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Declaraciones a la Prensa.


 
Declaraciones a Paul Neuray, de "La Nation Belge"

10 de julio de 1938.

Usted no ha dudado nunca de la justicia de nuestra causa.

España estaba condenada a muerte. No podía permanecer impasible e indiferente. Desde hace mucho tiempo vigilaba las maniobras y la acción del Komintern y sabía -lo que no era misterioso para nadie- que los soviets querían implantar el comunismo en España. Estaban a punto de lograr lo. Ahora esa pesadilla. desapareció. La lucha no ha terminado todavía, pero toca a su fin. Me he visto apoyado, desde el primer momento, por una prodigiosa fuerza moral de la mayor parte de España. Sobre todo la juventud, esa juventud que ha de constituir la España del mañana, ha sufrido y ha luchado de una manera sorprendente, Los rojos cometieron crímenes tan espantosos que ni la boca ni la pluma los pueden describir. Sé, sin embargo, que en la zona roja son muy raros los hombres de menos de 30 años que participaron en esos hechos. Quiero muchísimo a la juventud española. Confío en ella. Ella ha libertado a España y ella logrará su reconstrucción:

La juventud de vuestro país es también magnífica. Es preciso confiar en ella. Es necesario que en ella se funden vuestras esperanzas. Decid a la juventud belga que experimento un enorme placer al saludarla.

Yo sé perfectamente, que si bien es verdad que existen en Bélgica hombres que nos detestan por el hecho de que combatimos sus nefandos ideales, hay otros también que se visten de los colores imparciales esperando la terminación de la guerra para manifestar sus opiniones; y no es menos cierto que existen muchos -el mayor número- que nos han dado pruebas de su simpatía desde el momento inicial. España no regateará su amistad a nadie; pero se acordará, sobre todo, de aquellos cuyo corazón ha, latido por la victoria total de las armas nacionales sobre el comunismo.

- En Bélgica y en varios otros países, Excelencia, la propaganda roja logró asediar algunos espíritus que nos- otros hubiéramos podido creer mejor advertidos del peligro que representaría para el Occidente un comunismo triunfante en la Península Ibérica.

- La propaganda roja es muy hábil. No retrocede ante el empleo de un formidable arsenal de mentiras. Personas que aceptan con los ojos cerrados todas las afirmaciones marxistas, velan el rostro ante lo que "ellos" llaman "los crímenes nacionalistas". Muchos católicos no están todavía suficientemente al tanto de lo que ocurre; su apartamiento nos molesta a nosotros, católicos de España. Pero nosotros publicaremos un día el Libro Negro de las atrocidades marxistas. Cuando se lea ese libro quedarán estupefactos. Esa gente cometió crímenes cuyo recuerdo no se borrará jamás. Mataron y destrozaron por el mero placer de matar y de destrozar. No se puede decir cuál es el crimen más detestable: Asesinar fríamente, después de espantosas torturas, una población cuya única culpa era desear en el fondo de su corazón la victoria nacional, o encarnizarse contra los tesoros artísticos que constituían la gloria de España, y, al mismo tiempo, su Patrimonio y la propiedad del mundo entero. Hay crímenes de estos contra el Espíritu, que nosotros no perdonaremos jamás.

- ¿Y Francia?

- Es un país magnífico. Su civilización es incomparable, sus recursos inauditos; no hay que perder las esperanzas sobre ella. Peligros exteriores la amenazan. ¿Cómo podrá ella defenderse, si consiente que el Comunismo la debilite y esté minando su interior?

¡Cuántos males ha causado el espíritu conservador que España y tantos otros países han padecido en un pasado no muy lejano! No debemos olvidar nunca que el obrero y el campesino, el proletariado que trabaja, tienen derecho a una justicia tanto más perfecta y a una bondad tanto mayor, cuanto más humilde es su. condición. Parte de nuestra labor futura, y no la menor parte, consistirá en otorgar a todos la justicia que le es debida.

Deseo sinceramente que Bélgica asista a la terminación de estas dificultades. ¡Hago mis más ardientes votos para que le esté reservada la más halagüeña de las fortunas!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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