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SUGERENCIAS

 

Mensajes de fin de Año.


 
30 de diciembre de 1970.

Su Excelencia el Jefe del Estado ha dirigido esta noche ante los micrófonos de Radio Nacional de España y de las cámaras de Televisión Española el siguiente mensaje.


Españoles:

De nuevo como otros años, en estas fiestas familiares, ante el umbral del año nuevo, me dirijo a vosotros para que a cada hogar español llegue el eco de mi voz con un mensaje de esperanza y felicidad para toda la gran familia española.

A España llegan las salpicaduras de los aires de convulsión en que vive el mundo. La paz y el orden que venimos disfrutando desde hace más de treinta años despierta el odio de esas fuerzas que fueron siempre enemigas de la prosperidad de nuestro pueblo, de nuestro bienestar y del progreso que España está alcanzando en todos los órdenes de la vida nacional.

España constituye un estado de derecho cuya acción política se ordena al bien común, y en defensa de éste no regatearemos cuantos esfuerzos y sacrificios sean necesarios para combatir la pasión y la violencia de cualquiera, que intente perturbar la pacífica convivencia entre los españoles.

“ESTAMOS SIRVIENDO EL SIGNO DE LA GRANDEZA HISTÓRICA”

Nuestra nación se hace cada vez más grande y más justa, asciende cada año un paso más en su perfeccionamiento, cumpliendo los ideales de aquellas generaciones, que dieron su vida por la Patria, y de los que después han sido y son dignos de su sacrificio. Nuestro pueblo es cada vez más rico y próspero en lo material como es visible; pero, al mismo tiempo, se hace más culto, más prudente y más equitativo. Disminuyen progresivamente las injustas diferencias sociales, se eleva el nivel cultural y espiritual de la gran masa de nuestros compatriotas, y España entera, lo sabemos firmemente, forma una sociedad mucho mejor de la que conocimos y a la que hemos entregado con un sentido filial y a la vez fraternal, lo mejor de nuestra vida.

El pueblo, como los hombres, no inventa su destino: lo sirven. Y nosotros estamos sirviendo el signo de la grandeza histórica de España, y nos mantendremos en este propósito con mayor tenacidad de la que puedan oponer las fuerzas que tratan de obstaculizar nuestro camino. Y así seguiremos fieles a los principios que constituyen el lema de nuestra política; es decir, manteniendo esa base de convivencia entre los españoles, que se funda en la unión de lo nacional con lo social, bajo el imperio de lo espiritual. Estamos contra la dialéctica de la lucha de  clases que enfrenta a los hombres en una actitud de permanente violencia, y proclamamos que sólo este sentido de solidaridad ente los españoles asegurará la continuación de la paz que busca nuestra política de desarrollo, nuestro auge económico y ese resurgimiento industrial, que constituye el signo positivo de la salud de nuestro régimen.

LA LEY DE EDUCACIÓN BASE DE LA REFORMA

Estamos haciendo los españoles una verdadera transformación de nuestro país, una reforma sólida y profunda, una auténtica revolución con orden y con libertad, como corresponde a las gloriosas tradiciones de nuestra Patria y al afán de justicia de nuestro tiempo.

Una de las bases de esta reforma es, a mi juicio, la Ley de Educación que han elaborado recientemente las Cortes Españolas y en cuyo cumplimiento viene poniendo el Estado medios cuantiosísimos para asegurar a todos los españoles el pan de la cultura, tan necesario o más que el alimento, y llevar a nuestras juventudes estudiosas esa igualdad de oportunidades que es exigencia legítima de todo ser humano y de nuestro espíritu de cristiandad.

Ha sido trascendental el cambio operado en las líneas directrices de la educación española. La nueva Ley aprobada ha sentado las bases para la democratización de la enseñanza. Medida excepcionalmente renovadora, que demuestra el espíritu social que inspira toda nuestra acción política. Ni un solo joven tendrá cerradas las puertas del estudio, no sólo en la enseñanza secundaria, sino en la superior, si reúne las condiciones y aptitudes necesarias para ello. España necesita de esa juventud laboriosa, capaz de lograr, mediante sus estudios y trabajo, el engrandecimiento y dignificación de la Patria. La juventud de hoy debe reconocer ese celo que el Estado pone en mejorar sus condiciones de trabajo, en facilitar la elevación gradual de la educación, renovando sus planes de enseñanza conforme a las exigencias más modernas que inspiran la reforma de la educación en el mundo. Con un ejemplar esfuerzo de renovación, el Gobierno trata de poner al servicio de las exigencias docentes cuantos resortes e instrumentos se aconsejen como necesarios para la mejor eficacia y aprovechamiento en la formación de la juventud. Por eso no deja de causar tristeza ver a una pequeña parte de algunas Universidades convertidas en juguetes de mecanismos ideológicos absolutamente al margen de la auténtica problemática estudiantil. España comprende el ímpetu de esa juventud que sueña con lo mejor, ardor juvenil que puede representar un signo positivo cuando se encauza dentro de los márgenes legales.

LEY SINDICAL: SE TRATA DE AMPLIAR LOS CUADROS DE LA REPRESENTACIÓN

Junto a esa justicia social en sentido amplio que la educación general del pueblo significa, seguimos con la consigna social en sentido estricto de la equidad en las relaciones laborales, el continuo desarrollo del aprendizaje, todo ese derecho al trabajo que constituye las bases esenciales del bien común.

Lo laboral, con todos sus problemas y méritos, ha constituido durante muchos años la base del resurgimiento de la nación. La experiencia nos lleva a mejorar cada vez más sus estructuras mediante el proyecto de Ley Sindical, que se está discutiendo ahora con tanto celo en las Cortes. Se trata de ampliar los cuadros de la representación y de la autenticidad en todo el complejo estructural de nuestra organización sindical, campo esencial de nuestro ordenamiento jurídico político, sin perder los beneficios de la unidad sindical, que ha hecho posible durante tantos años el intenso progreso de nuestra paz social dentro de los principios de nuestras Leyes Fundamentales.

LA DISCREPANCIA NO PUEDE TRADUCIRSE EN ACCIÓN DE VIOLENCIA

El mismo espíritu de mejoramiento y de continuidad en el progreso durante el año que termina, siguió la evolución del movimiento nacional, es decir, la organización política que debe mantener a todos los españoles unidos en lo esencial, sin perjuicio del contraste de pareceres dentro de nuestras leyes fundamentales, refrendadas clamorosamente por el pueblo español y que se está manifestando continua y adecuadamente para asegurar nuestro futuro como nación. Eso no quiere decir que proclamemos dogmáticamente la unidad de opiniones y pareceres. Afortunadamente existe en España una amplia concurrencia de criterios. Pero para que la manifestación de éstos pueda traducirse en bien de la patria, habrá que seguir su cauce legal a través de los órganos de representación que existen dentro de nuestro sistema institucional. Lo que no puede admitirse es que esa discrepancia se traduzca en acción de violencia que la ley condena y que no estamos dispuestos a tolerar.

Son bien patentes los logros alcanzados en España. Si ellos despiertan la hostilidad de nuestros enemigos de siempre, es que estamos en el buen camino, es que seguimos los ideales de la España grande y de la España libre, que algunos quisieron ver mediatizados con esas ideologías de la lucha de clases, que en nuestra Patria tantos males produjo.

Quiero que mis palabras os lleven un sentimiento de confianza y seguridad en el futuro. Vuestra adhesión es la mayor garantía que nos inspira en este camino de servicio, a los grandes ideales de la patria, que continuamente todos sin desfallecimiento, conscientes de que el ejercicio de las libertades individuales sólo puede cumplirse en el marco estricto de la ley.

CONSOLIDACIÓN DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO

Superados esos ataques y tensión que por otra parte, alcanzan a todos los Estados y sistemas. España ha vivido estas fiestas de Navidad ofreciendo el espíritu que ellas encierran cuando hay paz y entendimiento ente los hombres de buena voluntad.

El año que termina ha registrado entre sus logros, una consolidación del proceso institucional de nuestro ordenamiento jurídico. La adhesión que las Cortes españolas prestaron a la designación del Príncipe de España, representó ciertamente un hecho histórico cuyos benéficos efectos sólo a lo largo de los años en el transcurso del tiempo se dejarán sentir. La vista del Príncipe de España a gran número de ciudades españolas, ha confirmado aquella adhesión que representa de manera clara lo que el poder ejecutivo acuerda y las Cortes refrendan dentro del marco constitucional. Todo ello significa que está asegurada hacia el futuro, la continuidad del régimen, siempre que los españoles adquieran clara conciencia de que la paz, la seguridad y la libertad, sólo son posibles dentro del marco de las leyes que nosotros mismos nos hemos dado y que tenemos el honor y el deber de salvaguardar. Es precisamente el pueblo español, el que ha hecho posible con su permanente asistencia y apoyo, que nuestras realidades políticas se proyecten hacía el porvenir, dentro de una institución que se ofrece como la mejor salvaguarda de todas las conquistas que hemos alcanzado en estos años de  denodados esfuerzos y sacrificios.

ÉXITO DE LA POLÍTICA INTERNACIONAL

Al volver la vista atrás en ese instante de recapitulación sobre la obra cumplida, la que con ayuda de Dios esperamos continuar en el futuro, destaca la consolidación de los derechos y razones de España en la política internacional. El acuerdo con el Mercado Común, el tratado de  cooperación, no sólo militar, sino cultural, científica y tecnológica con los Estados Unidos y la iniciación de relaciones económicas con países con los que habíamos perdido el contacto diplomático hace más de treinta años, son ejemplares síntomas de la fortaleza y madurez con que España afronta su misión en el escenario internacional. Los contactos personales que hemos tenido durante este año con el Jefe del Estado de la gran nación norteamericana, con el presidente del Gobierno portugués y cancilleres y ministros de numerosos países europeos y americanos, son prueba de la agilidad con que estamos inspirando nuestra política exterior y confirma la fidelidad a sus normas y la eficacia de las mismas.

UN PORVENIR SIN TEMORES NI SOBRESALTOS

Hoy nuestra patria puede contemplar más segura que nunca su mañana, convencida de que con nuestra institucionalización nada puede entenebrecer el momento en que, por designio de Dios, se clausura definitivamente el período vitalicio de mi capitanía. La acción de los más altos organismos del Estado, Consejo del Reino, Cortes Españolas y Consejo Nacional del Movimiento, poniendo en juego los dispositivos de la Ley Orgánica, aseguran con ejemplar autenticidad legal la fórmula de sucesión. España tiene una larga trayectorias política que debe hacer a todos los españoles mirar al porvenir sin temores ni sobresaltos, por la eficacia de las instituciones.

Desde la promulgación del Fuero del Trabajo hasta hoy España ha seguido una progresión constante de signo marcadamente progresivo en lo que se refiere a la utilización política y moral de la actividad sindical. Los más distintos pareceres han sido escuchados y lo seguirán siendo mientras dure la elaboración de esta ley. Ningún principio que se considere como inspirador de las modernas legislaciones dejaron de estar presente en la manera española de estructurar con nuestra fisonomía sindical las relaciones entre la empresa y el trabajo. Se trata de una evolución del sindicalismo que supone, por su vinculación con el Estado y la familia, una radical transformación de España realizada desde una base esencialmente popular.

NUEVAS CONQUISTAS SOCIALES

En esta permanente carrera de conquistas sociales, es de destacar la nueva ley de seguridad social agraria, que afecta a cerca de diez millones de personas, en este caso pertenecientes a ese campo español merecedor de nuestro más entrañable afecto, que está sirviendo a la patria con generosidad sin límites. A partir de ahora las previsiones que comprende la acción protectora de los trabajadores por cuenta ajena, contarán con un régimen especial agrario, que será el mismo que los del régimen otorgado en los mismos términos y condiciones que en éste. Esta ley viene a conceder al sector agracio todas las conquistas sociales que ya se han conseguido en otros. Seguimos, pues, preocupados por la total transformación del campo español y a ella dedicamos nuestros mayores desvelos.

El proceso de nuestro progreso social está en pleno auge. Nuestra política de desarrollo se ha acompasado con las evoluciones sociales que han sido necesarias. La planificación se ha dejado sentir en la eficaz valoración de nuestras fuentes de riqueza. No se trata de un simple crecimiento de potencial económico, sino de un auténtico desarrollo estructural, de una serie de planes, cada uno de los cuales contempla la realidad social en su evolución, ordenándolo progresivamente en un claro propósito de modernización de las viejas estructuras económico-sociales y de un nuevo sistema de redistribución de beneficios.

FIELES A LAS ESENCIAS DE LA PATRIA

En el orden espiritual importa que una vez más recapitulemos sobre la necesidad del pueblo de permanecer fiel a las esencias de la patria que con sus heroicos sacrificios han hecho posible estos treinta años de paz. Si nuestra misión es conservar aquellas esencias, no quiere decir que no aceptemos la evolución que dicta las necesidades de cada momento histórico hacia formas nuevas. En este sentido se ha inspirado la política nacional en relación con los problemas religiosos. La propia confesionalidad de nuestro estado nos obliga a mirar el futuro libres de prejuicios y con un perfecto conocimiento de cuáles son los recíprocos derechos que deberán delimitar el ámbito entre el poder temporal y el espiritual.

La Iglesia católica y el Estado constituyen dos poderosas fuerzas vitales que coinciden en el propósito de promover la perfección del hombre y su bienestar espiritual y material. Sus finalidades, no pueden contradecirse porque ello produciría una lamentable crisis social. El respeto recíproco entre las libertades de cada una de estas sociedades soberanas, es la garantía de su armónica colaboración en las finalidades conjuntas que ambas persiguen. En último término, lo que todos deseamos es la consolidación de la paz cristiana dentro de nuestras fronteras y contribuir con ella a la gran empresa de la pacificación del mundo.

EL INMENSO PLEBISCITO DE ADHESIÓN HA REFORZADO NUESTRA AUTORIDAD

La obra que estamos haciendo es tarea de todos. Por eso quiero deciros cuánto agradezco ese cotidiano plebiscito que me ofrecéis en toda ocasión, así como el esfuerzo unánime, callado y fecundo que realizáis en el taller, en la fábrica, en el laboratorio o en la cátedra al margen de toda clase de pasiones políticas, teniendo como un honor el trabajo de cada día, porque con él contribuís al engrandecimiento de España.

Las clamorosas y multitudinarias manifestaciones de adhesión que me habéis ofrecido durante este año con ocasión de mis viajes y visitas a Barcelona, Valencia, Zaragoza, Cáceres, Galicia, Guipúzcoa, Jerez, Cádiz y Salamanca, y el inmenso plebiscito de adhesión en la plaza de Oriente, de Madrid, y en toda España que habéis rendido en los últimos días, no solamente a mi persona, sino al Ejército español y a nuestras instituciones, han reforzado nuestra autoridad en tal modo, que nos facilita de acuerdo con el Consejo del Reino el hacer uso de la prorrogativa de la gracias de indulto de la última pena, pese a la gravedad de los delitos que el consejo de guerra de Burgos, con alto patriotismo, juzgó. Esto nos permite entrar en el Año Santo Compostelano en un espíritu de paz y que podemos pedir a Dios que bendiga los esfuerzos con que los españoles estamos trazando un porvenir mejor para nuestros hijos.

EMOCIONADO RECONOCIMIENTO

A vosotros, a los que trabajáis en los distintos rincones de la geografía española, a los que creéis que vuestra labor pueda ser ignorada, quiero os llegue con mi mensaje de aliento y esperanza para el año próximo, mi reconocimiento emocionado por la manera abnegada y tenaz con que estáis forjando el futuro. No los que gritan más son los que tienen razón, sino los que con su pacífica laboriosidad refrendan a cada instante la labor del Gobierno. A Dios pedimos que vuestras vidas alcancen el bienestar que como laboriosos españoles en pro de la patria os merecéis. La firmeza y fortaleza de mi ánimo no os faltará mientras Dios me dé vida seguir rigiendo los destinos de nuestra patria.

¡Arriba España!


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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