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SUGERENCIAS

 

Declaraciones a la Prensa.


 
Declaraciones al representante de la Agencia Havas.

27 de agosto de 1938.

La nota de S. E. ha causado en el mundo la impresión más favorable. ¿Cómo puede, pues, explicarse el ambiente de confusión que, sin embargo, se percibe en París y en Londres?

- Es el ambiente artificial que crean los órganos de opinión de los partidos de izquierda, más atentos a sus pasiones que a los intereses de su Patria. Es paradójico que los hombres que más esfuerzos hacen para la paz de Europa, sean los más tenazmente atacados por aquellos
partidos.

- Dice la nota del Gobierno de S. E. que la retirada propuesta sólo alcanza a una parte de los voluntarios extranjeros rojos, a la mitad aproximadamente. ¿Cómo puede explicarse esta laguna en la propuesta del Comité?

- No se trata de laguna, sino del desconocimiento de la realidad y de la ausencia, en la confección del plan, del país interesado. Muchos de los miembros del Comité, seguramente, ignoran las realidades de la guerra y des. conocen que el 50 por 100 de los extranjeros en el campo rojo no quedan comprendidos en el .proyecto. Por otra parte, la preocupación del Comité por la paz de Europa, hace que haya presidido la idea de que se retiren los voluntarios europeos, como si los de los otros países no fueran también soldados. Según los datos hechos públicos recientemente por la prensa norteamericana, pasaba de 12.000 el número de reclutados para la España roja en aquel país, y de los numerosos muertos y prisioneros cogidos por nuestras tropas en los últimos tiempos, un 50 por 100 aproximadamente no son europeos.

- La retirada de voluntarios ¿ no perjudicará a la España Nacional?.

- No. Sin la llegada de los voluntarios extranjeros la guerra hubiera terminado en noviembre de 1936, batido y destruido el Ejército rojo a las puertas de Madrid.

La llegada de 40.000 internacionales hicieron posible la prolongación de la guerra y la resistencia.. Sólo en aquellos momentos aceptamos nosotros das' un puesto de honor a los voluntarios de otros países que venían hacía tiempo ofreciéndosenos.

La retirada justa y equitativa de los voluntarios extranjeros, no alteraría, lo más mínimo nuestra victoriosa campaña; en cambio, en el campo rojo representaría la desaparición. de los jefes, técnicos de la doctrina y del núcleo de extranjeros que en las chekas, en la policía y en las Divisiones, mantienen el régimen de terror que contiene a aquel Ejército.

- Siendo así ¿cómo puede explicarse que Barcelona acepte el plan?

- Por lo mismo que no piensa cumplirlo, sino explotarlo en cuanto los favorezca.

Tienen sus voluntarios repartidos, enmascarados, provistos dé pasaportes falsos de los países no adheridos y han extendido millares de éstos de naturaleza española a extranjeros. Vencidos y sin esperanzas de mejora ven en el plan del Comité un comienzo de la intervención extranjera en España que hace tiempo mendigan en las cancillerías extranjeras.

- ¿Entonces, cree S. E. difícil la solución del problema de la retirada de voluntarios?

- Difícil es, pero puede tenerla. La España Nacional ha dado desde el primer momento solución inmediata, justa, realizable y económica, con la retirada por igual de 10.000 extranjeros. Nosotros aspiramos a la paz de Europa y desde el primer momento lo hemos proclamado así. Nuestros enemigos, al contrario, desde el primer día han anunciado que, perdidos, desencadenarían la guerra europea.

Rusia también se lo propone. La España Nacional ha aceptado por ello siempre toda medida justa y equitativa, que, no perjudicándola sensiblemente, beneficie la paz de Europa y ha colaborado con propuestas sinceras y eficaces.

- ¿No cree S. E., mi General, que estas dificultades para la realización del plan de retirada de voluntarios, puedan tener relación con el cierre de la frontera francesa?

- La cuestión del cierre de la frontera, la mezcla en los partidos extremistas de la nación vecina con la retirada de voluntarios, son cosas distintas. El cierre de la frontera lo exigen el propio decoro y la conveniencia de Francia.

Una nación, si mira a sus intereses, no puede ser beligerante en un pleito interno de una nación vecina con la que lleva más de un siglo de paz y buenas relaciones. Hacer lo contrario equivaldría a jugar a un. paño con todas las consecuencias. La suerte de las armas, por otra parte está ya echada, y toda ayuda en favor de los rojos, sólo haría, retrasando la victoria, comprometer aquella paz y armonía sin ventaja alguna para su nación. Yo, que tengo en estos momentos la responsabilidad histórica de España y de su porvenir he hecho todos los esfuerzos posibles para evitar lo que podría ser irreparable, y sé que son muchos los franceses que, pensando como nosotros, aprecian nuestros esfuerzos y nos acompañan en nuestra labor aunque nuestros buenos propósitos se estrellan ante la desvergonzada y calumniosa campaña importante de la prensa francesa, que hace cada día más difícil, por la procacidad de sus campañas de difamación ante el mundo, el mantener la serena actitud de la España Nacional y de sus órganos de opinión. El pueblo español, sensible y patriota, con su fino instinto percibe el porque derrotando al enemigo, continúa éste su criminal y suicida resistencia.

-¿Pero: no cree S. E., que las ayudas que los rojos perciban engendren el reconocimiento y simpatía de la España roja?

- No. En esto la España roja siente como la blanca. No dudo que la minoría responsable se alborozaría y aceptaría cuantas ayudas se le prestasen, pero mañana la gran mayoría del país, los que son españoles, sabrán apreciar y conocer que no les ayudó por amor, sino para intentar evitar la independencia y la grandeza de España.

- Deduzco de sus palabras que una gran parte de la España roja siente como los nacionales.

- Desde luego. La barbarie comunista y la conducta criminal de "Gobiernos" y "autoridades" han abierto los ojos a la mayoría de los españoles. Nadie puede considerar españoles a quienes, vencidos, sacrifican a sus egoísmos millares de vidas inocentes, ni a los que ametrallan por la espalda a sus soldados en disparatadas, sangrientas y estériles ofensivas con que sólo se pretende retrasar su huída, .ni a los que exportan el oro necesario a nuestra

Economía, saquean los tesoros artísticos nacionales, vuelan las iglesias y destruyen las fábricas. ¿Qué se pensaría en Francia, Inglaterra y demás países de los gobernantes que dilapidasen el oro de sus Bancos, dirigiesen el asalto de los Museos, exportasen al extranjero sus obras y tesoros artísticos, destruyesen los templos y las obras de arte nacional, asaltasen los hogares, constituyesen los tribunales de justicia por las chekas aplicando bárbaros martirios, exportando y pervirtiendo a su infancia? Hasta el ultimo de los hombres honrados de esos países, se alzaría contra tales bárbaros a los que no consideraría como nacionales. Este proceder de los rojos con sus destrucciones y crímenes, son la muestra mejor de que no les im. porta el futuro de España.

- Se habla mucho de nuevo, en el extranjero, de mediación. ¿Podría precisar su posición sobre esta cuestión?

- Cuantos deseen la mediación, consciente o inconscientemente, sirven a los rojos y a los enemigos encubiertos de España. La guerra de España no es una cosa artificial; es la coronación de un procesó histórico, es la lucha de la Patria con la antipatria, de la unidad con la secesión, de la moral con el crimen, del espíritu contra el materialismo, y no tiene otra solución que el triunfo de los principios puros y eternos sobre los bastardos y antiespañoles. El que piensa en mediación propugna por una España rota, materialista, dividida, sojuzgada y pobre en que se realice la quimera de que vivan juntos los criminales y sus víctimas; una paz para hoy y otra guerra para mañana. La sangre de nuestros gloriosos muertos y la fe. cunda de tanto. mártir, caería sobre el que escuchase tan insidiosas maniobras. La España Nacional ha vencido y no dejará arrebatarse ni desvirtuarse su victoria, por nada ni por nadie.

- Una última pregunta. ¿No cree S. E., que este deseo de mediación sea el medio que se busca para atenuar su justicia en los extranjeros?

- No crea usted en los sentimientos humanitarios de un país hacia otro. Estos sentimientos sólo florecen en los espíritus selectos y en los que sienten o profesan una fe. En la política de los pueblos es, generalmente, máscara que encubre intereses y egoísmos. No dudo que en el campo rojo existan quienes 'quieran sacrificar el porvenir a la impunidad de sus crímenes y hasta que en la España Nacional tengamos algún espíritu fenicio que adore la vuelta de aquellos tiempos de régimen liberal que ofrecían tanto campo a los turbios negocios, pero todo en vano; nuestra Revolución sana y constructiva destruirá todo. manejo. Nuestra justicia no puede ser más serena ni más noble; su generosidad encuentra sólo el valladar del interés supremo de la Patria; ninguna clase de mediación podría hacerla más benigna.

Nosotros forjamos esta España Una, Grande y Libre para todos los españoles.


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