desgana, de egoísmo, debilidad y falta de fortaleza interna de que están dando muestras tantos países, cuando si saneasen su solar y, con buena fe y lealtad uniesen sus medios en una política común frente a la agresión, les sobrarían demografía y potencia para sentirse seguros y alejar el peligro al que tanto se teme. No basta el no querer la guerra para que ésta no nos alcance. Antes al contrario, son en la Historia los pueblos pacíficos, amantes de la paz, que desarmados fueron atropellados por la agresión, los que armados se previnieron a tiempo contra ella. Es inútil querer alcanzar la paz y la seguridad sin sacrificios. Lo que tanto vale, algo tiene que costar.»

- ¿Cree el Caudillo que España puede asegurarse contra una agresión por sí misma o si puede ser protegida mejor por una alianza más amplia de seguridad colectiva?

«España se siente segura de sí misma, de que nadie podrá hollarla sin resistencia. Que para someter al yugo a veintiocho millones de españoles, son varios millones los que han de caer en el camino. Aunque nuestros medios sean modestos, pues nadie nos ayudó hasta ahora, antes al contrario, se nos ha dificultado con el aislamiento, y mejores medios aumentarían nuestra seguridad, no nos faltan armas y municiones para vender cara nuestra independencia. Piense el pueblo americano que si nuestra nación se hubiera negada al sacrificio, o tras su victoria hubiera vuelto al mismo sistema que le había conducido a la grave situación anterior, se habría sumido indudablemente en el caos comunista. Si para el mundo tiene hoy extraordinario valor el que el comunismo no se haya asentado en este extremo occidental de Europa, creo tener derecho a que se corrijan los yerros que con nosotros se cometieron.»

-¿Cuál es el comentario del Caudillo sobre la situación en otros países occidentales, particularmente sobre los esfuerzos de todos los americanos en defensa de las Naciones Unidas?

«España hubiera deseado que en su experiencia hubiera aprendido el mundo, y se hubiese evitado esta hora de angustia, en que, por haberse cerrado los ojos a la realidad, tantos pueblos se ven sumidos en la servidumbre o amenazados por el comunismo en su existencia. Ante ellos no cabe abroquelarse en egoísmos suicidas y ser indiferentes al dolor o al peligro ajenos, que a todos acabarían por alcanzar. España, una vez más, se siente solidaria ron cuantos en el mundo, para evitar la prolongación del mal, ofrecen el holocausto de sus vidas.»